William Peter Blatty era muy amigo de Shirley MacLaine, pero mucho más de Tippi Hedren. El escritor y la musa de Hitchcock empezaron su amistad a principios de la década de 1970, incluso uno de los leones que tenía la actriz en esa especie de zoo / rancho particular que montó junto a su marido, Noel Marshall, se llamaba Billy en honor a su amigo.
En esa época, Tippi estaba casi retirada del cine y centrada en la naturaleza y en los animales salvajes, su nueva pasión. Fue entonces cuando Blatty le enseñó a su amiga una copia de su novela todavía inédita El exorcista. Tippi la leyó y le pareció fantástica, así que entusiasmada se la pasó a su marido, que en esa época era agente. La idea era que Noel moviese sus contactos para ayudar a Blatty, tanto en el mundo literario como en el cinematográfico para una posible adaptación. La novela se publicó en 1971 y se convirtió en un éxito de ventas. En su salto al cine, Marshall aparece acreditado como Productor Ejecutivo y se suponía que debía recibir el 15% de las ganancias. Pero cuando la película se convirtió en un éxito de taquilla sin precedentes, Blatty se negó a repartir nada con Marshall, ya que nunca se llegó a firmar un contrato.
Marshall demandó a Blatty y el litigio se prolongó durante años, hasta que se llegó a un acuerdo extrajudicial. Fueron años difíciles para Hedren y Marshall, ya que necesitaban el dinero para mantener su rancho de grandes felinos y para financiar su gran sueño, la película El gran rugido (1981). La pareja terminaría divorciándose. Muchos años después, Blatty se encontró con Hedren en una fiesta y fue a saludarla. Ella se dio la vuelta sin mirarle a la cara.
Hay que decir que lo que se ve en esa mezcla de documental y ficción que es El gran rugido, un proyecto familiar donde participó toda la familia: Hedren, su marido y su hija, Melanie Griffith, es real. Como la mayoría de los ataques de los leones. Por ejemplo, los que sufrieron el director de fotografía Jan de Bont, 120 puntos en el cuero cabelludo, Melanie Griffith, 50 puntos en la cara, Hedren, treinta y ocho puntos, incidente que se puede ver en la película, y Noel Marshall, que fue atacado tantas veces que finalmente desarrolló gangrena.
El gran rugido costó alrededor de 17 millones de dólares, y está considerada la película casera más cara jamás realizada. Hay quien dice que, sin ser de terror, su rodaje fue incluso más terrorífico que el de El exorcista. Si el clásico de Friedkin tiene hasta un asesino en serie real (-en la escena del arteriograma, el hombre barbudo que asiste al médico es Paul Bateson, técnico de rayos X en el Centro Médico de la Universidad de Nueva York, donde se filmó esa escena, y en 1979 declarado culpable del asesinato de un crítico de cine, aunque confesó los crímenes de seis hombres más entre 1977 y 78. El caso se llamó The Bag Murders, porque “cazaba” en bares gay, asesinaba y desmembraba los cuerpos y los metía en bolsas de plástico. Su historia inspiró la película A la Caza (Cruising) que William Friedkin dirigió en 1980-), El gran rugido no se libró de nada. Tenemos los ataques de los felinos, incendios forestales, inundaciones por la rotura de una presa, lluvia, enfermedades y problemas financieros (provocados indirectamente por William Peter Blatty). Hedren y Marshall tuvieron que hipotecar sus bienes, incluido el rancho. La actriz suele decir que esta es probablemente la película más peligrosa realizada nunca en Hollywood. Lo cierto es que tardó once años en terminarse.