Adiós a Raquel Welch (5 de Septiembre de 1940-15 de Febrero de 2023), la actriz que fue algo más que «El Cuerpo» 

Pensábamos que Raquel Welch era inmortal, que debía ser eterna. Era un mito del cine y una de las mujeres más guapas y atractivas que hemos visto en una pantalla. Para muchos, la más. Es cierto que nunca se la reconoció como una gran actriz (en Hollywood recibió el apodo de “El cuerpo”), pero es que las estrellas de cine no son todas necesariamente grandes intérpretes. Les basta y les sobra con tener ese algo que te convierte en inmortal, que enamora a la cámara, que seduce al público y te eleva al firmamento de las estrellas. Raquel lo tenía, pero la pena es que podía haber llegado todavía más lejos, más que una diosa del cine podía haber sido una auténtica leyenda. Raquel tenía que haber sido Domino, la amante fría y vengativa que se pasea por Nassau del brazo del miembro de Spectra Emilio Largo, y Cora, la sensual camarera de un antro de carretera que nació en la novela de James M. Cain para luego convertirse en una de las mujeres más fascinantes del cine negro.

Se suele decir que Raquel Welch estuvo a punto de ser Chica Bond en Operación Trueno (Thunderball) (1965), pero eso no es del todo verdad. No estuvo a punto, lo fue, aunque sólo durante unos días. Lo contó Cubby Broccoli: “Harry (Saltzman) y yo estábamos convencidos de que Raquel Welch, pese a ser en esa época una relativa desconocida, sería ideal para el papel de Domino. Había aparecido en Life, había rodado una película y tenía un físico asombroso. Así que fuimos a Hollywood y la contratamos. Al poco de mi regreso a Londres recibí una llamada de pánico de Dick Zanuck, a la sazón jefe de producción de la Twentieth Century Fox: Lo siento en el alma, Cubby -se disculpó-. Tengo un grave problema. Necesitamos a la chica. ¿Te importaría liberarla? Accedimos a romper el contrato y retomamos la búsqueda de la Domino ideal”.

Esa película de James Bond quizá hubiera cambiado su carrera y la hubiera llevado en otra dirección, quién sabe cuál. Pero la que seguro hubiera dado un giro total a su imagen y a su posición en Hollywood fue El cartero siempre llama dos veces (1981), un papel que acabó interpretando Jessica Lange, y antes que ella Lana Turner. En la excelente biografía de Jack Nicholson firmada por Dennis McDougal, este dice que el papel de Cora estaba destinado a Raquel Welch. Lo que pasara después para que la actriz perdiese la oportunidad no se sabe, pero uno imagina a Welch seduciendo a Jack Nicholson en esa cafetería de la carretera y, sin desmerecer a Jessica Lange, ese cartero que siempre llama dos veces hubiera tenido un recorrido mucho más tórrido.

Raquel era de ascendencia española por parte de padre. Armando Carlos Tejada-Urquizo era boliviano por nacionalidad, pero de origen español. La actriz nació en Chicago, Illinois, y para su nombre artístico se negó a cambiar el hispano Raquel por el más americano Rachel. Y siempre quiso ser artista. Cuando se matriculó en Arte Dramático en el San Diego State College lo tenía bastante claro, como recordó tiempo después: “Sabía desde el principio que no quería desperdiciar mi vida con una existencia ordinaria. Quería ser alguien especial. Nadie me alentó expresamente, pero yo nunca me desanimé”.

Estas son las claves de la carrera de uno de los más grandes sex-symbols de la historia del cine.

A finales de la década de 1950, comenzó su recorrido por los concursos de belleza, una forma como otra cualquiera de empezar y algo, por otra parte, bastante habitual en esa época (así comenzó también Gina Lollobrigida, desaparecida recientemente). Como dijo uno de los que conoció a Raquel en esos momentos: “Era distinta a las demás. No era la belleza lo más importante, sino el aplomo con que subía al escenario. Las otras chicas también eran guapas, pero estaban aterrorizadas de sí mismas preguntándose: ¿qué hago aquí”. Ella, sin embargo, aparte su belleza y atractivo, subía completamente convencida de que iba a ganar. Serena, orgullosa, espléndida, se veía que era la reina desde el primer momento”.

