El ejercicio es el siguiente: te lees la novela de Agatha Christie titulada Las Manzanas (Hallowe’en Party), publicada en 1969, y luego, sin perder mucho tiempo, ves en Disney+ la película Misterio en Venecia, que dicen está basada en el libro. Entonces es cuando te haces la pregunta: ¿para qué compraron los derechos de la historia a James Prichard, bisnieto de la escritora, que se define como el guardián del legado de su bisabuela?
Novela y película no tienen nada que ver. Y Prichard es productor ejecutivo de la película.
Cuando Agatha Christie firmó para que MGM llevara al cine cuatro aventuras de Miss Marple, las cosas no salieron nada bien. Las películas protagonizadas por Margaret Rutherford como la detective aficionada, estrenadas entre 1961 y 1964, se cambiaron tanto que incluso la última terminó siendo un guion original sin nada que ver con la obra de la escritora. Christie confesó sentirse “realmente enferma y avergonzada”. También dijo que firmó el contrato por dinero, fue su culpa y cayó en la trampa.
¿Pensaría de la misma manera ahora, tras ver este Misterio en Venecia que, como Asesinato a bordo (Muder Ahoy) (1964), revuelve tanto la historia hasta hacerla casi original?
Lo único que tienen en común Las manzanas con Misterio en Venecia es el arranque, porque en ambas la escritora Ariadne Oliver acude a su amigo Poirot para que resuelva un enigma que ella es incapaz de descifrar. Lo que sigue a continuación son dos historias muy distintas que, incluso, se desarrollan en lugares diferentes.
Las manzanas transcurre en el tranquilo pueblo inglés de Woodleigh Common a unos 50 kilómetros de Londres y cerca de la ciudad de Medchester.
La acción de Misterio en Venecia está ambientada en la ciudad de los canales, concretamente en un palazzo posiblemente inspirado en Ca’Dario, un edificio real que da directamente al Gran Canal y es famoso por su presunta maldición.
En Las manzanas tenemos a Rowena Drake, “una guapa mujer de mediana edad” que celebra una fiesta infantil en su mansión de Los Manzanos. Durante los juegos, una niña llamada Joyce Reynolds asegura que hace años fue testigo de un crimen. Minutos después, la adolescente es asesinada: alguien le ha metido la cabeza en un barreño lleno de agua.
En Misterio en Venecia Joyce Reynolds resulta ser una famosa médium (interpretada por Michelle Yeoh) que acude al palazzo medio en ruinas de la famosa estrella de la ópera Rowena Drake (Kelly Reilly) para celebrar una sesión de espiritismo. El objetivo es contactar con Alicia Drake, la hija de Rowena que se suicidó arrojándose a las aguas del canal. Ariadne (Tina Fey) cree que Joyce es una impostora y llama a Poirot para que la desenmascare. Vamos, como Charles Condomine en Blithe Spirit (Un espíritu burlón), la comedia de Noel Coward sobre un escritor de obras policiacas que prepara un relato de misterio sobre una médium homicida y para documentarse invita a su casa a Madame Arcati, convencido de que es una farsante.
En la película, el personaje de Olga Seminoff es la fiel ama de llaves de Rowena y lo interpreta la actriz francesa Camille Cottin. En la novela, es la dama de compañía de Mrs. Louise Llewellyn-Smythe, la rica señora del pueblo cuya muerte originó un escándalo mayúsculo por un testamente falsificado.
Jamie Dornan interpreta en el film al atormentado Doctor Leslie Ferrier, que vive en el palazzo junto a su hijo Leopold (Jude Hill) y atiende a Rowena con devoción porque está secretamente enamorado de ella. En la novela, Leslie Ferrier es un joven abogado de mala vida que fue apuñalado porque, dicen, se enrolló con la esposa del dueño del pub Cisne Verde. Este es uno de los crímenes que pudo ver Joyce Reynolds.
En la novela, Leopold es el hermano pequeño de Joyce, un bicho, como su hermana, de 11 años aficionado al chantaje.
Ariadne Oliver dice en la novela que detesta el agua, lo que no deja de resultar curioso porque los cineastas la mandan en la película precisamente a una ciudad rodeada de agua. La escritora conoció a Judith Butler, su anfitriona en Woodleigh Common, durante un viaje a Grecia. Resulta que “me caí al mar cuando volvíamos de una de las islas y Judith ayudó en el rescate. Eso hizo que nos conociéramos”. Por esa línea tan fina podríamos relacionar novela y película, pero no cuela. Según Christie, Judith es una mujer de 35 años “pelo rubio, lacio, hasta los hombros, cuerpo estilizado, rostro alargado, mejillas hundidas, ojos grandes, color verde mar y pestañas muy largas”. En la película no existe nadie así ni nadie que se llame Judith Butler.
Película y novela tienen en común una fiesta infantil por Halloween y el juego de las manzanas (en un barreño lleno de agua para cogerlas con la boca) y el breve apunte sobre cómo se conocieron Oliver y Poirot, hace años, durante el caso conocido como “El asesinato de los baños públicos de Canning Road”, como nos cuentan tanto en el libro como en la versión cinematográfica. Poco más hay que compartan las dos.
Para ver una adaptación fiel de la novela, no hay más que irse a la serie Poirot, temporada nueve episodio cuatro. Está en Filmin.
La película de Kenneth Branagh se lanza de lleno a las tierrras paranormales y góticas de obras como The Thirteenth Chair (1916), de Bayard Veiller, Benighted (The Old Dark House) (1927), de J.B. Priestley, o Rebecca (1938), de Daphne du Maurier. Incluso podría recordar al clásico de la propia Agatha Christie And the There Were None (Diez negritos) (1939) por eso de un grupo de personas atrapadas en una casa, aislados por una tormenta y sospechosos de un crimen. El niño Leopold lee a Edgar Allan Poe, pero Misterio en Venecia es más bien una película de fantasmas, algo que no es el libro. Si los productores querían una de fantasmas firmada por Christie sólo tenían que haberse fijado en The Last Séance, historia publicada en la colección de relatos cortos Poirot infringe la Ley.
Como en Misterio en Venecia, The Last Séance nos habla de una famosa médium contratada para realizar una última sesión a pesar de sus recelos y de su sensación de peligro inminente. Se llama Simone, es francesa y la interpretó la gran Jeanne Moreau en una adaptación para televisión. La película se emitió en 1986 dentro del programa Sombras en la oscuridad (Shades of Darkness), una especie de Historias para no dormir con sello británico.