Mirar y que te miren tiene consecuencias. Visita Shadowz y sabrás por qué

La frase que abre este reportaje es de Stephen Rebello, autor del libro Alfred Hitchcock and the Making of Psycho. En Shadowz lo saben. Mirar y que te miren tiene consecuencias. Y si no que se lo digan a Elizabeth Taylor (1932-2011), que en el magnífico ejercicio de suspense Una hora en la noche (Night Watch) (1973) interpreta a Ellen Wheeler, una señora bien que un buen día mira por la ventana de su dormitorio y cree ver un asesinato en el caserón abandonado de enfrente. La película está basada en una obra de teatro de Lucille Fletcher (1912-2000), la misma que escribió la angustiosa Sorry, Wrong Number (Voces de muerte), obra radiofónica llevada al cine en 1948 con Barbara Stanwyck.

Elizabeth Taylor mira por la venta. El giro final te dejará clavado en el sillón

A Ellen Wheeler nadie la cree, pero para esta mujer ha quedado claro que mirar tiene consecuencias.

El relato corto Don’t Look Now, de Daphne Du Maurier (1907-1989), comienza con esta frase que le dice John Baxter a su mujer mientras disfrutan de una agradable comida en un encantador restaurante en la isla veneciana de Torcello: “No mires ahora, pero dos mesas más allá hay dos viejas que están intentado hipnotizarme”. El protagonista se ha fijado en dos extrañas señoras que comen en la mesa de al lado y que no paran de mirarlos. Las consecuencias serán terribles. Amenaza en la sombra (Don’t Look Now) (1973), la adaptación al cine del relato de la autora de Rebeca es una de las mejores películas de la historia del cine y una de las más inquietantes, con un final terrorífico que se te pega al cuerpo y no te abandona incluso cuando ya te has ido a dormir. El siempre recordado Donald Sutherland (1935-2024) y Julie Christie (1940) están magníficos como los Baxter, de viaje en Venecia por trabajo de él y un poco para superar la terrible muerte de su hija pequeña. Los canales de la ciudad se convierten en una trampa mortal, la inolvidable banda sonora de Pino Donaggio ayuda al tremendo desasosiego, alguien que se comunica con los muertos y un asesino en serie que arroja los cuerpos al agua. Una obra maestra absoluta. Amenaza en la sombra es la película que mejor responde a la famosa frase del escritor Jason Zinoman: “Las buenas películas de terror nos hacen pensar; las mejores hacen que dejemos de hacerlo”.

Julie Christie como Laura Baxter acompañada de Hilary Mason (Heather) y Clelia Matania (Wendy), las dos extrañas mujeres que ven gente muerta

En Ellos (Ils) (2006) tenemos la secuencia que abre la película, antes de los títulos de crédito. Un espectador dijo que ese momento posiblemente sea el más aterrador que ha visto en una pantalla. Estamos en una noche lluviosa del 6 de octubre de 2002 en una carretera perdida a las afueras de Bucarest (Rumanía). Un coche, dentro una mujer y su hija adolescente discuten. De pronto, algo se cruza, la mujer pierde el control y se empotra contra un poste de teléfono. Las están vigilando, y mirar y que te miren, como ya hemos apuntado, trae consecuencias. La mujer baja y desaparece. La hija se queda sola en el coche… pero ¿hay alguien en la parte de atrás?

Lo que viene después es una historia para no dormir de manual. Una casa de campo rodeada de bosques y bastante grande. Allí están Lucas (Michaël Cohen) y Clémentine (Olivia Bonamy), él es escritor y ella es profesora de francés en un colegio de Bucarest. Se hace de noche, un perro vagabundo ladra, llueve mucho, suena el teléfono y nadie contesta y se oyen ruidos en la casa. Se van los plomos, hay luces de linternas recorriendo el jardín. La televisión está encendida (la había apagado) y los grifos abiertos. “Han entrado en la casa”. La situación se está poniendo muy fea, así que se encierran en el baño, abren la trampilla del techo y ella sube.

