En el documental Hammer: héroes, leyendas y monstruos (Filmin), la voz de Charles Dance como narrador nos lleva por la trayectoria de la legendaria compañía de producción inglesa que reinó en la década de 1950 ofreciendo una nueva vida a Frankenstein, Drácula y demás mitos del terror. Cuando llegó el declive, allá por los años 1960, vemos cómo se buscan las causas y entre ellas, además de infinidad de secuelas sin sentido, se apunta a que “de repente a nadie le interesaba lo que pasaba en un castillo de Transilvania; querían saber lo que estaba ocurriendo en la casa del vecino”.

En El Libro del Cine (Penguin Random House), un ameno repaso a cien de las mejores películas de la historia, leemos algo parecido en el espacio dedicado a La noche del cazador (The Night of the Hunter) (1955). “En la década de 1970 películas como Halloween o El Exorcista fueron alabadas por haber sacado el terror de los manicomios y castillos abandonados para introducirlo en el hogar, cuando La noche del cazador ya lo había hecho 20 años antes”, dicen los autores.
El miedo ya no estaba en la Haunted Mansion del páramo, ahora estaba en la ciudad en la casa de enfrente. Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) (1968) abrió la veda con los siniestros Minnie y Roman Castevet (Ruth Gordon y Sidney Blackmer). Gente que mira, como L. B. Jefferies (James Stewart) en Rear Window (La ventana indiscreta) (1954) o Anna Fox (Amy Adams) en The Woman in the Window (La mujer en la ventana) (2021).

“Me gusta mirarte”, le pone Jan (Solly McLeod) a Rebecca (Anjli Mohindra) en la nota que acompaña a un ramo de flores. Estamos en la miniserie de tres episodios Fear (Filmin), una especie de remake de Pacific Heights (De repente, un extraño) (1990), aunque sus responsables no se fijaron en el excelente thriller de John Schlesinger. La base de esta historia de acoso es el libro del periodista alemán Dirk Kurbjuweit, un escritor de best Sellers y editor jefe de la revista semanal Der Spiegel, cuyo mayor éxito se titula precisamente como una película de Hitchcock: La sombra de una duda.

Jan es como Zeke Hawkins (William Baldwin) en Sliver (1993) pero en pobre. Vive en el sótano de la mansión que acaban de comprar Martyn y Rebecca. Era el lugar destinado a la servidumbre en el pasado y ahora lo tiene alquilado este tipo que enseguida descubrimos que es “un bicho raro retorcido”, un “pirado de mierda” y, la definición más benévola, “un espíritu atormentado”. Martyn es arquitecto y acaba de comprar esa casa enorme, un lugar con estilo y varias plantas. Entonces Jan sale del subsuelo y les ofrece galletas, otro día aparece con pizza y otro con un plato de lentejas. Ahí deberían haber sospechado Martyn y Rebecca, con esa extraña obsesión con la dichosa comida.

Jan no hace nada que no hayamos visto antes en el cine o en la televisión. Es el extraño que aparece en la vida de una familia para dinamitar sus cimientos. Se trata de descolocar la cotidiana existencia con pequeños actos perversos hasta llevar a los habitantes de la casa a la locura y a la destrucción. Lo hace Jan en Fear, lo hace Adam (el inglés Jack Whitehall) en la serie Malice (Prime Video) y lo hace Polly (Maika Monroe) en La mano que mece la cuna (Disney +) remake de la célebre película de 1992.

Adam es una especie de Tom Ripley, el personaje creado por Patricia Highsmith en cinco novelas y utiliza las mismas tácticas que Jan, incluida una denuncia falsa por abuso sexual. Malice es retorcida y aditiva. Comienza en una maravillosa villa en Paros, isla griega en el mar Egeo que en pantalla luce espectacular. Los propietarios de la casa son los Tanner, Jamie (David Duchovny) y Nat (la actriz holandesa Carice van Houten), millonarios y sofisticados, con dos hijos y uno más de un anterior matrimonio de él. Adam pondrá su vida patas arriba cuando entra en la villa contratado como tutor del pequeño de los niños.
Son seis episodios y la terrible y oscura historia termina como tiene que terminar, con la célebre canción Hallelujah en versión de Jeff Buckley y con el espectador recuperándose de lo que acaba de ver.

Es curioso que Polly comparta la misma motivación que Adam y el origen de sus malvados actos vengan de una misma situación del pasado. Polly la interpreta Mailka Monroe, esa actriz que ha estado y estará en las historias más perversas. Fue vecina acosada en El extraño (The Watcher) (2022), pero antes estuvo en los pequeños clásicos de culto It Follows (2014) y The Guest (2014) y después en Longlegs (2024). En La mano que mece la cuna hereda el personaje que inmortalizó Rebecca De Mornay.

Si Malice es un remake no oficial de la película de Curtis Hanson de 1992, esta es un remake oficial basado en el guion original de Amanda Silver. Adam y Polly se parecen mucho e incluso se copian las putadas. Hay una relacionada con la comida que es idéntica. La película tiene unos minutos finales de impacto y termina como tiene que terminar, con la mirada inocente de una niña después de todo el horror que acabamos de ver y la canción I’ll Be Your Mirror de The Velvet Underground.

Esta curiosa revisión de la historia de la babysitter vengativa la dirige la mexicana Michelle Garza Cervera y agradecemos el guiño que hace a la inolvidable cinta gótica de Robert Aldrich titulada Hush…Hush, Sweet Charlotte (Canción de cuna para un cadáver) (1964).
La película puede servir también como homenaje al thriller psicológico que hizo furor en la década de 1980 y 1990. Hablamos de títulos como Al filo de la sospecha (Jagged Edge) (1985), Falso testigo (The Bedroom Window) (1987), El caso de la viuda negra (Black Widow) (1987), Atracción fatal (Fatal Attraction) (1987), Mascarada para un crimen (Masquerade) (1988), Malas influencias (Bad Influence) (1990), Bésame antes de morir (A Kiss Before Dying) (1991), Falsa seducción (Unlawful Entry) (1992) o Análisis Final (Final Analysis) (1992).



