Las diez más escandalosas injusticias en la entrega de los Oscar

Como en toda entrega de premios donde un grupo de gente elige por medio de votación a los mejores, en los Oscar se admiten opiniones y no todo el mundo termina contento con los resultados. Puedes pensar que resulta escandaloso que nunca lo hayan ganado por ninguno de sus trabajos Alfred Hitchcock, Charles Chaplin, Greta Garbo, Glenn Close, Albert Finney, Deborah Kerr, Stranley Kubrick, Montgomery Clift o Barbara Stanwyck, por citar algunos nombres. Esta última se sinceró y admitió que “por supuesto que sufrí una decepción las veces que me nominaron y perdí (cuatro). Todo aquel que diga lo contrario miente”. Está claro que siempre que uno gana otros pierden, así que no vamos a entrar en ese terreno. Aunque sí podemos hablar, en la semana de la 95ª edición de los Oscar, de diez casos donde la Academia de Hollywood cometió una auténtica injusticia o directamente una bochornosa tontería.

1. Ennio Morricone (1928-2020) fue nominado por segunda vez en su carrera en 1986. La primera había sido años antes por Days of Heaven (Días del cielo) (1978) y ese 1986 era favorito por The Mission (La misión). Pero ganó el músico de Jazz Herbie Hancock por Round Midnight (Alrededor de la medianoche), de Bertrand Tavernier. La sorpresa fue mayúscula porque esa banda sonora era en su mayoría música adaptada de otros temas. Por eso ese premio fue definido en los medios como “El mayor agravio de todos los tiempos”. Morricone no se mordió la lengua: “Estaba firmemente convencido de que iba a ganar, sobre todo teniendo en cuenta que la de Round Midnight no es realmente una partitura original. Cuenta con una muy buena interpretación a cargo de Herbie Hancock, pero usando piezas ya existentes. No tiene ni punto de comparación con La Misión. ¡Fue un robo!”.

El italiano volvería a estar nominado por The Untouchables (Los intocables) (1987), Bugsy (1991) y Malena (2000). En 2007 recibió un Oscar honorífico que le entregó Clint Eastwood y en 2016 ganó por fin el premio en competición por la banda sonora de The Hateful Eight (Los odiosos ocho), de su fan Quentin Tarantino. Morricone es uno de los pocos que primero ha sido galardonado por el conjunto de su carrera y luego ha sido bendecido con un Oscar por un trabajo en concreto, cuando normalmente es al revés. Le pasó lo mismo a Paul Newman (Oscar honorífico en 1985 y Oscar al Mejor Actor en 1986) y a Henry Fonda (Oscar honorífico en 1980 y Oscar al Mejor Actor en 1981).

La banda sonora de La misión sigue siendo una de las más famosas de la historia del cine.

2. Peter O’Toole (1932-2013), con ocho candidaturas, tiene el récord del actor más veces nominado y jamás premiado (recibió un Oscar Honorífico en 2002 y cuatro años después la octava candidatura por Venus). O’Toole tuvo mala suerte, pues sus rivales casi siempre fueron mitos del cine favoritos indiscutibles para llevarse el premio. El actor perdió en diferentes años frente a Gregory Peck por To Kill a Mockingbird (Matar a un ruiseñor), John Wayne por True Grit (Valor de ley), Marlon Brando por The Godfather (El padrino) o Robert de Niro por Raging Bull (Toro salvaje). Aunque en una ocasión el premio tenía que haber sido suyo. Fue en la edición de 1968, cuando estaba nominado por The Lion in Winter (El león en invierno). Ganó su compañera de reparto en la película, Katharine Hepburn, pero él perdió ante Cliff Robertson, que se lo llevó por Charly y no estaba presente en la ceremonia. Frank Sinatra lo recogió en su nombre. Robertson había gastado una verdadera fortuna en promocionar su candidatura, con anuncios en la prensa donde diferentes críticos elogiaban su interpretación de un hombre con discapacidad intelectual que se convierte en un genio. La noche de la ceremonia, el actor estaba en Filipinas rodando Too Late the Hero (Comando en el Mar de China) y su director Robert Aldrich se negó a darle permiso para asistir a la gala. Años después, Robertson hablaba claro sobre la experiencia: “El año en que ganas es el más intenso en la vida de un actor de Hollywood, pero doce meses después la gente se pregunta: ¿Quién ganó el Oscar el año pasado?».

