Los premios Forqué celebraron sus 30 años de existencia. EGEDA, la entidad sin ánimo de lucro para la gestión de derechos de los productores audiovisuales, creó estos galardones en 1996 para destacar lo mejor de la producción cinematográfica y televisiva (como los Globos de Oro). Y no hay mejor forma de celebrar un cumpleaños tan especial que cantando y bailando. El número musical que abrió la gala dejó las cosas muy claras: a Mario Casas, nominado por Escape, lo mandaron al fondo por ser demasiado guapo.
El primer premio fue para el cortometraje La gran obra, de Álex Lora, presentado en Sundance y centrado en el conflicto entre dos familias motivado por la desigualdad económica. Mariposas negras, de David Baute, se llevó el galardón al Mejor Largometraje de Animación contando la historia basada en hechos reales de tres mujeres de distintos puntos del planeta obligadas a migrar por el cambio climático.
En ese punto de la gala apareció en el escenario el showman Carlos Latre y en un impresionante tour de force que duró pocos minutos nos ofreció un monólogo donde sin pausa y muchas réplicas imaginaba una loca conversación entre José Luis López Vázquez, Fernando Tejero, Luis Merlo, Fernando Fernán Gómez, Manuel Alexandre, Pepe Isbert, Agustín González y Antonio Ferrandis. El único «pero» es que confundió a este último con Antonio Resines.
Pedro Casablanc dedicó el premio al mejor actor en una serie (por Querer) a «todas las mujeres y niños que sufren violencia en la familia».
Eduard Fernández subió por primera vez al escenario para recoger el premio al mejor actor de cine (por Marco) y habló de los maravilloso que es hacer cine.
Enrique Cerezo, presidente de EGEDA, entregó la Medalla de Oro al director, productor, guionista y divulgador José Luis Garci. En el escenario y en vaqueros, el cineasta confesó haberse levantado reivindicativo y por eso lanzó tres peticiones: 1. Cerezo se merece ya el Premio Nacional de Cinematografía y la Medalla de Bellas Artes. 2. Un premio ya para los cameraman, los encargados de manejar la cámara en los rodajes, que son ignorados y no tienen categoría ni en los Goya ni en los Oscar ni en ninguna otra entrega de reconocimientos. 3. Que los cines pongan aire acondicionado, porque hace mucho frío en las salas. Garci se despidió tras un discurso ejemplar para el que no necesitó ningún papel recordando a Bugs Bunny, el único conejo que ha ganado el Oscar.
El Forqué a la mejor película latinoamericana fue para El lugar de la otra, de la documentalista que debuta en la ficción Maite Alberdi, premiada el pasado año en la misma categoría por La memoria infinita. En la película, ambientada en Chile en 1955, una joven secretaria intenta resolver un misterioso caso de asesinato. El mejor largometraje documental fue para Marisol. Llámame Pepa, de Blanca Torres. Esta última dijo que la actriz protagonista de su película «sigue siendo un referente», y eso que lleva retirada desde 1985, cuando estrenó Caso cerrado. Torres trabajó en este proyecto durante dos años.
La actriz protagonista en una serie fue para Nagore Aranburu por Querer, y le dedicó el premio «a todas las Miren (su personaje) que tenemos alrededor».
Carolina Yuste ganó el premio a la mejor actriz en cine por La infiltrada, esa película que ha sido la gran sorpresa del año en la taquilla española y que el Festival de San Sebastián rechazó por extraños (o no tanto) motivos. El Mejor Largometraje al Cine y Educación en Valores fue para El 47, escrita por su director, Marcel Barrena, junto con Alberto Marini. A Mario Casas lo mandaron al fondo y a Eduard Fernández a la primera fila. Segunda vez en el escenario del actor para honrar una pequeña película que ya han visto 500.000 espectadores y es la más vista en catalán de los últimos 40 años.
A la entrega de galardones se sumaron, a lo largo de la gala, las actuaciones musicales de Diana Navarro y María Toledo, que unieron sus voces para entonar el clásico de la canción en castellano Volver, ligado eternamente al séptimo arte por haber sido llevado en multitud de ocasiones a la gran pantalla. De la misma manera, la actuación de Sole Giménez, entonando la nana valenciana Mareta, Mareta en recuerdo a las víctimas de la trágica DANA que ha azotado el país, desató uno de los momentos más sentidos de la noche.
La gala se cerró con la mejor serie de ficción para Querer, creada por Alauda Ruiz de Azúa, el Premio del Público para la excelente Casa en Llamas, de Dani de la Orden, y con José Sacristán y Carmen Machi entregando el premio a la mejor película del año a El 47. Tercera vez de Eduard Fernández en el escenario, en esta ocasión para hablar de «la gente digna».
El punto final lo puso Asier Etxeandía cantando el clásico de Los Bravos Bring a Little Loving, estrenado en la película ¡Dame un poco de amooor…! (1968) una de las cintas más conocidas y veneradas de José María Forqué.