Ha dicho Xavier Dolan (Montreal, Quebec, Canadá. 1989), el genio maldito que debutó como director con 19 años, que ya no le quedan fuerzas para seguir, ganas para estar dos años trabajando en un proyecto y que luego nadie lo vea. Dolan asume las palabras de Hayao Miyazaki («hacer cine solo te da sufrimiento»), así que se retira. El actor y director ha estrenado en Filmin la serie de cinco episodios La noche que Logan despertó (2022). Y también se puede ver Mi vida con John F. Donovan (2018). Lo mejor para despedirse de este cineasta, niño mimado del Festival de Cannes.
Hacia al final de Mi vida con John F. Donovan (2018), durante una escena en el baño de la casa familiar entre Susan Sarandon, Kit Harington y Jared Keeson, es decir, los hermanos John y James Donovan y la madre de ambos, Grace, la cámara se detiene durante varios minutos en el rostro de la actriz. Es un primer plano sin diálogo, con solo pequeños y sutiles cambios de expresión, gestos casi imperceptibles con los que la actriz transmite todas las emociones de una madre hacia su hijo más y mejor que si hubiera tenido todos los diálogos del mundo. Es un milagro de interpretación y es una pena que Sarandon no recibiese una nominación al Oscar. Solo por ese primer plano sostenido se hubiese merecido todos los premios del mundo. “Ocurren tantas cosas en los ojos de los actores, sus expresiones, su cara, no quiero perderme nada”, aclaró Dolan.
John F. Donovan es actor de series de televisión, aunque es más que eso. Es un ídolo de masas, una estrella adorada por millones de fans. Es como Johnny Depp cuando hacía 21 Jump Street (Nuevos policías) (1987-1991), aunque John F. Donovan es homosexual, pero no puede salir a la luz su secreto porque entonces todo el negocio se derrumbaría.
Por eso tiene una novia de cara a la galería, una sofisticada celebrity llamada Amy Bosworth (interpretada por la actriz canadiense Emily Hampshire). También tiene una agente veterana que lleva toda su vida en el negocio del espectáculo (poderosa Kathy Bates) que vigila como un halcón al acecho su carrera. Y tiene un fan incondicional cuya corta vida ha estado moldeada por la figura de su ídolo. Es un niño, se llama Rupert Turner, es actor infantil y lo interpreta Jacob Tremblay, tan impresionante como en Room (La Habitación) (2015), la película que le dio el Oscar a Brie Larson. La madre de este chaval es Natalie Portman, maravillosa como leona que lo único que quiere es proteger a ese niño tan especial sin saber si lo está haciendo bien. Hay una escena de encuentro entre madre e hijo, con la canción Stand By Me en versión de la banda Florence and the Machine de fondo.
Rupert sobrevive al bullying y al rechazo gracias a la correspondencia que mantiene con John F. Donovan, al que nunca ha conocido y posiblemente nunca conozca. Su ídolo le contesta, y esas cartas se convierten en el eje de la trama cuando Rupert se hace mayor (interpretado por Ben Schnetzer, sustituyendo al previsto Nicholas Hoult), ya es un actor famoso y es entrevistado por una periodista de “temas serios” que acude con desgana a una cita con él. En la película no nos dicen cómo se llama la reportera engreída, pero Thandiwe Newton nos ofrece una de las mejores creaciones de su carrera. También tenemos al gran Michael Gambon, veterano actor irlandés que sólo tiene una escena, pero le sobra para ponerse toda la película de su parte. Lo de las cartas es autobiográfico; después de ver Titanic (1997), el propio Dolan empezó a escribir a Leonardo Di Caprio. Tenía ocho años. River Phoenix (1970-1993) y Heath Ledger (1979-2008) y sus prematuras y trágicas muertes seguro que también tuvieron algo que ver en la construcción de Donovan.
The Death & Life of John F. Donovan (Mi vida con John F. Donovan) fue la primera película en inglés del canadiense, que además es actor y suele protagonizar sus propias películas como director. Aquí no sale y se limita a dirigir y firmar el guion. En esta última tarea le ayuda otro prodigio canadiense, Jacob Tierney, de 42 años, director de esa rareza titulada Good Neighbors (2010), con Scott Speedman, Jay Baruchel, Emily Hampshire y Dolan como un grupo de vecinos acosados por un asesino en serie.
