Sienna Miller y la cultura de la cancelación

La actriz de 41 años, todo un icono de estilo y con una carrera en la interpretación cada vez más aplaudida, ha querido participar en un debate actual, polémico y apasionante. ¿Qué hacemos con los genios que en su vida privada son seres humanos detestables?

En una entrevista en el dominical Papel de El Mundo, la actriz norteamericana pone como ejemplo el caso de Tippi Hedren y Alfred Hitchcock, ya que ella interpretó a la madre de Melanie Griffith en la TV movie The Girl (2012) (en la foto, Sienna caracterizada como Tippi). «Hitchcock la trató fatal, fue un hombre moralmente indefendible. Menos mal que ahora existe el MeToo. ¿Pero las películas de Hitchcock? Son obras maestras».

A continuación, Miller habla del caso Woody Allen, cuyas películas han sido prácticamente prohibidas en EE.UU., y cita a Roman Polanski para concretar que Chinatown (1974) es una película fantástica. Y hace preguntas para profundizar: «¿Quitaremos también los Caravaggio de los museos? ¿Hay libros de escritores que como personas son moralmente cuestionables? ¿Deberían prohibirse?».

Interesantes preguntas que nos llevan a hablar de Roman Polanski (1933) y de Roscoe “Fatty” Arbuckle (1887-1933), probablemente los dos casos más famosos de cineastas cancelados.

¿Y qué tienen en común, más allá de que uno nació cuando murió el otro y que son dos figuras destacadas de la historia del cine? Pues que en 1921 Roscoe fue acusado de violación y asesinato y Roman en 1977 de violación. Ambos fueron expulsados literalmente de la industria de Hollywood. El escritor Christopher Sandford va más allá y asegura que cuando ocurrió lo de Polanski, «pocas veces había estado Hollywood, como grupo, tan unido contra uno de los suyos desde que, en 1921, durante una salvaje fiesta de borrachos en un hotel de San Francisco, una starlette llamada Virginia Rappe había sufrido convulsiones violentas y había muerto después de una supuesta agresión sexual por parte de “Fatty” Arbuckle, de 140 kilos».

En febrero de 1977, tras unas sesiones de fotos para una revista de moda, Roman Polanski era detenido acusado de violar a una chica de trece años. En libertad bajo fianza, con cinco cargos gravísimos, el cineasta se declaró culpable de uno solo (prácticas sexuales ilícitas), pero terminó huyendo de Estados Unidos en enero de 1978 ante la amenaza de «una pena indeterminada de cárcel». Salió de territorio americano rumbo a Londres para finalmente terminar en París. Los franceses le recibieron con los brazos abiertos, como habían hecho casi 60 años antes con “Fatty”, cuando el orondo actor viajó también a Europa tras salir absuelto de los cargos.

A Polanski Columbia le apartó de El primer pecado mortal (The First Deadly Sin), el proyecto en el que trabajaba cuando saltó el escándalo. Tras los sucesos en el St Francis Hotel, el empresario Sid Grauman retiró de los cines Gasoline Gus (Fatty, nuevo rico, 1921), una película protagonizada por Fatty. Ridley Scott eliminó a Kevin Spacey de Todo el dinero del mundo (2017). Hasta Charlie Chaplin entra en la lista. El cómico tenía predilección por las chicas de 16 años. «Ahora tiene tanto miedo de que Photoplay lo descubra que no se atreve a pasar con el coche por delante de una escuela primaria», según dice Mary Pickford en el maravilloso libro de Jerry Stahl Yo, Fatty.

Harvey Weinsten y Armie Hammer son los últimos nombres hasta ahora. Ya se ha hecho una película, al estilo Spotlight (2015), sobre cómo las periodistas de The New York Times sacaron a la luz la historia el mayor escándalo de Hollywood en décadas, el que derribó a Weinstein, pero ha pasado desapercibida. ¿No podría haber sido Roman Polanski el director? En 1972 el cineasta trabajó con Jack Nicholson en un proyecto titulado The Magic Finger, la historia de un fogoso productor de Hollywood que se pasa mucho con las actrices. La película nunca se hizo.

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