La niña de la comunión

Película de terror basada en una idea de Víctor Garcia, también director, y Alberto Marini, con guion final del dramaturgo y guionista Guillem Clua, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2020 y responsable de las adaptaciones de Los renglones torcidos de Dios (2022) y la serie El Inocente (2021), ambas de Oriol Paulo. Alberto Marini es nuestro Joseph Stefano por su capacidad para fabricar pesadillas: inquietantes porteros en Mientras duermes (2011) o padres de familia con bombas en los bajos del coche en El desconocido (2015).

Victor García ha rodado sobre todo en el mercado internacional y cine de terror. Ahí están las producciones Serie B Return to House on Haunted Hill (2007), Mirrors 2 (Reflejos 2) (2010) o Hellraiser: Revelations (2011).

La niña de la comunión es su primer largometraje en el cine español y está ambientada en 1987 en un pequeño pueblo del interior. La iglesia está preparada para celebrar una misa de primera comunión; entre los niños está Judith, la hermana pequeña de Sara. A partir de la comunión de Judith, Sara y su amiga Rebe salen una noche de fiesta y al hacérsele tarde, tienen que regresar haciendo autostop. Durante el trayecto, el conductor del coche las intimida con bromas de mal gusto hasta que alguien (o “algo”) se les cruza en la carretera. Salen del coche para investigar y solo se encuentran con… una vieja muñeca de comunión en medio del oscuro bosque. Así es como empieza la historia de Sara, la muñeca y la desaparición de una niña el día de su comunión.

La película está protagonizada por Carla Campra (Verónica), Marc Soler (Todos mienten), Aina Quiñones (No matarás) y Carlos Oviedo (Las leyes de la frontera).

Con apenas 24 años, Carla Campra es toda una veterana. Claro que empezó con ocho, en la película Atlas de geografía humana (2007). Luego llegó la televisión, con series como Yo soy Bea (2008-009), y vuelta al cine con Verónica (2017) y Todos lo saben (2018). Pero su popularidad viene por las series La otra mirada (2018-019) y Acacias 38 (2020). En La niña de la comunión interpreta a Sara, la protagonista que intenta adaptarse a su nueva vida en un pueblo perdido de Tarragona.

Víctor García empezó en el cine de la mano del cineasta norteamericano Stuart Gordon (1947-2020) y eso es siempre una buena señal. Fue en el departamento de efectos especiales de su película Dagon: La secta del mar (2001), historia basada en un relato corto de H.P. Lovecraft.

Así que hemos empezado a hablar del director de La niña de la comunión nombrando a dos referentes del cine de terror, de siempre y de ahora. Luego Víctor tuvo otros maestros. Estuvo en el Hellboy (2004) de Guillermo del Toro, la Romansanta (2004) de Paco Plaza y, como director de la segunda unidad, en la serie El Inocente (2021) de Oriol Paulo y en la todavía inédita A Ciegas, de los hermanos Álex y David Pastor.

Su carrera como director ha estado enfocada hasta ahora hacia el cine americano. Debutó en el largometraje con Return to House on Haunted Hill (2007), bajo presupuesto, directamente estreno en video, rodaje en Bulgaria y secuela de la mucho más ambiciosa House on Haunted Hill (1999).

Arctic Predator (2010), era una película para televisión (un medio en el que han empezado muchos grandes cineastas) con todo el aroma del cine de barrio, serie B sobre un equipo de exploradores en una isla del océano Ártico y una criatura alienígena que ha estado enterrada en el hielo durante más de 200 años. Como La cosa (The Thing), (1982), de John Carpenter, pero en barato. Y en esa línea siguió Víctor García, haciendo secuelas imposibles, Reflejos 2 (2010) y Hellraiser: Revelations (2011), y películas como Galows Hill (2013), la historia de una familia que se refugia en una posada perdida donde hay una niña encerrada en un sótano, y An Affair to Die For (2019), con Claire Forlani y un rodaje de 17 días. 

Víctor García (Barcelona, 1974) ama el cine de terror y lo hace desde que tenía siete años y vio en el cine Videodrome (1983). Desde entonces ha soñado con hacer algo parecido a lo que hizo David Cronenberg. 

La niña de la comunión no es Videodrome, ni falta que le hace, y es la más ambiciosa de su carrera.

Esas son las cartas de este juego terrorífico que juega en la misma liga, la de los sustos y los gritos, de Verónica (2017), de Paco Plaza, y Malasaña 32 (2020), de Albert Pintó.

Aunque su verdadera “hermana” es la excelente Annabelle (2014).