Colin Farrell no quiere ni oír hablar de esta película que rodó hace 20 años

Colin Farrell (Dublín, 1976) es uno de los actores más respetados del cine actual. Nominado al Oscar por su magnífica interpretación del confundido Pádraic Súilleabháin en Almas en pena de Inisherin (2022), por la que también ganó el premio en Venecia, es un profesional arriesgado que ha trabajado, además, con Yorgos Lanthimos (El sacrificio de un ciervo sagrado. 2017), Sofia Coppola (La seducción. 2017), Steve McQueen (Viudas. 2018) o Tim Burton (Dumbo. 2019).

Con el director de Almas en pena de Inisherin, Martin McDonagh, se lleva muy bien y ha coincidido con él en tres de sus cuatro largometrajes.

Pero hay otros cineastas con los que no ha congeniado tan bien, aunque trabajase con ellos en su época más rebelde.

«Con un par o tres de directores me hubiera liado a puñetazos… Con algunos actores también. No tuve feeling con Oliver Stone en Alejandro Magno (2004), ni con Michael Mann en Corrupción en Miami (2006). Tampoco sé todavía lo que hacía en El nuevo mundo (2005) con ese tipo, Malick…».

Con Oliver Stone no es difícil llevarse mal, y Colin Farrell todavía recuerda con horror la película que hizo con el director. «Las críticas a Alejandro Magno fueron duras. Lo digo ahora, tranquilo, relajado, pero no me disculparé por lo mucho que me afectó, emocional y psicológicamente. Iba a dejar de actuar. No podía ir a comprar cigarrillos sin sentir la necesidad de disculparme con el dependiente, en el caso de que hubiera visto la jodida película. Fue un golpe duro, pero si vas a caer, hazlo de forma espectacular, que es lo que hizo esta película: crítica, creativa y financieramente».

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