La secuela más esperada por muchos puede ser una realidad

Ethan Hawke as The Grabber in The Black Phone, directed by Scott Derrickson.

The Black Phone se rodó en treinta y tres días y costó 18 millones de dólares. Recaudó en todo el mundo 161. The Grabber llamaba a la puerta, como en su día llamaron Michael Myers, Jason Voorhees, Ghostface o Freddy Krueger. La secuela era una más que probable opción. Y en esas están sus responsables. Ethan Hawke ha dicho que la hará si la hace Scott Derrickson. En una entrevista sobre el tema ha declarado: “a veces, las secuelas nacen por la necesidad del director de seguir contando cosas. Y a veces nacen por el simple deseo de ganar dinero. Hay una diferencia muy grande entre una y otra”. El actor es coherente, porque rechazó Sinister 2, una película sin Scott Derickson (aparece sólo como productor) y con un guion, en palabras suyas, “terrible”.

Así que la pelota está en el lado de Derrickson, que recientemente ha confirmado que el escritor Joe Hill y él han hablado del tema. “Joe me contó algo maravilloso, me gustó mucho. Él es muy protector y personal con su material, pero vino a mí con esa idea y yo pensé: “así es exactamente como tendría que ser la secuela”.

Hagamos un poco de historia. The Black Phone fue una de las mejores películas de terror que se estrenaron en 2022. A muchos no les extrañó que saliera tan bien, porque detrás de ella estaba Scott Derrickson, el director de la inquietante Sinister (2012) y de la muy potente Líbranos del mal (Deliver Us from Evil) (2014). No hay que olvidar que la primera de ellas fue elegida por la revista Forbes la película más aterradora jamás realizada (mediante un estudio denominado Science of Scare Project, donde se controla la frecuencia cardíaca de los espectadores mientras ven películas de terror).

Pero The Black Phone tenía otro “padre”: Joe Hill, autor del relato corto en que se basó, que es hijo de Stephen King. Y además estaba Ethan Hawke interpretando el personaje más improbable de toda su carrera: el enmascarado y siniestro secuestrador asesino de niños conocido como The Grabber. Ese sí que daba mal rollo, gracias a las máscaras diseñadas por el legendario Tom Savini, un veterano de Vietnam y maestro del maquillaje en el cine que utiliza sus recuerdos de guerra para crear horror. En el cuento de Hill, The Grabber es un payaso, pero la sombra de It, sobre todo por las últimas películas, es tan alargada que el propio escritor sugirió que deberían convertirlo en un mago. The Grabber lleva varias máscaras a lo largo de la película, cada una de las cuales expone diferentes partes de su rostro. 

Este teléfono que suena, aunque no esté conectado, esconde rincones oscuros que conviene explorar… o no. El repartidor de periódicos que aparece al principio está inspirado en Johnny Gosch, un chico de Iowa que estaba con su perra el 5 de septiembre de 1982 cuando repartía periódicos y desapareció. El animal fue encontrado, pero el caso de Johnny sigue sin resolverse hasta el día de hoy. Y si buceamos más, nos vamos hasta la infancia de Scott Derrickson, cuando Ted Bundy pasó por el norte de Denver, Colorado, donde nació Scott un 16 de julio de 1966. El director era un crío, pero pensar siquiera que el asesino en serie más terrible de todos se podía cruzar con él le marcó para siempre. También tenemos el asesinato del vecino de la casa de enfrente donde vivía él con sus padres y una extraña llamada telefónica que le llevó a hablar brevemente con uno de los asesinos de la familia Manson. «La emoción principal que asocio con mi infancia es el miedo», ha dicho el cineasta. Incluso el director incluye en la película una escena autobiográfica: Finney (Mason Thames), el adolescente protagonista, ve aterrado por televisión la película de William Castle The Tingler (Escalofrío) (1959), que es precisamente la culpable de que Derrickson se dedique al cine de terror: «el día que la vi de niño nació el director de terror que hay en mí, supongo».

The Black Phone juntó de nuevo al equipo de Sinister, es decir, Derrickson, el guionista C. Robert Cargill, el productor Jason Blum y los actores James Ransone (interpreta al tipo obsesionado con el caso de los niños desaparecidos) y Ethan Hawke. De este último, el director ha dicho que “es justo decir que es mi actor favorito”. Para Sinister le tuvo que insistir porque al actor no le gustan ni ve ese tipo de películas. Hawke no quería entrar en terrenos oscuros, pero Derrickson le convenció: “ya verás lo divertido que es hacer películas de terror”. Lo mismo ocurrió con The Black Phone, pero más intenso todavía, porque encima su personaje es espeluznante. Al actor no le van los villanos (prefiere dirigir maravillosas series documentales sobre sus ídolos Paul Newman y Joanne Woodward), así que le dijo a Derrickson que el guion tendría que ser genial para que aceptara. Hawke recibió el texto, lo leyó y por la noche le dejó un mensaje a Derrickson con la voz de The Grabber.

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