Nosferatu y Robert Eggers: una relación del pasado
Robert Eggers nació en Lee, una ciudad agrícola del condado de Strafford, en New Hampshire. Mientras asistía a la escuela secundaria, dirigió y escribió una adaptación teatral de Nosferatu con su compañera de clase Ashley Kelly-Tata, ahora una conocida directora de teatro. El cineasta cuenta que también diseñó los decorados. La obra llamó la atención del director artístico Edwin Booth, de Dover, New Hampshire, que les invitó a trasladarla a su teatro. Fue toda una oportunidad para Eggers. “Entonces entendí que quería ser director”, recuerda. Al graduarse en el instituto, se apuntó a un programa de arte dramático en Nueva York antes de fundar su propia compañía: “Siempre tuve la intención de volver a montar Nosferatu, pero nunca se presentó la oportunidad”. Pero lo importante es que tenía claro que quería llevar la historia de nuevo a los escenarios o, mejor aún, a la gran pantalla, y expresarla de un modo único, algo en lo que ha estado trabajando desde entonces. El primer intento se produjo después de La bruja (2015) y antes de El Faro (2019). “Acabé escribiendo una novela corta con amplias historias de fondo y escenas que sabía que nunca incluiría en la película para entender por qué debía volver a contarse Nosferatu. Era necesario que escribiera esta pequeña novela para apropiarme de la historia”.
La furia de Florence Stoker contra F.W. Murnau en el origen del vampiro
A nadie extraña que Nosferatu (1922) sea una de las películas favoritas de Eggers. Otra es Fitzcarraldo (1982), del alemán Werner Herzog, precisamente el otro cineasta que ha versionado el clásico de F.W. Murnau (1888-1931). El director también estudió el guion original de la película muda. “Analicé cuidadosamente el guion de Henrik Galeen y las anotaciones de Murnau”.
Para entender este Nosferatu 2024, hay que remontarse al de 1922. Esa película muda estaba basada claramente en la novela Drácula de Bram Stoker, pero Murnau y los suyos se negaron a pagar los derechos correspondientes a la viuda del escritor. Lo que hicieron fue cambiar los nombres de los personajes y respetaron de alguna manera la trama central, en una historia ambientada en 1838. Florence Stoker, furiosa, emprendió acciones legales contra el equipo de la película. El juez ordenó que se destruyeran todas las copias, pero afortunadamente algunas sobrevivieron. El rodaje de ese Nosferatu fue tan fascinante que incluso hay una película sobre él: La sombra del vampiro (Shadow of the vampire) (2000), con John Malkovich en el papel de Murnau y Willem Dafoe como Max Schreck, el actor que interpretó al vampiro. Esta excelente cinta recrea la leyenda, falsa desgraciadamente, que surgió alrededor de Schreck. Era un vampiro de verdad, según creyeron algunos que participaron en el rodaje.
Werner Herzog le dijo a Terry Gross en 1998 que para él Nosferatu (1922) era la mejor película alemana jamás realizada. El cineasta lo pensaba de verdad y por eso se atrevió a dirigir en 1979 su particular versión de la historia. En este segundo Nosferatu Herzog decidió utilizar los nombres originales de los personajes del Drácula de Stoker aunque respetando la trama de la película de Murnau. Así, Klaus Kinski es el Conde Drácula, Isabelle Adjani interpreta a Lucy Harker y Bruno Ganz a Jonathan Harker. Y el círculo se cierra definitivamente cuando no enteramos que Eggers ha rodado algunas escenas de su Nosferatu en el castillo de Pernstejn en la República Checa, el mismo lugar que utilizó Herzog para el suyo.
Toda una vida con el Conde Orlok
Está claro por qué el Nosferatu de 2024 es la película más personal de las cuatro que ha dirigido hasta ahora Eggers. El director ha vivido y soñado desde niño con esa historia. Muchos años (desde la escuela secundaria) pensando en el Conde Orlok / Drácula. “Me llevó tiempo llegar a entender la fascinación que sentía. Por fin tuve claro que la imagen de Max Schreck me perseguía desde que era niño. Había algo esencial en el misterioso vampiro y en el sencillo cuento de hadas que es Nosferatu. Y estoy del todo seguro de que cuando Hutter abrió la tapa del ataúd de Orlok, los espectadores ahogaron un grito de terror e imaginaron el hedor que despedía el monstruoso muerto viviente. ¿Cómo iba encontrar mi camino en todo esto?”.
Pero que nadie se lleve a engaño. A Eggers no le interesa el Drácula de Bela Lugosi, ni el de Christopher Lee, ni siquiera el de Gary Oldman. El suyo, Nosferatu, es el vampiro folclórico, que no es un elegante seductor vestido de esmoquin, ni tampoco es un atractivo y tenebroso héroe. “El vampiro folclórico encarna la enfermedad, la muerte y el sexo brutal, despiadado. Y este era el vampiro que deseaba exhumar para un público actual”. En esencia, la película es un cuento gótico en torno a la obsesión entre una atormentada joven y el aterrador vampiro enamorado de ella.
