Piruetas del destino: 33 años de Pretty Woman

Aprovechando el estreno en España de Pretty Woman: El Musical (teatro EDP Gran Vía. Madrid) os contamos cómo Julia Roberts y Richard Gere llegaron a la película y superaron en el casting a «casi cada actor y actriz probable de Hollywood (así como una cantidad de muchos francamente improbables)».

Cuando una película está considerada como una de las imprescindibles de todos los tiempos (así fue votada por los oyentes de Capital FM en Londres), una de esas que debes ver antes de morir, y cuando estamos ante un clásico del cine como es Pretty Woman (1990), la leyenda se engrandece y el mito nos atrapa.

Mucho tuvieron que ver con ese éxito Richard Gere y Julia Roberts, su química tan especial fue determinante… pero las cosas estuvieron a punto de no salir exactamente así.  

Para empezar, Gere, que había encadenado varios títulos que le coronaron como el nuevo sex symbol de Hollywood (American Gigolo, Oficial y Caballero y Vivir sin aliento), rechazó el papel del ejecutivo Edward Lewis. Cuentan por los pasillos de los estudios de Hollywood y en las fiestas de Beverly Hills la siguiente historia: resulta que el actor estaba al teléfono decidido a rechazar el personaje cuando Julia Roberts, que estaba con él, le pasó una nota con las palabras «por favor, di que sí». Aceptó el papel en ese momento.

Realidad o ficción, esta anécdota nos da una idea de lo cerca que estuvo Pretty Woman de ser algo muy diferente a lo que terminamos viendo.

Para empezar, Disney no quería a Julia Roberts para el papel de Vivian, sino a Meg Ryan, que acaba de estrenar Cuando Harry encontró a Sally (1989) y era la reina de las comedias románticas.

Esto fue cuando decidieron que Pretty Woman iba a ser una especie de cuento de hadas moderno, y no la historia oscura y decadente que era el guion original y que llevaba por título “$3,000”, que es la cantidad de dinero que Vivian y Edward acuerdan para una semana de servicio.

En esa etapa convulsa del proyecto, cuando el camino a seguir no estaba muy claro, y antes de que Gere y Roberts fueran los elegidos, pasaron muchas cosas y algunas muy raras.

Ya hemos dicho que en Disney querían a Meg Ryan, y a Sean Connery como Edward Lewis. Richard Gere y Julia Roberts se llevaban en ese momento 18 años de diferencia (él tenía 40 y ella 22). Connery tenía 59 años cuando pensaron en él para el papel y Ryan cumplía 29. Son 30 años de diferencia, quizás demasiados.

Fue entonces cuando pusieron el foco en la actriz británica Emily Lloyd, que no pudo aceptar porque ya había sido elegida para interpretar a la hija de Cher en Sirenas (1990). Pero la vida es muy injusta y las piruetas del destino caprichosas. Resulta que Cher conoció a Emily y decidió que no se parecían lo suficiente como para interpretar a madre e hija, por lo que la joven actriz fue sustituida por Winona Ryder, a pesar de que ya había empezado el rodaje. Emily se quedó sin dos películas que habrían cambiado su carrera, sobre todo Pretty Woman.

En el mundo de Hollywood la lógica pocas veces funciona, pero cuando lo hace todo tiene sentido. Por ejemplo, que Molly Ringwald (otra reina, esta vez de la comedia juvenil tipo 16 Velas (1984), El club de los cinco (1985) y La chica de rosa (1986) recibiera una llamada. Ringwald se puso estupenda y rechazó la oferta porque no estaba cómoda con la idea de interpretar a una prostituta. No hay que decir que la actriz ha confesado en varias ocasiones lo arrepentida que estaba de esa decisión. Aunque recientemente ha matizado: «Sí, me llegó un guion, pero no recuerdo si era una oferta en firme o no. Ni siquiera sé si lo rechacé, pero bueno, reconozco que lo que me ocurrió es una muy buena historia para contar en Hollywood. En cualquier caso, no puedo imaginar a nadie más en ese papel excepto a Julia, porque estaba destinado a ella y la película es lo que es gracias a ella”.

