David Fincher, uno de los cineastas más reconocidos y respetados de las últimas décadas, ha construido una filmografía marcada por el perfeccionismo, la obsesión con el detalle y una estética sombría e inconfundible. Aunque sorprendentemente nunca ha ganado un Oscar a Mejor Director, su influencia en el cine contemporáneo es indiscutible. Ahora, gracias a su asociación con Netflix, Fincher tiene entre manos varios proyectos ambiciosos que prometen reimaginar clásicos, expandir universos y desafiar las expectativas del público.Fincher, un genio anda suelto

A la sombra de Hitchcock y Highsmith
Uno de los proyectos más intrigantes es Strangers, una reinterpretación del clásico de Alfred Hitchcock Extraños en un tren (1951), basado en una novela de Patricia Highsmith. Si hay alguien capaz de tomar una obra maestra del suspenso y llevarla a terrenos aún más inquietantes, es Fincher. Con títulos como Seven (1995), Zodiac (2007) o Perdida (Gone Girl) (2014), ha demostrado su habilidad para explorar la mente humana, el crimen y la oscuridad moral con una precisión clínica. Será interesante ver si opta por respetar el espíritu hitchcockiano o si reconfigura la historia bajo su propia visión, con su característico uso de la tensión psicológica, el diseño visual milimétrico y los ritmos narrativos densos.
A vueltas con Cliff Booth
Otro proyecto inesperado es The Adventures of Cliff Booth, una especie de secuela o “spin-off” de Once Upon a Time in Hollywood (Érase una vez en… Hollywood) (2019) de Quentin Tarantino, centrada en el personaje de Brad Pitt. Aunque este universo está estrechamente ligado al estilo hiperbólico, referencial y autorreferencial de Tarantino, el hecho de que Fincher tome el mando plantea un desafío interesante: ¿cómo traducir el mundo tarantinesco a la lente fría y meticulosa de Fincher?Fincher, un genio anda suelto

“Si alguien más hubiera dirigido Kill Bill Vol. 2, simplemente no habría funcionado”, comentan algunos críticos, y esa misma lógica se aplica aquí. Sin embargo, el talento de Fincher para crear personajes complejos y atmósferas envolventes podría ofrecer una nueva dimensión a Cliff Booth, explorando quizás su pasado o su lucha interior de una forma más introspectiva.
El juego del calamar
El tercer proyecto, Squid Game: America, ha generado una buena dosis de escepticismo y curiosidad. Con la tercera temporada de la serie original (El juego del calamar) de Corea del Sur marcando su cierre, Netflix ha confiado en Fincher para dar vida a una versión estadounidense. Sin embargo, más que un simple remake, todo apunta a que será una reinterpretación completa. La estética monocromática, los movimientos de cámara quirúrgicos y la tensión sostenida que caracterizan al cine de Fincher, podrían darle un tono completamente diferente al original de Hwang Dong-hyuk.
“Squid Game ya es excelente. No necesita una nueva versión… a menos que se trate de algo completamente diferente”, opinan muchos. Y ahí es donde entra Fincher: si logra transformar este concepto sin perder su esencia crítica y filosófica, podría redefinir lo que significa adaptar una serie global a otro contexto cultural.

Chinatown revisitado
Por último, el proyecto quizás más inesperado de todos: una serie precuela de Chinatown (1974), escrita por el legendario Robert Towne, guionista de la original que falleció en julio de 2024. Chinatown está considerada una obra maestra del cine noir, y retomar ese mundo es un acto de riesgo. Pero Fincher es uno de los pocos directores que podría estar a la altura de esa tarea (y de Roman Polanski). Su afinidad por las historias de corrupción, decadencia y ambigüedad moral lo convierten en una elección lógica y emocionante.

Curiosamente, muchos esperaban que Fincher utilizara su contrato con Netflix para finalmente concretar la secuela de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (The Girl with the Dragon Tattoo) (2011), proyecto que fue cancelado por Sony en su momento. Sin embargo, el director parece más interesado en explorar terrenos nuevos, reinterpretando mitos existentes a través de su lente obsesivo.
Cine incómodo y provocativo
Fincher siempre ha mantenido una visión muy clara sobre el cine: debe ser meticuloso, emocionalmente honesto y, sobre todo, desafiante. Su estilo, que mezcla perfeccionismo técnico con oscuridad emocional, no es para todos, pero su impacto es innegable.
“No me interesa hacer cine que se sienta cómodo”, ha dicho en entrevistas. “El cine tiene que provocar, incomodar y cuestionar.”
Con estos nuevos proyectos, David Fincher no solo continúa desafiando las normas narrativas y estéticas, sino que también se posiciona como un autor capaz de reinterpretar universos ajenos sin perder su identidad. Su cine no busca complacer, sino confrontar. Y eso, en una industria saturada de fórmulas, es una virtud rara y valiosa.
Texto: María Estévez (Los Angeles)