3. Como dice Sam Staggs en el imprescindible y maravilloso libro Close-up on Sunset Boulevard: Billy Wilder, Norma Desmond, and the Dark Hollywood Dream, sobre el rodaje de Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses), seguramente la mayor ironía de 1950, quizás en la historia de los premios de la Academia, es que dos de las más grandes interpretaciones de la historia del cine quedaron sin ser galardonadas”. El autor se refiere, claro, a Gloria Swanson (1899-1983), y a Bette Davis (1908-1989), nominada por All About Eve (Eva el desnudo). Las dos se quedaron sin premio porque, para sorpresa de todos, se lo llevó una actriz casi desconocida en el cine llamada Judy Holliday por una comedia muy divertida: Born Yesterday (Nacida ayer). Ni Judy ni Gloria Swanson estaban en la ceremonia, ambas se encontraban en Nueva York y además vieron la gala juntas. El revuelo que se montó cuando Broderick Crawford leyó el nombre de Judy Holliday lo cuenta Staggs con mucha gracia en su libro. El premio subió a recogerlo la veterana dama de los escenarios Ethel Barrymore. En palabras de Staggs “Aunque con 71 años, subió majestuosamente al escenario, saludó como la primera dama del teatro americano que era (¿quién demonios concedió semejante título a Helen Hayes?), y pronunció su breve discurso dando la impresión de que la esencia del teatro se hallaba en aquellas breves palabras de agradecimiento. Barrymore estuvo magnífica, debería haberse quedado con el premio”.

La que no se lo quedó fue Gloria Swanson y, encima, el guionista Charles Brackett, que sí ganó en su categoría, hurgó en la herida diciéndole a la actriz: “Sin duda alguna te lo hubieras llevado de haberse estrenado la película a su debido tiempo en 1949”. 

4. 30 de marzo de 1954. Judy Garland (1922-1969) es nominada por primera vez al Oscar (en 1939 había recibido una estatuilla especial en miniatura por su carrera como estrella juvenil) por su potente interpretación en A Star Is Born (Ha nacido una estrella). La actriz no está en el teatro RKO Pantages de Hollywood porque está a punto de dar a luz a su tercer hijo. Pero sus amigos, entre ellos Lauren Bacall y Humphrey Bogart, lo tienen todo preparado. Ella es la favorita y va a ganar, por eso han organizado todo para salir pitando hacia el hospital en el momento en que William Holden pronuncie su nombre. Pero ganó Grace Kelly por The Country Girl (La angustia de vivir). Groucho Marx fue el primero en reaccionar y calificó la derrota de Garland como “el mayor robo de la historia del cine”: “The Country Girl, … Dear Judy, this is the biggest robbery since Brinks” (Estimada Judy, este es el mayor robo desde lo de Brinks)». El gran Groucho juega con el título de la película por la que ganó Kelly y nombra el llamado The Great Brink’s Robbery, un robo a mano armada al Brink’s Building en Boston, Massachusetts, el 17 de enero de 1950. Los once ladrones se llevaron el equivalente ahora a 29.9 millones de dólares. Entonces fue el mayor robo en la historia de los Estados Unidos, y permaneció así hasta 1984. 

Grace Kelly, por su parte, subió al escenario sin creerse del todo lo que estaba pasando. «La emoción de este momento me impide decir exactamente lo que siento», dijo la actriz, que años después recordaría: “Cuando llegó el turno del premio a la Mejor Actriz, estaba tan ansiosa y deseaba tan profundamente el Oscar que tenía miedo de ponerme de pie cualquiera que fuera el nombre que leyeran. Por eso le dije a Don Hartman, de Paramount, que estaba a mi lado: “sujétame si no me nombran”. Cuando lo dijeron pregunté con insistencia: “¿Estás seguro?, ¿estás seguro?”. Luego solo recuerdo que lo único que me preocupaba era levantarme sin tropezar con mi vestido ni con los escalones, pero no me fue tan bien con el discurso”.

Garland recibiría la segunda nominación de su carrera en 1961, como actriz secundaria, por Judgment at Nuremberg (¿Vencedores o vencidos?). Esa candidatura también fue muy cuestionada. Louella Parsons, por ejemplo, dijo que “era ridículo, porque es una estrella. Es como si el presidente de un banco sirviese los cafés”. Ganó Rita Moreno por West Side Story.

5. Elizabeth Taylor (1932-2011) declaró años después de ganar su segundo Oscar: “El que gané en 1960 por Butterfield 8 (La mujer marcada) me vino un poco grande. En circunstancias normales no me lo hubieran concedido, pero acababa de atravesar una época desastrosa, una grave enfermedad y una operación (con traqueotomía). El de ahora sí me lo merezco”.