Bill Skarsgård se convierte en vampiro: Nada de los dos colmillos clásicos
En un principio, el director pensó en Harry Styles y Anya Taylor-Joy para interpretar a Thomas Hutter y a su amada Ellen. Pero el cantante abandonó el proyecto y este se retrasó, lo que provocó a su vez que la actriz también tuviera que abandonar ya que se había comprometido con la saga Mad Max en Furiosa. Una situación complicada porque recordemos que Anya es la actriz fetiche de Eggers. Él la descubrió y juntos se dieron a conocer con La bruja (2015). La segunda película del director, El Faro (2019), fue hecha a mayor gloria de dos personajes masculinos, Robert Pattinson y Willem Dafoe, pero para la tercera, la aventura vikinga El hombre del Norte (2022) volvió a contar con la actriz.
El protagonista de esta última, Alexander Skarsgård, es el hermano mayor de Bill Skarsgård, que en Nosferatu tiene el decisivo papel del Conde Orlok. Klaus Kinski necesitaba unas cuatro horas al día de maquillaje para transformarse en el vampiro. El temperamental actor, conocido por sus violentos ataques de ira, se quedó tan perturbado por su apariencia final que evitaba mirarse en los espejos durante el rodaje. Bill Skarsgård no ha llegado tan lejos, pero sí es cierto que su preparación fue tan intensa que según ha confesado es el único papel con el que realmente ha sentido miedo (y lo dice el mismo que ha sido en el cine el payaso Pennywise). «Nunca he tenido tanto miedo con un papel y probablemente no lo vuelva a tener. Todo el proceso fue muy intenso». Lo bueno es que el joven actor, que se somete a una asombrosa transformación rodeada de misterio pues no hay ni una imagen suya, ya estaba familiarizado con la película de Murnau. “A mi padre (el actor sueco Stellan Skarsgård) le encanta el cine y me hizo un recorrido por la historia del cine cuando yo aún era muy pequeño. Nosferatu fue una de las películas que vimos juntos”.
Robert Eggers le pasó al maquillador de efectos especiales David White varias ilustraciones y toda una serie de dibujos que había hecho, incluso un cuadro de Orlok pintado por él mismo para ayudarle a entender lo que buscaba. El proceso presentaba varias complicadas fases: Primero White creó unos cuantos rostros esculpidos teniendo en cuenta la estructura ósea de Bill Skarsgård. Estas primeras máscaras acabarían por transformarse en prótesis de silicona hasta llegar a la creación de Orlok.
Robert Eggers y David White incluso rediseñaron la mordedura del vampiro. Nada de los dos colmillos clásicos, ahora son torcidos, un poco rotos, asimétricos, imperfectos y muy afilados. Para las manos de Orlok, primero se experimentó con dedos de 30 centímetros, mucho más largos de los que acabaron escogiendo. Siguió haciendo pruebas hasta solucionarlo con una prótesis en forma de bola con uñas individuales que alarga los dedos del actor solo 2,5 centímetros.
Lily-Rose Depp recuerda el día que entró en el plató y vio a Bill maquillado y vestido del Conde Orlok. “Me dio miedo. E inmediatamente pensé que era perfecto, ya no tendría que fingir estar asustada. Más bien lo contrario, tuve que esforzarme para sentirme atraída por él porque en ese momento estaba aterrada. No tiene nada que ver con los monstruos del cine, es un verdadero monstruo”.
El actor, además, habla en un tono muy grave, lo más grave posible dentro de la voz humana. “Bill ha hecho algo maravilloso, ha creado un personaje amenazador, aterrador, poderoso y, a la vez, atractivo y seductor”, dice Nicholas Hoult. “En cierto modo, Rob ha creado un monstruo nuevo, desconocido hasta ahora”, apunta Chris Columbus. Robert Eggers reconoce el mérito de Bill Skarsgård a la hora de entender al Conde Orlok, añadiendo una dimensión inesperada al personaje: “Su habilidad para desaparecer del todo en la oscuridad del papel es asombrosa. No se trata de algo superficial. Los profundos comentarios que me hizo en torno a la vida de Orlok y su pasado como hechicero daban miedo”.
Un casting de ultratumba
Lily-Rose Depp se quedó con el papel de Ellen y Nicholas Hoult con el de Thomas Hutter, el agente inmobiliario que acude a Transilvania para encontrarse con el Conde Orlok, un posible cliente. Aaron Taylor-Johnson y Emma Corrin interpretan a Friedrich y Anna Harding, un matrimonio amigo de la pareja anterior. Lily-Rose dice que siempre le han gustado las historias de estilo gótico, como a su padre, Johnny Depp. También confiesa que mientras leía el guion “casi no me atrevía a respirar por el tremendo realismo de la pesadilla”. Nicholas Hoult es uno de los actores más solicitados del momento. Acabamos de verlo en Jurado Nº2 y ahora se prepara para emprender en la piel de Thomas Hutter “un viaje desgarrador”, en palabras del propio actor.
