Texto de María Estévez (Los Angeles)
La noticia se propagó el domingo por la tarde y dejó tras de sí una incredulidad apenas contenida. Rob Reiner y su esposa, Michele Singer Reiner, habían sido hallados muertos en su domicilio de Brentwood, en Los Angeles. Desde ese momento, las reacciones se sucedieron en la industria cinematográfica y en el ámbito político, donde Reiner era una figura influyente y ampliamente respetada.
Jamie Lee Curtis fue una de las primeras voces en romper el silencio. Lo hizo también en nombre de su marido, Christopher Guest, colaborador y amigo cercano del cineasta desde que protagonizó This Is Spinal Tap (1984). En un comunicado, ambos expresaron su conmoción por la muerte violenta de la pareja y pidieron respeto para el duelo de la familia. Subrayaron que, por ahora, su atención estaba puesta en los hijos y en los familiares más cercanos de Reiner.
Ese tono contenido se repite en buena parte de los mensajes de despedida. El presidente del sindicato de actores, Sean Astin, definió a Reiner como una de las figuras más relevantes del cine y la televisión estadounidenses y destacó la profundidad de su huella cultural. El director Paul Feig lo describió como una influencia decisiva en su vocación y expresó su incredulidad ante una noticia que, según dijo, aún le resultaba difícil de asimilar. James Woods recordó que, pese a sus diferencias ideológicas, la relación entre ambos siempre estuvo marcada por el respeto mutuo.
Josh Gad habló de Reiner como un cineasta excepcional y como una persona profundamente comprometida con quienes carecían de visibilidad. Kathy Bates, que trabajó con él en Misery (1990), fue más lejos y afirmó que su encuentro profesional con Reiner alteró de forma decisiva el rumbo de su vida. En sus palabras, el director combinaba una curiosidad artística poco común con una convicción política explícita. Bates tuvo también un recuerdo para Michele Singer Reiner, a la que describió como una creadora de gran sensibilidad.
En Castle Rock Entertainment, la productora fundada por Reiner, la actividad quedó en suspenso. Su presidente, Matthew George, explicó que la compañía ha optado por detener sus planes inmediatos en señal de respeto. En un comunicado, lo definió como mentor y fuerza creativa. Subrayó además que Michele Singer Reiner fue una colaboradora esencial en los proyectos que desarrollaron juntos, tanto por su criterio artístico como por su estabilidad profesional.
Las reacciones no se limitaron al ámbito cultural. El expresidente Barack Obama recordó que, más allá de sus logros en cine y televisión, Reiner mantuvo siempre una firme creencia en la capacidad de la acción pública para mejorar la vida colectiva. El gobernador de California, Gavin Newsom, destacó su activismo en favor de los derechos civiles, la educación infantil y la igualdad. La congresista Nancy Pelosi subrayó su defensa de la libertad de expresión y de los derechos de los creadores, mientras que la alcaldesa de Los Angeles, Karen Bass, calificó su muerte como una pérdida profunda para la ciudad.
Rob Reiner ocupa un lugar singular en la historia del cine estadounidense contemporáneo. Hijo del cineasta y cómico Carl Reiner, alcanzó primero la popularidad como actor en la serie All in the Family, antes de consolidar una carrera como director marcada por una inusual diversidad de géneros. Entre mediados de los años ochenta y noventa firmó títulos que hoy forman parte del imaginario colectivo, como This Is Spinal Tap (1984), Cuenta conmigo (Stand by Me) (1986), La princesa prometida (The Princess Bride) (1987), Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally) (1989), Misery (1990) y Algunos hombres buenos (A Few Good Men) (1992).
Esa sucesión de películas, distintas en tono y ambición, da cuenta de una trayectoria poco común en el cine comercial estadounidense. Reiner evitó el encasillamiento y construyó una filmografía reconocible no por un estilo único, sino por una atención constante a los personajes y a los conflictos morales que los rodean. Las circunstancias de la muerte de Rob Reiner y de Michele Singer Reiner continúan bajo investigación, aunque su hijo Nick ha sido detenido y acusado de su asesinato. Mientras tanto, el cine estadounidense despide a una figura clave cuya influencia trascendió la pantalla por su compromiso cívico. Su legado, coinciden quienes lo conocieron, se mide en películas, pero también en su responsabilidad como creador de un contenido cultural único.



