Laura por James Ellroy, el proyecto soñado

«Jamás olvidaré el fin de semana en que murió Laura. Un sol plateado ardía en el cielo como una enorme lupa. Fue el domingo más caluroso que recuerdo». Así empezaba uno de los grandes clásicos de la historia del cine, Laura (1944), dirigida por el temperamental Otto Preminger. Basada en una novela de la escritora Vera Caspary, el guion final sufrió tantas modificaciones con respecto al original que la famosa frase de Caspary, «Una vez que un escritor vende una historia a Hollywood, puede darle un beso de despedida», se hizo más realidad que nunca. Tres guionistas, y uno más no acreditado, desarrollaron la historia del neurótico detective Mark McPherson (Dana Andrews), un hombre «incapaz de cualquier relación humana normal» y obsesionado con esclarecer el asesinato de la dama de la alta sociedad neoyorkina Laura Hunt (Gene Tierney). El rostro ha quedado desfigurado, así que tiene que encontrar al culpable entre el variopinto grupo de amigos de la chica, entre los que están Shelby Carpenter (Vincent Price), «sospechoso por naturaleza», Waldo Lydecker (Clifton Webb), un tipo que no es amable es retorcido, según se define él mismo, y Ann Treadwell (Judith Anderson), tía de la víctima que anda al acecho como una grulla en una marisma. Laura recibió cinco nominaciones al Oscar, pero no a Mejor Película, y ha quedado en la memoria de un montón de gente que todavía se sobrecoge cuando el protagonista le dice a la chica: «Cuando te creía muerta fue cuando más te deseaba».

Hace varios años, un escritor con muchos rincones oscuros anunció que iba a escribir un remake de la película, quizás porque el asesinato de Laura Hunt le recordaba al de su propia madre, Geneva, y, por extensión, al de la Dalia Negra. Estamos hablando de James Ellroy (1948). La idea que tenía era mantener la trama principal, con el detective, la famosa ejecutiva de publicidad asesinada en su apartamento de un disparo de escopeta en la cara, los testimonios de los testigos y la obsesión de McPherson con la mujer muerta. Al fin y al cabo, Ellroy ha vivido siempre obsesionado con dos mujeres, Geneva y Elizabeth Short, también brutalmente asesinadas. El cambio que haría el escritor de L.A. Confidential sería trasladar la acción a Londres, «así que me instalaré allí por un tiempo, porque quiero que aparezca Scotland Yard. Me encanta la construcción del guion original. El solitario detective de policía, la mujer muerta con el rostro destrozado asesinada en la sala de su apartamento, el retrato de la mujer, el policía que se enamora del retrato… eso es todo lo que necesito. Ahí tienes. Eso es una película», dijo entusiasmado.

Ellroy creyó en su momento que tenía la película, pero la pregunta siempre fue: ¿existe una actriz en la actualidad tan fascinante como Gene Tierney? En 1944 sólo Hedy Lamarr, la primera elección para el papel, podía haber estado a la altura de Tierney. La actriz austriaca rechazó la oferta porque, según ella, «me enviaron el guion, no la partitura», en referencia a la inmortal música que compuso David Raksin. Es evidente que la bella Hedy se equivocó una vez más en su carrera (también dijo no a Casablanca). 

Ya puestos, ¿quién podría estar ahora al mismo nivel de Clifton Webb como Waldo Lydecker, el cronista radiofónico que escribe sus ecos de sociedad con «una pluma de ganso mojada en veneno»?

Nada más se ha sabido de esta nueva Laura y el proyecto permanece en el baúl donde van a parar los sueños de muchos cineastas y escritores.

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