Otro que no para es Aaron Taylor-Johnson (también estrena Kraven The Hunter). El actor se identificó con Friedrich Harding, un padre de familia dispuesto a todo por su mujer e hijos. Además, es amigo desde hace tiempo de Nicholas Hoult.
Emma Corrin, que venía de Deadpool y Lobezno cuando aceptó este proyecto, interpreta a la amiga de Ellen y esposa de Friedrich. La actriz es consciente de que ella y Aaron comunican una curiosa sensación de suspense. “Hay mucha química entre Emma y yo, ojalá lo noten los espectadores”, comenta el actor.
El reparto principal se cierra con un intérprete mayúsculo, el veterano del grupo, nominado cuatro veces al Oscar, una de ellas por interpretar al actor Max Schreck en La sombra del vampiro (2000). En Nosferatu se mete en la piel del profesor Albin Eberhart von Franz. “Por suerte, a Willem le gusta trabajar conmigo. Le sobra energía, pero sabe concentrarse. Es un hombre de acción, se entrega. Es inteligente, todo le interesa. Solo Willem podía darle a Von Franz la autoridad y el dominio necesarios. Una de las cosas que más me gusta de Willem es su don para mantener el equilibrio entre la oscuridad y el humor”.
Esta es la tercera vez en que actor y director trabajan juntos.
Un viaje a las tinieblas por los castillos del vampiro
En la ficción estamos en la Alemania báltica de 1830, concretamente en Wisborg, una ciudad ficticia. En la realidad, en Praga, República Checa, marzo de 2023, en el monumento histórico conocido como Invalidovna. Esa es la fecha del comienzo del rodaje de Nosferatu. La película quedó completada el 29 de mayo de 2023. Entre una y otra fecha, un viaje a las tinieblas que pasó por escenarios naturales como el castillo de Hunedoara, también conocido como el castillo de Corvi, para los exteriores del refugio de Orlok en la película. Está en Transilvania y es uno de los castillos medievales más grandes de Europa. Además, es donde el verdadero Vlad Drácula estuvo encarcelado una breve temporada.
No es difícil imaginar a Eggers rodeado de libros de vampiros, de ocultismo e historia del vampirismo. Le gusta mucho el proceso de documentación antes de comenzar un rodaje. Chris Columbus, el productor de la película, recuerda entrar en su despacho y ver libros por todos lados”. “Era casi como entrar en el despacho de un experto en vampirología”, comenta el legendario director de Solo en casa (1990), Sra. Doubtfire (1993) y las dos primeras entregas de la saga Harry Potter. Esta es la tercera vez que colaboran (antes lo hicieron en La bruja y en El Faro) y Columbus no duda en definir a Eggers como un verdadero artista. “Chris y yo trabajamos muy bien juntos porque venimos de mundos diferentes. Para mí y mis colaboradores, Chris y Eleanor Columbus (su hija y socia) representan una red de seguridad. Tener a Chris a mi lado, uno de los maestros contando historias al estilo ortodoxo de Hollywood, me sirvió de inspiración y de apoyo”.
Es curiosa la relación entre productor y director, uno haciendo películas tan luminosas y el otro tan oscuras, pero lo cierto es que se entienden a la perfección. A los dos les fascinan las producciones de Hammer Films, sobre todo el Drácula de 1958 de Terence Fisher, Peter Cushing y Christopher Lee.
Un Nosferatu como no se ha visto antes
Y es que la sombra de Bram Stoker es muy alargada. “Es imposible ignorar su novela tratándose de esta película. Me parecía que numerosas cosas de las películas de Drácula estaban en la novela, pero descubrí que no era así. Lo curioso es que la había leído en varias ocasiones… También fue muy interesante olvidar lo que sabía de Drácula y de los vampiros, y volver a aprenderlo todo desde cero”. El objetivo era crear un Nosferatu como no se había visto antes.
Los datos de rodaje de Nosferatu solo provocan más ganas de verla.
Tenemos planos secuencia que pueden abarcar una escena entera y decorados para acomodar los ambiciosos movimientos de cámara exigidos por Eggers, con techos y paredes removibles, montadas sobre bisagras para dejar pasar la cámara y volver a cerrarse, exactamente lo que hizo Alfred Hitchcock en La soga (Rope) (1948). También luz de velas auténticas, como las utilizadas por Stanley Kubrick en Barry Lyndon (1975) y decorados como los de antes, tan espectaculares que sorprendieron hasta el propio Robert Eggers cuando los vio por primera vez. “Me conmovió. Para La bruja construimos una granja más bien pequeña que nos pareció todo un logro entonces. Esta vez hemos construido cinco manzanas, y solo era uno de los decorados”.