Alguien ha entrado en la casa y Lucas (Michaël Cohen) sale a mirar

Ellos (Ils) se rodó en 30 días y está basada en hechos reales… o eso nos dicen, porque en realidad es una leyenda urbana que les contó a los directores David Moreau y Xavier Palud un taxista de Checoslovaquia.

El padrastro (The Stepfather) (1987) comienza con el protagonista mirándose en el espejo después de haber matado a toda su familia. Lo que ve no le gusta y trae consecuencias. La primera, una buena ducha y luego una nueva vida y una nueva familia. Estamos ante lo que se llama una auténtica película de culto. Todo empezó con un recorte de prensa sobre un tipo de New Jersey, John List, que había asesinado a su familia antes de desaparecer. “Una novela sobre su siguiente familia sería interesante”, pensó la editora Carol Lefcour. Cuando el libro no salió adelante, Donald E. Westlake (1933-2008) escribió un guion construido de tal forma que no te prepara para la violencia. “No debería haber mucha, pero cuando llega debe aparecer antes de que el espectador se dé cuenta”, como explica Westlake en el libro entrevista Backstory 4, de Pat McGilligan. Por ejemplo, el brutal golpe que le da con el teléfono Jerry (Terry O’Quinn) a Susan (Shelley Hack) y que te pilla tan desprevenido que parece que te lo ha dado a ti. Entertainment Weekly clasificó a esta película como la vigésimo segunda más aterradora de todos los tiempos. El protagonista, Terry O’Quinn, no salió tan contento. «Aunque fue la primera vez que tuve un papel tan destacado, realmente no me lanzó de ninguna manera. Hizo que la gente me llamara para interpretar a más psicóticos, y yo no quería convertirme en eso. Así que seguí pasando hambre durante un buen tiempo”.

Terry O’Quinn y Shelley Hack. Al «ángel de Charlie» le espera una buena pesadilla

Francis Dollarhyde (Tom Noonan) trabaja como técnico en un laboratorio fotoquímico donde se revelan películas. Este hombre es un voyeur, “mira” esas películas caseras familiares y con lo que ve identifica a sus futuras víctimas. En su caso, mirar trae consecuencias terribles a esas familias porque Dollarhyde es un asesino en serie, nacido en la novela de Thomas Harris (1940) El Dragón Rojo, adaptada al cine por primera vez en 1986 por Michael Mann (1943) con el título de Hunter. Un proyecto para el que se juntaron tres genios, el productor Dino de Laurentiis (1919-2010), el director Mann y el escritor Harris, y que presentó por primera vez en el cine a Hannibal Lecter (interpretado por Brian Cox). “Para mí el público es un organismo muy sensible sentado en una sala oscura y todo tiene un efecto en él”, ha dicho Michael Mann, uno de los cineastas más influyentes del cine moderno.

Brian Cox, el primer Hannibal Lecter

El espectador mira la pantalla y todo lo que ve le afecta. Y si eres un niño de ocho años con una madre cinéfila que te lleva al cine todos los días más todavía. Ese es John Carpenter (1948) y tenía esa edad cuando rodó su primer cortometraje con una cámara de 8 MM. La pequeña creación hablaba de una invasión extraterrestre. Pasaron los años y el futuro genio ingresó en la escuela de cine donde, según recuerdan sus compañeros, ya inspiraba respeto. El mismo que se ganó con sus películas, desde la primera, Dark Star (1974), pasando por clásicos como Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976), Halloween (1978), La niebla (1980), 1997: Rescate en Nueva York (1981), La cosa (1982), Christine (1983) y Golpe en la pequeña China (1986). De todas se habla en el documental Big John (2006), una hora y quince minutos para bucear en el universo cinematográfico del director.