Cuando el nombre de la pelirroja Ringwald estaba sobre la mesa para ser Vivian, el del actor norteamericano, pero francés de adopción Christopher Lambert, muy de moda en ese momento por Greystoke (1984), Subway (1985) y Los inmortales (1986), estaba en el punto de mira para interpretar a Edward.

En ese momento, las cosas se desmadraron un poco. Como ejemplo, el que alguien sugiriera a Jane Seymour. Drew Barrymore hizo una prueba, pero fue rechazada porque era demasiado joven, lo mismo pasó con Winona Ryder.

Entonces se acercó por el horizonte Diane Lane, que estuvo muy cerca de llevarse el papel, pero tuvo que retirarse en el último momento debido a conflictos con otros proyectos. Los nombres seguían lloviendo: Helen Hunt, Kyra Sedgwick, Lauren Holly y Natasha Richardson fueron consideradas. El casting llegó hasta Europa con la actriz francesa Sophie Marceau.

Y Jodie Foster, que acababa de ganar su primer Oscar, por Acusados ​​(1988), se mostró ligeramente interesada.

Por ahí andaban haciendo pruebas Uma Thurman, Sandra Bullock y Michelle Pfeiffer, mientras Daryl Hannah y Jennifer Connelly rechazaban el proyecto. También pasó Sarah Jessica Parker.

Al final quedaron dos finalistas, la italiana Valeria Golino, que acababa de acompañar a Tom Cruise en Rain Man (1988), y Julia Roberts.

Y mientras, la búsqueda del protagonista masculino seguía a igual ritmo. 

Christopher Reeve se presentó a las pruebas, como recordó en sus memorias el malogrado actor: «Tuve que interpretar las escenas con la directora de casting dándome la réplica como Vivian. Ella se pasó todo el rato con la nariz pegada a las páginas. A mitad de la segunda escena, la ira, la frustración y la humillación se apoderaron de mí. Rompí las páginas por la mitad, las tiré al suelo y les dije a Garry Marshall y a los productores que no tenían derecho a tratar a ningún actor de esa manera. Luego salí de la sala». 

Por sorprendente que parezca, le ofrecieron el papel a Burt Reynolds y por más sorprendente que parezca, lo rechazó. En 2012, el actor dijo en broma en el programa de Piers Morgan que, después de ver la película, se dio cuenta del grandísimo error que había cometido.

También lo rechazó Al Pacino porque consideró con buen criterio que no era el actor adecuado. 

Cuando Billy Wilder buscaba al actor perfecto para ser Walter Neff en Perdición (Double Indemnity) (1944), dicen que pasaron por el casting “casi cada actor probable de Hollywood (así como una cantidad de muchos francamente improbables”). El elegido fue uno de los menos probables, Fred MacMurray. “Probé para el papel a todos los galanes de la ciudad. Incluso me rebajé a probar a George Raft, que es mucho rebajarse”, le contó Wilder al cineasta Cameron Crowe en el imprescindible libro entrevista Conversations with Billy Wilder. 

Pues bien, en Pretty Woman pasó lo mismo. Pasaron los “probables”, como John Travolta y Dennis Quaid, los “francamente improbables”, como Albert Brooks y Robin Williams, y hasta se rebajaron a probar a Sylvester Stallone “que es mucho rebajarse”.

En su libro de 1994 We’re Ready for You, Mr. Grodin, el actor Charles Grodin recuerda que le pidieron que hiciera una prueba. El director Garry Marshall animó a Grodin a improvisar junto a Julia Roberts. En su autobiografía I Like It Better When You’re Funny, Grodin cuenta la pequeña, o grande, faena que le hicieron: cuando le llamaron, resulta que Richard Gere ya había sido elegido. “Si hubiera sabido eso, no habría salido volando hacia ese casting”.

En España, Pretty Woman es una de las películas de mayor éxito jamás proyectadas en televisión. Hasta julio de 2022, ha habido más de 40 reposiciones de la película en televisión y siempre ha tenido índices de audiencia astronómicos.

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