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Es una de las películas del año, Palma de Oro en Cannes y favorita para llevarse el Oscar. El neoyorkino Sean Baker no necesita mucho para cautivar: una bailarina erótica, un chico ruso caprichoso y juerguista y una noche de desenfreno que acaba en boda en Las Vegas. La segunda parte de la película es una loca road movie con los matones rusos y la protagonista embarcados en una surrealista noche donde pasa de todo.

Sean Baker y Mikey Madison presentando la película en la 68th BFI London Film Festival el pasado 11 de Octubre. (Photo by Lia Toby/Getty Images for BFI)

Una versión particular del cuento de la Cenicienta ambientada en 2018 que sigue la inesperada odisea de la protagonista, una joven trabajadora sexual uzbeko-americana que conoce al impetuoso y derrochador hijo de un oligarca ruso. Como en Pretty Woman (1990), el chico le ofrece un trato: 15.000 dólares por ser su novia durante una semana. Ella tiene 23 años, él 21, pero la historia da vueltas y revueltas, sumergiéndonos primero en espacios muy diferentes, desde un lujoso club para caballeros de Manhattan, pasando por un gigantesco recinto instalado a orillas del mar en Brooklyn hasta la ostentosa Las Vegas. En el momento en que la película adopta el ritmo de una historia de amor, cambia de carril y pasa a otro género para convertirse en una persecución alocada y llena de humor negro que recorre las calles de Brighton Beach, Coney Island y Manhattan.

Vache Tovmasyan, Karren Karagulian, Mark Eydelshteyn y Yura Borisov, el niño rico y los tres matones encargados de cuidarle… Los cuatro actores en la presentación de la película en Los Angeles
Mikey Madison, Yura Borisov y Mark Eydelshteyn, la pareja de enamorados y el guardaespaldas
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