Mickey Rourke en busca del corazón del ángel

“Era viernes trece y la nieve caída el día anterior perduraba en las calles como los vestigios de una maldición”, así arranca William Hjortsberg (1941-2017) su novela Falling Angel (El ángel caído) (1978) que Alan Parker (1944) llevó al cine en la demoniaca El corazón del ángel (Angel Heart) (1987). Stephen King tiene mucha razón, como siempre, cuando dijo que este relato de horror, de género negro, detectives privados, ritos de vudú, magia negra, sacrificios humanos y terror sobrenatural “es como si Raymond Chandler (1888-1959) hubiese escrito El exorcista”. La película de Parker es igual de buena, o mejor, porque suprime capítulos enteros que no hubieran funcionado en el cine y porque por mucho que imaginemos leyendo la novela cómo es y qué hace Epiphany Proudfoot jamás hubiéramos llegado a Lisa Bonet (1967) y su danza infernal. Ni a Charlotte Rampling (1946) como la femme fatal Margaret Krusemark, millonaria, misteriosa y bruja. Muchos menos a Robert De Niro (1943) pelando un huevo duro, echándole sal y abriendo la boca para morderlo. El actor fue tan lejos en su caracterización del inquietante Louis Cyphre que Alan Parker confesó luego que siempre que pudo intentó evitarle en el rodaje. En la novela, toda la historia se desarrolla íntegramente en la ciudad de Nueva York en la década de 1950. La película, sin embargo, traslada su acción en parte a Nueva Orleans, Luisiana, un cambio sugerido por el mismo Hjortsberg con el que todos salimos ganando.

Katharine Ross no está dispuesta a ser la esposa perfecta

Stephen King (1947), el escritor vivo más adaptado al cine como se puede comprobar en el documental King on Screen (2022), un repaso a todas las películas basadas en novelas del prolífico autor de Maine, suele decir que Ira Levin (1929-2007) es “El relojero suizo de las novelas de intriga. A lo que se suprime un giro argumental todo se viene abajo”. The Stepford Wives fue la cuarta novela de Levin. Tras los éxitos de la primera, A Kiss Before Dying (1953) y, sobre todo, de Rosemary’s Baby (1967), el autor publicó en 1972 esta fábula de terror sobre una pareja que se muda a un barrio residencial de Connecticut, lo más parecido a un pueblo perfecto que, sin embargo, esconde algo extraño, un secreto oculto en las ideales casas de los vecinos con sus ideales esposas. Según Stephen King, “la obra tiene algunas cosas que decir acerca de la Liberación de la mujer, y otras bastante inquietantes sobre la respuesta del macho americano”. Las mujeres de Stepford (The Stepford Wives) se adaptó por primera vez al cine en 1975, en una película con guion de William Goldman (1931-2018) y con Katharine Ross (1940) de protagonista. Es tanta la influencia de Ira Levin en la literatura de misterio y en el cine que, por ejemplo, Jordan Peele lo ha reconocido abiertamente en entrevistas, citando a Las mujeres de Stepford como una de sus películas favoritas y una clara inspiración para Déjame salir (Get Out) (2017).

En su ensayo Danza Macabra, Stephen King da la clave sobre esta extraña película que cuando se estrenó no tuvo éxito: “Las mejores películas de horror social consiguen su efecto por implicación, y Las mujeres de Stepford, mostrándonos sólo la superficie de las cosas sin llegar en ningún momento a molestarse en explicar exactamente cómo se llevan a cabo, implica cantidad”. Con el paso de los años, Las mujeres de Stepford se ha convertido en una película de culto y nosotros sólo nos podemos preguntar qué hubiera pasado si en vez de Bryan Forbes, el director elegido hubiera sido Brian de Palma (1940). El productor Edgar J. Scherick contactó con este último después de ver Hermanas (Sisters) (1972) pero cuando William Goldman se enteró amenazó con dejar el proyecto porque no le gustaban nada las películas del director. Los productores dieron marcha atrás y contrataron al británico Bryan Forbes (para su propia sorpresa).