Estos chicos, Dolan y Tierney, podrían ser como nuestros “Javis” (Ambrossi y Calvo) pero en Canadá y con proyección internacional. Sobre todo, Dolan, que ha ganado varios premios en Cannes y fue miembro del jurado en la 68 edición del Festival. Fue en 2015 y junto a él estaban en el grupo elegido para valorar las películas a concurso: Sophie Marceau, Ethan y Joel Coen, Jake Gyllenhaal, Rossy de Palma, Guillermo del Toro, Sienna Miller, Thierry Frémaux y la cantante y compositora Rokia Traoré. Va a tener razón Whoopi Goldberg cuando le preguntaron qué sentía al ser miembro del jurado de Cannes (ella lo fue en 1991 junto a, entre otros, Roman Polanski, Alan Parker, Vittorio Storaro y Vangelis) y la actriz contestó: “si sólo me reuniera con esta gente para leer la guía de teléfonos ya hubiese merecido la pena, imagínese para ver películas”.
Después de The Death & Life of John F. Donovan (Mi vida con John F. Donovan), Dolan volvió a su cine más intimista marca de la casa con Matthias & Maxime (2019), en la línea de los trabajos que le dieron prestigio y fama. El primero fue J’ai tué ma Mère (Yo maté a mi madre) (2009), que dirigió tras una carrera como actor que empezó con cinco años. Este guion lo escribió con 16, era autobiográfico, “Yo era un niño muy violento. Creo que las películas, la escritura y el arte han sido una forma de canalizar esto”, y se estrenó en el Festival de Cannes 2009 recibiendo una ovación de ocho minutos.
Luego llegaron, Les amours imaginaires (Los amores imaginarios) (2010), inspirada en parte en Husbands and Wives (Maridos y Mujeres) (1992) de Woody Allen y premiada en la sección Un Certain Regard de Cannes. Laurence Anyways (2012), Tom à la Ferme (Ton en la granja) (2013), Mommy (2014), doce minutos de aplausos en Cannes, y Juste la fin du Monde (Solo el fin del mundo) (2016), drama familiar para el que logró reunir a buena parte del star system francés (Gaspard Ulliel, Marion Cotillard, Léa Seydoux, Vincent Cassel, Nathalie Baye…). Rodada en solo 20 días, fue, por el contrario, abucheada en Cannes, pero se llevó el Gran Premio del Festival y el Premio del Jurado Ecuménico, además de ser un éxito de taquilla. Dolan dice que es su mejor película, de la que está más orgulloso, quizá porque en ella pudo dirigir a su adorada Mation Cotillard, de la que ha confesado sentirse completamente enamorado y tener con ella una conexión especial. Los palos que recibió la película en Cannes tuvieron respuesta, y es que al ingobernable Dolan le tenían muy mal acostumbrado en esa parte de la Costa Azul. “Siempre estás preparado para que a la gente no le guste tu trabajo. Pero en este caso me siento desconcertado. (…) Si el tipo que le da a Creed: La leyenda de Rocky (2015) cinco estrellas y a Fast and the Furious cuatro estrellas y media está diciendo que Marion Cotillard es un aburrimiento en mi película, entonces realmente es el fin del mundo. Y te preguntas qué diablos está pasando”.
Además de en sus propias películas, busquen al Dolan actor en Boy Erased (Identidad borrada) (2018), Bad times at the Royale (Malos tiempos en el Royale) (2018) y el capítulo 2 de It (2019) donde interpreta a Adrian Mellon, el joven gay y asmático que es agredido brutalmente, y arrojado al río, al principio de la película.
“He estado grabando desde siempre. Soy un observador. Soy un acosador. Amo todo sobre la gente. Para mí, observar siempre ha sido una pasión”. Esta es su declaración de intenciones y así se presenta al mundo este cineasta que para unos será un cargante, para otros un genio maldito.