La estrella recibió a lo largo de su carrera cinco nominaciones, Raintree County (El árbol de la vida) (1957), Cat on a Hot Tin Roof (La gata sobre el tejado de Zinc) (1958) y Suddenly, Last Summer (De repente… el último verano) (1959), de las cuales dos, Butterfield 8 (La mujer marcada) (1960) y Who’s Afraid of Virginia Woolf? (¿Quién teme a Virginia Wolf?) (1966), se transformaron en sendos Oscar. Según ella, el de ¿Quién teme a Virginia Wolf? se lo merecía, el de La mujer marcada no. Ese año 1960, las otras nominadas eran Melina Mercouri, Shirley MacLaine, Greer Garson y Deborah Kerr. Las palabras de Taylor debieron doler mucho a esta última: Kerr iba ya por su sexta nominación, sería la última de su carrera, y nunca fue premiada. Es difícil decir si ella se lo merecía más por The Sundowners (Tres vidas errantes) que Taylor por La mujer marcada, pero lo cierto es que Kerr perdió no sólo el premio sino la última oportunidad de conseguirlo. De esta forma, entraba en la lista de actrices con más nominaciones sin ganar el Oscar. MacLaine, por su parte, declaró “he perdido contra una traqueotomía”.

El 21 de marzo de 1994 la Academia le concedió a Deborah Kerr un Oscar honorífico. Glenn Close, que se convertiría en su sucesora como la actriz más ignorada de los Oscar, presentó un homenaje especial a su trabajo, con escenas de sus películas más famosas. Kerr salió por detrás de la pantalla, frágil, con un traje de pantalón azul, y recibió una sonora ovación. Siempre tímida, la actriz dijo: “nunca he estado tan asustada en mi vida, pero me siento mejor ahora porque sé que estoy entre amigos. Gracias por darme una vida feliz”. Después, otra ovación en pie y Kerr dejó el escenario y se despidió oficialmente de Hollywood.

6. 1998. Roberto Benigni (1952) arrasa en el mundo con La vida es bella y los Oscar entran en acción. La película consigue siete nominaciones y gana tres: Banda sonora, Película internacional y Actor protagonista. Además, Benigni hace historia: se convirtió en el segundo intérprete en ganar por una película dirigida por él mismo (el otro fue Laurence Olivier por Hamlet en 1948); segunda vez que se premiaba una actuación hablada íntegramente en italiano (antes fue Sophia Loren por Dos mujeres en 1960); y se convirtió en la cuarta persona nominada el mismo año como actor, director y guionista tras Orson Welles por Citizen Kane (Ciudadano Kane) (1941), Woody Allen por Annie Hall (1977) y Warren Beatty por Heaven Can Wait (El cielo puede esperar) (1978) y Reds (Rojos) (1981). Con estos datos, no es de extrañar que cuando Helen Hunt leyó su nombre como ganador del Oscar al Mejor actor, el italiano se pusiera en pie para saltar emocionado de butaca en butaca hasta llegar al escenario. 

Para muchos, este reconocimiento fue excesivo. Como Peter Biskind, que en su sensacional libro Down and Dirty Pictures se muestra implacable: “Una película de una imbecilidad moral tan abrumadora, que hace que los azucarados esfuerzos de los estudios por abordar la solución final, como La Lista de Schindler, parezcan audaces comparados con ella”. Y para otros muchos, el Oscar al Mejor actor fue una injusticia de las que hacen época. Mark Urman, ex publicista de Miramax, cuenta que “Benigni se instaló un mes en Los Angeles, en lo más álgido del periodo de votaciones, y no había noche en que alguien no diera una cena en su honor. Roberto hizo muchos amigos, lo cual le valió un Oscar a la mejor interpretación, aunque, en mi opinión, la historia nos dirá que tal vez no se lo merecía. Lo ganó por sus actuaciones en las cenas”. Ese año entre los otros nominados estaban Ian McKellen y Nick Nolte. Los dos siguen sin Oscar.

7. Dalton Trumbo (1905-1976), histórico escritor y guionista de Hollywood apartado del “juego” por el Comité de Actividades Antiestadounidenses. Estar entre los Diez de Hollywood, los acusados de ser comunistas, implicaba ser vetado para participar en cualquier producción. Trumbo estuvo nominado al Oscar en tres ocasiones: por los guiones de Kitty Foyle (1940) Roman Holiday (Vacaciones en Roma) (1953) y The Brave One (El bravo) (1956), y ganó por estas dos últimas, estatuillas que no pudo recoger por estar en la Lista Negra del Senador McCarthy. 

