The Lost King

Stephen Frears (Inglaterra 1941) fue uno de los grandes, esa época en que encadenaba Las amistades peligrosas (1988) con Los timadores (1990) y luego se encontraba con Dustin Hoffman en Héroe por accidente (Hero) (1992) y con Julia Roberts en Mary Reilly (1996). Antes de todo esto, había sido el director que descubrió a Daniel Day Lewis con Mi hermosa lavandería (1985).

Lejos los tiempos donde Hollywood estaba a sus pies, Frears ahora dice cosas tan demoledoras como esta: “En mi país el cine ha muerto, ya nadie va a las salas y, si lo hace, es para ver películas basadas en cómics y a mí ese cine no me interesa nada. Creo que los mejores y más ambiciosos trabajos se hacen ahora para la TV, como Roma (2018)”.

Pero este genial director, que últimamente ha montado vehículos de lucimiento para grandes actrices, como Helen Mirren (The Queen. 2006), Judi Dench (Philomena. 2013) o Meryl Streep (Florence Foster Jenkins. 2016), sigue en activo afortunadamente, aunque piense que el cine en su país ha muerto.

La prueba es esta original comedia, basada en hechos reales. Sally Hawkins, nominada al Oscar por Blue Jasmine (2014), como secundaria, y por La forma del agua (2017), como protagonista, interpreta a Philippa Langley, historiadora aficionada que se lanza a buscar los restos del rey Ricardo III, perdidos durante más de 500 años (antes de que ella finalmente los descubriera).

La polémica ha acompañado a la película en el Reino Unido porque varias personas involucradas en el descubrimiento de los restos y algunos que participaron en la excavación arqueológica dieron entrevistas cuestionando los hechos descritos y acusando a los guionistas de exagerar el papel de Philippa Langley en la localización y descubrimiento del lugar de descanso de Ricardo III. Entonces, el productor, coguionista y coprotagonista de la película, Steve Coogan, salió en la BBC para defender a la película y acusar a la Universidad de Leicester de intentar desacreditar el papel que jugó Langley en el descubrimiento, porque, según pensaba él, como ella era una aficionada, estaban avergonzados de que hubiera solucionado antes que ellos el enigma.