El gran productor italiano Dino de Laurentiis (1919-2010) explicaba que “un productor no es un contable, o un banquero o un adorno. Él es quien hace la película. Si es un fracaso, yo soy el responsable. Si es un éxito, entonces este es fruto de la contribución de los actores, el director, los guionistas, los decoradores, los músicos y la secretaria de rodaje: todos menos el productor. Así es la vida. No me quejo”.

Miedo azul (Silver Bullet) (1985) fue una de las muchas películas que produjo el italiano. Es cierto que no se quejó cuando se estrenó y fue un fracaso… porque ya había tenido tiempo durante el rodaje de cabrearse. Con un presupuesto de 7 millones de dólares, recaudó 4 las primeras semanas. Dino, un hombre con carácter, echó al director Don Coscarelli (1954) y además nunca terminó de convencerle el aspecto del hombre lobo que sale en la película. Miedo azul está ambientada en Tarker’s Mills, una pequeña ciudad de Maine donde se están cometiendo unos misteriosos y salvajes asesinatos. Basada en el cuento de Stephen King El ciclo del hombre lobo, 127 páginas, una de las historias más cortas del escritor, los problemas acompañaron al proyecto desde el principio. El despedido Don Coscarelli fue sustituido por Daniel Attias, pero las cosas no mejoraron. Como recuerda el libanés Coscarelli «por alguna razón, este productor de cine italiano tuvo la idea de que yo sería perfecto para dirigir la segunda parte de Conan porque acababa de hacer El señor de las bestias (The Beastmaster) (1982). Pero no entendí en absoluto el guion que me dieron y rechacé la propuesta, lo que creo que tuvo un efecto en Dino de Laurentiis, porque un mes después me llamó para ofrecerme otro proyecto: “Tengo este libro de Stephen King, quiero que leas”, me dijo. Y lo leí. El problema era que no era un libro, en aquel momento era un calendario donde cada mes se detallaba un asesinato. Stephen King no estaba disponible así que tuve que hacer una adaptación del calendario y convertirlo en guion. Un día conocí a Stephen en Nueva York. Fue la única vez que le vi. Un tipo agradable, divertido, modesto. No era lo que uno espera. Se sentó allí, me escuchó hablar de los problemas que tenía con la historia, pero me dejó claro que no tenía tiempo para escribir el guion y se fue. Luego me enteré de que había enviado algunas notas, como tres páginas que más o menos respondían a todos los problemas que yo le había planteado. A todos. Nos reunimos con Dino De Laurentiis y no entendió nada. No lo quiso. Después de eso, terminé abandonando el proyecto. Quizás algunas cosas simplemente no están destinadas a ser».

George C. Scott a punto de entrar en la mansión encantada

También problemas era lo que esperó el director Peter Medak (1937) cuando aceptó Al final de la escalera (The Changeling) (1980). El cineasta había oído hablar de la terrible reputación del protagonista, George C. Scott (1927-1999), el único actor en la historia de los Oscar que ha rechazado el premio cuando le nominaron y lo volvió a rechazar cuando finalmente ganó (por Patton en 1971). Pero Scott no dio problemas y el rodaje de esta historia de fantasmas basada en hechos supuestamente reales transcurrió con normalidad. Los guionistas Diana Maddox y William Gray pasaron unos seis meses investigando. Al final recopilaron cientos de artículos sobre encuentros parapsicológicos, más de setecientos libros y casi dos mil historias de casos. Todo para llegar a uno de los momentos más espeluznantes y recordados de la película: la pelota rodando por las escaleras.

Si Martin Scorsese asegura que Al final de la escalera está en su lista de las 11 películas más aterradoras de todos los tiempos y si Alejandro Amenábar ha afirmado en varias entrevistas que esta es una de sus películas de terror favoritas, hasta el punto de inspirar varias escenas de Tesis (1996) y Los otros (2001), no hay muchas dudas de que estamos ante un clásico del cine. Aunque conviene recordar que mirar tiene consecuencias. En este caso porque te pueden engañar. La casa donde transcurre la acción de Al final de la escalera no existe y nunca existió. Como no encontraron una mansión adecuada para usar en la película, tanto para el exterior como para los interiores se usaron diferentes localizaciones y un grupo de decorados interconectados construidos dentro de un estudio de cine en Vancouver.

