Nueva York, Los Angeles y Toronto… El viaje de Roz por distintas ciudades del mundo está resultando de lo más simpático. No es para menos porque, como dice el director Chris Sanders, la película «celebra la magia del día a día que va tejiendo una vida, reflexionando sobre la dinámica de la crianza, la infancia, la esencia del hogar y, sobre todo, aprendiendo a crecer más allá de los límites para los que estamos programados».