Su segundo marido, Patrick Curtis, fue el que lanzó su carrera artística. Algo sabía pues llevaba en el negocio literalmente desde que nació: era el bebé de Melanie Wilkes (Olivia de Havilland) en Lo que el viento se llevó (1939). Curiosamente, Raquel antes de triunfar en Hollywood lo hizo en Europa como modelo y celebrity, hasta el punto de ser conocida como la mujer más fotografiada del viejo continente. En Estados Unidos firmó un contrato con Twentieth Century Fox, el estudio de Marilyn Monroe y Kim Novak. El gran jefe de la compañía, Darryl F. Zanuck, supervisó personalmente el nuevo fichaje, con la idea de convertir a Raquel en el reemplazo de Marilyn y Kim. 

Las dos primeras películas de Raquel en Fox fueron sendos éxitos del cine de ciencia ficción y fantasía: Fantastic Voyage (Viaje alucinante) (1966) y One Million Years B.C. (Hace un millón de años) (1966). La segunda, para Hammer Films, estaba prevista para Ursula Andress, cuatro años mayor que Raquel, y se adelantó varias décadas a En busca del fuego (1981) y a la moda jurásica iniciada con Parque Jurásico (1993). Tras Hace un millón de años, Hammer Films planeó un vehículo para Raquel llamado Mistress of the Seas, película biográfica sobre la pirata del siglo XVIII Anne Bonney. El proyecto se presentó como “La verdadera historia de la mujer que se abrió camino a la fama y fortuna junto a las plagas más temidas del Caribe”. La película se suspendió por razones financieras, pero se llegó a diseñar un cartel donde aparecía la actriz con una pistola en una mano y un machete en la otra. Muchos años después, Geena Davis haría La Isla de las Cabezas Cortadas (1995), que es un poco el mismo concepto.

El pudo haber sido de Raquel Welch incluye sonadas equivocaciones y proyectos que se llevaron otras. Raquel estuvo a punto de ser Barbarella (1968) y Norma Rae (1979). La primera fue para Jane Fonda y la segunda le valió un Oscar a Sally Field. No quiso participar en las películas El valle de las muñecas (1967), Alicia ya no vive aquí (1974), Lenny (1974), El coloso en llamas (1974) y Tan sólo héroes (1977), decisiones que perjudicaron enormemente su carrera. El coloso en llamas (el papel de la novia de Paul Newman que terminó haciendo Faye Dunaway) le hubiera dado una enorme popularidad y hubiera elevado su caché porque la película fue un gran éxito de taquilla. El no a Alicia… y a Lenny era un no a dos de los más grandes cineastas de la historia: Martin Scorsese y Bob Fosse. Ellen Burstyn ganó el Oscar por la primera de ellas y Valerie Perrine fue nominada por la segunda.

Quentin Tarantino ha confesado que la relación que tiene Hannie Caulder (Raquel Welch) con Thomas Luther Price (Robert Culp) en el western Hannie Caulder (1971), uno de los más famosos de la actriz, fue su inspiración para crear la relación entre Hattori Hanzo (Sonny Chiba) y La Novia (Uma Thurman) en Kill Bill. Vol. 1 (2003). Hannie Caulder, por cierto, se rodó en diversas localizaciones de Andalucía, y en una escena de pocos segundos se puede ver a Paco de Lucía tocando la guitarra.

En 1970 recogió en nombre de Goldie Hawn el Oscar que esta ganó como secundaria por Flor de cactus (1969). Welch nunca estuvo nominada, pero ganó el Globo de Oro como actriz en Comedia/Musical por Los tres Mosqueteros: Los diamantes de la reina (1973). Así, entró en el extraño grupo de actrices que ganaron ese premio y no fueron nominadas al Oscar (entre ellas, Marilyn Monroe por Con faldas y a lo loco, Barbra Streisand por Ha nacido una estrella, Kathleen Turner por Tras el corazón verde y El honor de los Prizzi, Jamie Lee Curtis por Mentiras arriesgadas, Nicole Kidman por Todo por un sueño, Madonna por Evita y Rosamund Pike por I Care a Lot). Charlton Heston, que interpretó en Los tres Mosqueteros al Cardenal Richelieu, dice en sus memorias que la actriz nos ofrece “tal vez la mejor interpretación de su carrera”.