La vieja mansión deshabitada durante años que alquila el profesor de música interpretado por George C. Scott tiene un equivalente real: la mansión Henry Treat Rogers en Denver, Colorado, donde vivió el escritor y guionista de la película Russell Hunter durante la década de 1960 y donde supuestamente ocurrieron los fenómenos paranormales reproducidos en la pantalla. 

Esa casa es real. Pero ¿existió de verdad Joe Ball? Pues parece ser que sí, aunque muchos creen que su macabra historia es simplemente una leyenda rural para contar a los adolescentes una noche de Halloween alrededor de una hoguera en medio del bosque. Joseph Douglas Ball nació en enero de 1896 en Texas, participó en la I Guerra Mundial y cuando regresó montó un bar en Elmendorf, Texas. Pero no un restaurante cualquiera, porque el local estaba rodeado de un lago donde criaba caimanes… a los que alimentaba con las camareras del negocio y con chicas de la zona. Ball era un asesino en serie y confesó haber matado al menos 20 mujeres hasta que en 1938 se suicidó cuando estaba a punto de ser arrestado por la policía. Una leyenda negra o un cuento de terror, lo cierto es que es una figura habitual del gótico americano, del gótico de Texas. ¿Y quién mejor que el director de La matanza de Texas para llevar sus “hazañas” al cine? Tobe Hooper (1943-2017) llegó a Trampa Mortal (Eaten Alive) (1976) justo después del bombazo de su mítica película con Leatherface, personaje basado en otro mito del true crime, Ed Gein.

Tiburón (1975) es una de las películas más influyente e imitadas de la historia, pero no más que Psicosis (1960), la “madre” de todo el cine de terror moderno. Una de sus hijas más raras es esta Trampa mortal (Eaten Alive) (1976) donde una prostituta arrepentida de su mala vida acaba en un solitario motel de carretera regentado por un siniestro tipo que se parece a Stephen King (interpretado con dosis de repugnancia realmente asombrosas por Neville Brand) y las maneras de Norman Bates. La chica, por su puesto, es asesinada. Judd, el impresentable y sucio tipejo dirige, por decir algo, el mugriento establecimiento, construido sobre una pequeña laguna. Los pocos huéspedes quedan advertidos: lo que se mueve en el agua “no es un caimán normal, es un cocodrilo que corre más que un caballo, come de todo y no hace distinciones”.

Trampa mortal es excesiva, sangrienta, ridícula, irresistible y perturbadora. Parece ser que de pequeño Tobe Hooper se pasaba las horas solo, leyendo tebeos y soñando con monstruos. Seguramente vería Los crímenes del museo de cera (House of Wax) (1953) y La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers) (1956), ambas con Carolyn Jones (1930-1983) en el reparto. En Trampa mortal la actriz interpreta a Miss Hattie, la madame del burdel de la zona. Sólo tenía 46 años, pero sale caracterizada como si tuviera 102. En cualquier caso, la película forma parte de ese fenómeno que revolucionó el cine de terror a principios de la década de 1970, le dio una buena sacudida y consiguió que empezara a ser tomado en serio (porque daba dinero y eso no se discute). Ya fuera desde dentro del sistema de estudios, William Friedkin con El exorcista (1973), Roman Polanski con Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) (1968) o Brian de Palma con Hermanas (1972) o Carrie (1976), como desde más allá de sus despachos, de forma independiente, con George A. Romero y La noche de los muertos vivientes (1968), David Cronenberg y Vinieron de dentro de… (Shivers) (1975), John Carpenter y Halloween (1978), Wes Craven y La última casa a la izquierda (1972) y Las colinas tienen ojos (1977) o el propio Hooper con La matanza de Texas (1974) “nunca en la historia del cine se había dedicado tanto talento a asustar al público”, en palabras de Jason Zinoman en Shock Value, el imprescindible estudio sobre esa época decisiva para el género.

