El momento en que Alfred Hitchcock y Agatha Christie estuvieron más cerca de colaborar

Resulta curioso que el considerado maestro del suspense y la intriga en el cine nunca haya coincidido con la considerada la gran dama de la novela de misterio. Así es, Alfred Hitchcock nunca adaptó una historia de Agatha Christie, lo que es realmente sorprendente, ya que el cineasta siempre estaba a la caza y captura de material escondido en las librerías y porque la escritora ofreció a lo largo de su vida, entre novelas, relatos cortos y obras de teatro, cientos de tramas que encajaban con lo que buscaba Hitchcock.

En realidad, sí estuvieron a punto de cruzar sus destinos en una ocasión. Hay que retroceder hasta diciembre de 1954, cuando Finlay McDermid, editor de guiones de Warner Bros, escribe a Hitchcock para hablarle de Witness for the Prosecution (Testigo de cargo), la obra que triunfa en los escenarios en esos momentos (se había estrenado en Londres en 1953 en el Winter Garden Theatre y también había tenido mucho éxito durante sus representaciones de prueba en el Off Broadway) y de lo apropiado que era ese material para el cine y más concretamente para Hitchcock.

McDermid adjuntó una sinopsis de la trama, pero insistía en la carta con que sería necesario abordar dos cuestiones antes de poder realizar cualquier película: en primer lugar, garantizar que el proyecto se ajustara al código de producción de Warner y, en segundo lugar, tratar con la propia Christie, ya que era bien sabido que, en general, no estaba interesada en vender los derechos para el cine de sus historias. No hay constancia de la respuesta de Hitchcock. 

Como le ocurrió con la novela de los franceses Pierre Boileau y Thomas Narcejac Celle Qui N’Etait Plus (más conocida como Las diabólicas), otro material perfecto para él, en esta ocasión también se le adelantaron. En el caso de Las diabólicas, le adelantó por poco Henri-Georges Clouzot, que hizo una excelente película. Hitchcock respondió comprando los derechos de otra novela de Boileau – Narcejac. El resultado fue Vertigo (1958). 

En el caso de Testigo de cargo, Billy Wilder se llevó el gato al agua y en 1957 nos ofreció una obra maestra con Tyrone Power, Marlene Dietrich y Charles Laughton. Incluso la escritora, siempre tan crítica y desencantada con las adaptaciones de sus obras, llegó a decir que esta «es la única que me ha dejado realmente satisfecha. Es muy buena».

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