Lo cierto es que Raquel no intervino en grandes películas, clásicos del cine. Pero tiene una curiosa filmografía con varios westerns y dos joyas de culto. Una de ellas es The Last of Sheila (1973), rodaje rodeado de un gran escándalo por los enfrentamientos de la actriz con el director Herbert Ross, material delicioso para las revistas sensacionalistas. Este murder mystery escrito por el actor Anthony Perkins y el compositor Stephen Sondheim fue la gran inspiración confesa de Rian Johnson para sus dos películas de Knives out (Puñales por la espalda). La otra es The Wild Party (Fiesta salvaje) (1975), una rareza en la carrera de James Ivory que cuenta lo mismo que la monumental Babylon (2022) pero de forma más discreta, esta fiesta es menos loca y desmadrada que la de Damien Chazelle, aunque acaba en asesinato.

Sustituyó a Julie Andrews en el musical de Broadway basado en la genial película Victor / Victoria (1982). Aunque duró poco en el escenario, desde el 10 de junio de 1997 hasta el 27 de julio de ese mismo año. Antes, principios de de la década de 1980, había reemplazado a Lauren Bacall en otro musical, Woman of the Year, basado en la película de Katharine Hepburn con el mismo título estrenada en 1942.

Se llevaba fatal con Burt Reynolds, con el que rodó el western Los 100 rifles (1969) y la comedia policiaca Fuzz (El turbulento Distrito 87) (1972). A la actriz no le caía bien el bueno de Burt por unos comentarios que hizo durante el rodaje de ese western y que consideró desagradables. Entonces, cuando volvieron a coincidir en Fuzz, Welch puso como condición para aceptar la película no compartir escenas con su compañero. En total tuvieron cuatro escenas juntos, pero nunca intercambiaron una palabra. Seguirían siendo enemigos hasta 1982 cuando los productores de Cannery Row (1982) despidieron a Welch alegando poca profesionalidad y la reemplazaron por Debra Winger. Raquel demandó al estudio Metro-Goldwyn Mayer por 10 millones de dólares. Reynolds testificó en su nombre y dijo: «Aunque Raquel y yo no nos caemos bien, cuando trabajé con ella siempre fue puntual, llegaba al set preparada y puedo decir que era muy profesional». La actriz ganó el pleito.

En Los 100 Rifles los productores querían que Raquel se duchara bajo una torre de agua sin camiseta. Ella se negó y lo hizo con su camisa puesta. Años más tarde, Burt Reynolds comentó: «Fue dos veces más sexy de la forma en que ella lo hizo».

Pero Los 100 Rifles fue un rodaje plagado de escándalos. Para empezar, fue una de las primeras en presentar una escena de sexo entre personas de diferentes razas, entre el estadounidense de ascendencia africana Jim Brown y Raquel Welch. Brown tampoco se llevó bien con Raquel Welch. Informes de prensa dicen que se enfrentaron. Reynolds lo confirmó más tarde. «Pasé todo el tiempo arbitrando peleas entre Jim y Raquel. Comenzó porque se sentían atraídos el uno por el otro. Después de un tiempo, ambos mostraron un poco de temperamento, pero no olviden que estábamos en medio de un maldito desierto con una infernal temperatura. Por supuesto, no creo que vuelvan a trabajar juntos». Jim Brown por su parte dijo que al principio no se sintió atraído por Raquel, pero las cosas cambiaron cuando tuvieron que filmar la famosa escena. «Cuando finalmente llegó el momento, el director me dijo que actuara como si estuviera hambriento de sexo. Quería que le arrancara la camisa. En Hollywood se habla mucho de la motivación, y pensé que el director en este caso tenía dos: quería algo de pecho en la pantalla, particularmente porque era el pecho de Raquel, o simplemente quería cabrear a algunos blancos».

La última etapa de su carrera Raquel la pasó en la televisión, con apariciones memorables en series como Seinfeld (un episodio en 1997) y CSI: Miami (un episodio en 2012). Una de sus últimas películas fue Una rubia muy legal (2001).

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