A medida que el circuito otoñal de festivales empieza a bajar el telón, las películas que destacaron en ellos empiezan su carrera a los premios del año. Entre ellas sobresale Hamnet, la adaptación de Chloé Zhao de la novela de Maggie O’Farrell. Su recorrido impresiona. Siete premios del público en Toronto, San Diego, Virginia, Mill Valley, Middleburg, Valladolid y Londres. No es habitual que una producción genere un afecto tan estable en regiones tan distintas. Es una señal, quizá la más evidente hasta ahora, de que Zhao vuelve a situarse en el centro de la conversación de cara a la temporada de premios.

Esa ola de reconocimientos cuando la temporada de premios entra en su fase decisiva, ha hecho que Hamnet sea la película favorita de muchos votantes. Ya se habla del pulso en los Oscars entre Hamnet y Una batalla tras otra, la nueva película de Paul Thomas Anderson, un director que nunca ha ganado un Oscar frente a Chloé Zhao que ya se ha llevado el suyo.
Detrás de ellas, un grupo pequeño intenta mantenerse a su alcance encabezado por Sinners, el regreso de Ryan Coogler en clave de terror gótico y Marty Supreme, el desenfrenado filme deportivo de Josh Safdie. En paralelo, otros títulos han recogido el aplauso del público y podrían convertirse en la sorpresa del año. En este abanico destacan Frankenstein, de Guillermo del Toro, que venció en el festival de SCAD de Savannah. Rental Family, de Hikari, que empató con Hamnet en Middleburg y salió como finalista también en SCAD o Wicked: For Good que promete ser el taquillazo del año.

Donde el panorama resulta más árido es en la categoría de Mejor Actriz. Entre las paradojas surge la de aquellos críticos que no comulgan con Hamnet, pero que coinciden en que Jessie Buckley está espléndida. Ese consenso la coloca como favorita, no solo por mérito, sino por la falta de rivales con opciones reales. La lista de aspirantes se ha ido adelgazando por semanas y solo Cynthia Erivo aparece como segunda favorita en los pronósticos. Otras actrices que sobreviven son Emily Blunt por The Smashing Machine, Emma Mackey por Ella McKay, Dakota Johnson por Materialists y Rose Byrne por If I Had Legs I’d Kick You.

Tras su paso por Sundance, muchos señalan a Byrne como la auténtica favorita por su brillante actuación que no parece una actuación. Sin embargo, su película carece del aparato de campaña que tienen las grandes candidatas. Y en Hollywood, ese detalle pesa tanto como el talento.
La noruega Renate Reinsve, protagonista de Sentimental Value, se mantiene también entre las candidatas. Probablemente será nominada, aunque su papel roza el territorio del reparto. Además, la eclipsa un poco Stellan Skarsgård, quien domina cada escena y podría ganar en la categoría de actor secundario, si Sean Penn se lo permite por Una batalla tras otra.
En medio de la confusión, algunos intentan abrir hueco para Jennifer Lawrence, que firma un trabajo intenso en Die My Love o Emma Stone por Bugonia, quien podría entrar por inercia. Menos probable parece la opción de Amanda Seyfried, impulsada por los fans de The Testament of Ann Lee. Su papel carece de profundidad, pero la actriz canta y baila, igual que Kate Hudson en Sing Sing Song. Si la justicia poética contara en la Academia, el nombre que deberíamos escuchar en febrero sería el de Rose Byrne.
Texto: María Estévez