En Vacaciones en Roma, Trumbo, al no poder aparecer en los créditos, le cedió toda la gloria a Ian McLellan Hunter, colaborador en el guion y padre del director Tim Hunter. Hunter le dio a Trumbo parte del dinero que «ganó» por escribir la película, pero se quedó con el Oscar, que la Academia le había otorgado sin tener idea de que realmente estaba honrando a un nombre incluido en la lista negra. Poco después, el propio Hunter también fue incluido en la infame lista. En 1993, la Academia entonó el mea culpa y le entregó el Oscar a la esposa de Trumbo. Pero no fue el original porque Tim Hunter no quiso devolver el que había ganado su padre. Cuando en 2002 se estrenó la versión restaurada de la película, se corrigió la injusticia y el nombre de Dalton Trumbo apareció como autor del guion.

Con The Brave One pasó algo parecido. Para ese guion firmó como Robert Rich, que no tenía nada que ver con la industria del cine y era un sobrino de los hermanos King, los productores de la película. No se reconoció hasta varios años después que Trumbo había sido el escritor de la película. En 1975, el entonces presidente de la Academia, Walter Mirisch, le entregó a Trumbo el Oscar que le habían negado. En su autobiografía, Kirk Douglas deja las cosas claras: “En la ceremonia de entrega de premios de la Academia del año 1956, celebrada el 27 de marzo de 1957, el año que no gané por Lust for Life (El loco del pelo rojo), Dalton Trumbo ganó la estatuilla al Mejor Guión por The Brave One con el seudónimo de “Robert Rich”. La ceremonia fue una mascarada en plan “Recibe el Oscar en nombre de Robert Rich… que lamentablemente no puede acompañarnos esta noche…”. Todo Hollywood sabía de qué iba la cosa. ¡Qué hipocresía!”.

Groucho Marx, siempre atento, no pudo menos que hacer un chiste sobre esta absurda situación: “Cojamos por ejemplo Los Diez Mandamientos, guion original de Moisés. Su nombre debería haber sido eliminado de los títulos de crédito porque cruzó el “Mar Rojo”.

8. Montgomery Clift (1920-1966) nunca ganó el Oscar pese a sus cuatro nominaciones. Él dijo para consolarse: “Hay algo gracioso en los Oscar. Ni Greta Garbo ni Chaplin lo han ganado nunca, así que creo que el verdadero mérito es no tenerlo”. Su amiga Elizabeth Taylor le había aconsejado en cierta ocasión: “Si colaborases con los medios de comunicación, no sólo serías la más grande estrella del mundo, sino que también ganarías el Oscar”.

El año que perdió por From Here to Eternity (De aquí a la eternidad) (1953) llegó a preguntarse: “¿Qué tengo que hacer para demostrar que soy buen actor?”. Ese año ganó William Holden por Stalag 17 (Traidor en el infierno) y también estaba nominado Burt Lancaster por De aquí a la eternidad. El vencedor declaró después: “Creo sinceramente que Burt Lancaster debió ganar el Oscar. Después de ver De aquí a la eternidad, me quedé tan impresionado, que felicité a todos los que habían hecho posible aquella película. Considero que Burt hizo la mejor interpretación del año y así se lo dije. Yo estuve simplemente correcto en Traidor en el infierno”.

En 1958, Monty estaba convencido que le iban a nominar, y que iba a ganar, por The Young Lions (El baile de los malditos) porque había ofrecido su interpretación más arriesgada y favorita. “Ya tengo escrito mi discurso de aceptación”, se aventuró a decir. No le nominaron.

9. Otro nominado (en tres ocasiones) sin premio, Kirk Douglas (1916-2020), recordaría en cierta ocasión: “Todo el mundo quiere ganar. Y aquella vez, cuando fui candidato por Lust for Life (El loco del pelo rojo) (1956) sí pensé que tenía posibilidades, todos me decían que no tenía rival (ganó Yul Brynner por El Rey y yo). Rechacé hacer Stalag 17 (1953) y William Holden ganó el Oscar. Rechazé Cat Ballou (La ingenua explosiva) (1965) y Lee Marvin ganó el Oscar. Nunca se sabe”.

10. Lauren Bacall (1924-2014) tampoco ganó nunca, aunque en su caso no tuvo muchas posibilidades porque sólo fue candidata al Oscar una vez. Fue como secundaria por The Mirror has Two Faces (El amor tiene dos caras) (1996) y era la gran favorita. Cuando Kevin Spacey leyó el nombre de Juliette Binoche, la gran estrella no se lo podía creer: “Hice un gran esfuerzo por aparentar tranquilidad. No creo que tuviera mucho éxito. Hay actrices que siempre optan a los premios y hay actrices que siempre se los llevan. Nunca he estado en esas categorías”.

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