Dejamos a los caimanes, perdón, cocodrilos, y pasamos a otro depredador con mejor fama. Para hablar de Orca (1977) hay que volver a nuestro viejo conocido Dino De Laurentiis. Tras el éxito de Tiburón (1975), el zorro italiano vio el filón y montó este proyecto donde el depredador ahora es una ballena. Cuenta la leyenda que ordenó a su equipo «encontrar un pez más duro y terrible que el tiburón para hacer una película». El rodaje se llevó a cabo principalmente en Terranova durante la temporada de pesca y en una de las escenas más tensas de la película vemos cómo una de las Orcas le arranca de un mordisco una pierna a la mismísima Bo Derek (1956), que debutaba en el cine y todavía no era el sex symbol que terminaría siendo. Los protagonistas tenían mucho nivel para una película que nació como una copia del éxito de Spielberg: Richard Harris (1930-2002) y Charlotte Rampling, aunque el actor irlandés se arrepintió durante años el haber aceptado interpretar a este cazador Nolan que terminará protagonizando un duelo a muerte con la orca. Parece ser que por hacer esta película rechazó trabajar con Ingmar Bergman en El huevo de la serpiente (1977).

De Laurentiis estaba seguro de que Orca superaría en recaudación a Tiburón (1975). Al final de su primera semana, quedó claro que no solo no recaudaría ni de lejos lo que había ganado esta, sino que probablemente ni siquiera recuperaría su presupuesto. Fue entonces cuando el productor se hizo la gran pregunta: «¿Por qué? ¿Por qué a nadie le gusta mi ballena?». Lo cierto es que “su ballena” sí gustó y con los años más. Orca es una de las mejores películas de entre todas las que se hicieron siguiendo la corriente del gran tiburón de Spielberg.

Shadowz es una plataforma centrada en el cine de terror, con el propósito de llenar el hueco que existe en torno a este género en la actual oferta audiovisual española, según sus responsables.

La plataforma se estrena en España con alrededor de 150 títulos, entre los que se incluyen clásicos, cintas de culto nuevas y antiguas, joyas desconocidas dirigidas a un público muy experto y también cortometrajes. Un catálogo 100% legal que se irá ampliando con nuevos filmes cada semana, así como dos nuevas producciones originales cada mes. En este sentido, los encargados de la plataforma hacen especial énfasis en sus títulos exclusivos, ya que compran nuevas películas que no están disponibles en ningún otro lugar y que también podrían distribuir en cines.

«La gran diferencia de Shadowz con respecto a otros servicios similares es el enfoque apasionado» señala Christophe Minelle, uno de los creadores del servicio, quien insiste en que «todas las películas se seleccionan con pasión, solo se eligen buenas películas». Precisamente de la pasión por este género nació el proyecto en 2020, tras una campaña de financiamiento colectivo que triplicó su objetivo inicial.

Títulos comentados en este reportaje que se pueden disfrutar en Shadowz

Una hora en la noche (Night Watch) (1973) Brian G. Hutton

Amenaza en la sombra (Don’t Look Now) (1973) Nicolas Roeg

Ellos (Ils) (2006) David Moreau y Xavier Palud

El padrastro (The Stepfather) (1987) Joseph Ruben

El corazón del ángel (Angel Heart) (1987) Alan Parker

Hunter (1986) Michael Mann

Big John (2006) Julien Dunand

Dark Star (1974) John Carpenter

King on Screen (2022) Daphné Baiwir

Miedo Azul (Silver Bullet) (1985) Daniel Attias

Las mujeres de Stepford (The Stepford Wives) (1975) Bryan Forbes

Al final de la escalera (The Changeling) (1980) Peter Medak

Trampa Mortal (Eaten Alive) (1976) Tobe Hooper

Orca. La Ballena asesina (1977) Michael Anderson

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