La noche más larga de Vanessa Redgrave (que en los Oscar nunca olvidarán)

“Es cierto que nunca me he mordido la lengua, pero también que quizás por eso valoro mucho qué, a quién, cuándo y cómo digo las cosas”. Palabras recientes de Vanessa Redgrave (Londres, 30 de enero de 1937), una de las mejores actrices de la historia. También es cierto que la gran dama del cine y de los escenarios se ha jugado mucho por decir lo que piensa.

En la historia de los premios Oscar hay varios momentos que todo el mundo recuerda. La india que subió a recoger el premio en nombre de Marlon Brando cuando el actor ganó por El Padrino (1973) es uno de ellos. También el hombre que apareció desnudo en el escenario ante un impasible David Niven en la edición 46. El rey del mundo de James Cameron, la bofetada de Will Smith a Chris Rock o el año en que dos de las más grandes interpretaciones de la historia del cine, Bette Davis por Eva al desnudo y Gloria Swanson por El crepúsculo de los dioses, quedaron sin ser premiadas. 

Entre esos momentos, o por encima de ellos, está el escándalo que se formó el año en que Vanessa Redgrave ganó como actriz de reparto por interpretar a Julia en la película de Fred Zinnemann de 1977, basada en la autobiografía de Lillian Hellman (Jane Fonda) sobre las relaciones de la escritora con Dashiell Hammett (Jason Robards) y su amiga Julia, cuyo nombre da título a la película.

Vanessa era la favorita, la película acumulaba 11 candidaturas, pero lejos de hacer campaña para publicitar su nominación, la actriz decidió no vender sus principios y acertadamente o equivocadamente, que cada uno lo valore como quiera, siguió defendiendo en sus apariciones públicas al pueblo palestino, una campaña que incluyó contactos con la OLP de Yasir Arafat. Esto provocó la protesta airada de la Liga de la Defensa Judía (JDL).

En Hollywood siempre ha habido libertad de expresión, pero Hollywood fue fundado por judíos y en los primeros años de su existencia controlado por ellos. Eran judíos o venían de familias judías: Adolph Zukor, el fundador de Paramount Pictures y prácticamente el hombre que inventó Hollywood; Carl Laemmle, creador de Universal Pictures; el legendario Louis B. Mayer, el hombre que controlaba con mano de hierro la Metro-Goldwyn-Mayer y el que creó los Oscar; Irving Thalberg, el productor más brillante de la época; los hermanos Jack y Harry Warner, fundadores de Warner Brothers; Harry Cohn, creador de Columbia Pictures (actual Sony Pictures); William Fox, fundador de la Fox (más tarde 20th Century Fox); Joseph Schenck, uno de los padres de la Academia de Hollywood y cofundador de la Fox; Jesse L. Lasky, cofundador de Paramount; y David O. Selznick, el más grande productor de la historia del cine.

Así que Vanessa tenía un problema. La noche del 29 de marzo de 1978 se celebró la 50.ª edición de los premios en el Dorothy Chandler de Los Angeles. Horas antes, el productor de Julia, Richard N. Roth, se adelantó a lo que podía suceder y declaro: “los Oscar se otorgan por una interpretación, no por opiniones políticas. Yo soy sionista (movimiento en defensa de un Estado para el pueblo judío en Palestina), pero respeto el derecho de expresión de Vanessa”. 

Muhammad Ali y Sylvester Stallone fueron los encargados de entregar el Oscar a la mejor actriz de reparto. Ganó Vanessa. La actriz subió al escenario y no se calló. Tras agradecer el premio, recordar a su compañera de reparto Jane Fonda y al director Fred Zinnemann, y dedicar el Oscar a las millones de personas que dieron sus vidas y lucharon contra el fascismo y la Alemania nazi racista (porque Julia, judía víctima de los nazis, así lo hace en la película, ambientada en la II Guerra Mundial), Vanessa se lanzó al ruedo y agradeció a los miembros de la Academia por no haberse dejado amedrentar con “las voces intimidatorias de un pequeño grupo de sionistas rufianes, cuyo comportamiento es un insulto para los judíos de todo el mundo y su gran y heroica lucha contra el fascismo y la represión”. A continuación, arremetió contra Nixon y McCarthy y su caza de brujas y prometió seguir luchando contra el antisemitismo y el fascismo.

Segundos después, con parte del público todavía en estado de shock, apareció en el escenario el prestigioso dramaturgo y guionista Paddy Chayefsky (la única persona junto con Woody Allen que ha ganado tres Oscar al mejor guion original) para entregar el premio a los mejores guiones. De origen judío, Paddy tampoco se calló: “Quiero decir algo porque, si no, no podría mirarme al espejo mañana. Estoy harto de que la gente aproveche los premios de la Academia para lanzar su propaganda. Me gustaría sugerirle a Mrs. Redgrave que piense que su victoria de esta noche no es un gran momento para la humanidad, por lo que un simple “gracias” habría bastado”.

El Oscar al mejor guion original lo ganaron Woody Allen y Marshall Brickman por Annie Hall y el de guion adaptado se lo llevó el gran Alvin Sargent por Julia. El escritor subió al escenario y tampoco se calló: “Este premio va dedicado a la verdadera Julia y a todas las cosas por las que ella luchó. Me gustaría creer que también representa estas cosas, entre ellas la libertad de expresión, nuestros pensamientos y sentimientos, y que nadie nos diga lo que decimos o tenemos que decir”.

La bola de fuego ya no se podía parar y varios de los que estaban en el Dorothy Chandler tardaron segundos en salir del auditórium y opinar. El poderoso productor de televisión Aaron Spelling (Los ángeles de Charlie, Starsky y Hutch, Vacaciones en el mar) salió furioso y tampoco se calló: “Mientras daba su estúpido discurso (Vanessa) pensé que si estuviese en casa apagaría la televisión, pero como estaba en la sala todo lo que pude hacer fue taparme los ojos de vergüenza”.

El productor Lester Persky, que en esos momentos rodaba con Vanessa Yankis (1979) se vio rodeado de micrófonos y solo se atrevió a decir: “Mañana le diré (a Vanessa): fuera la política y apréndete tu papel”.

El más buscado era el presidente de la Academia, Howard W. Koch. Al final habló: “Lo siento por ella, porque en la cena después de la ceremonia estaba en una mesa sola con sus dos guardaespaldas y nadie quería sentarse a su lado”.

Vanessa con Tom Cruise en la primera Misión Imposible

Paddy Chayefsky, que seguía por ahí, puntualizó a Koch: “en esa cena yo la vi ir de mesa en mesa hablando con la gente. ¿Cómo podía tener la cara dura de ir a cenar después de esto?”.

Un periodista de Los Angeles Herald-Examiner atacó a Chayefsky diciendo que era un hipócrita porque no tenía que haber criticado la libertad de expresión, ya que también él pudo decir lo que quiso.

¿Y la protagonista? Pues Vanessa se limitó a aclarar: “sólo expresé mi opinión. No era política”.

Vanessa Redgrave volvió a estar nominada al Oscar en 1985 por Las bostonianas y en 1993 por Regreso a Howards End, ambas como actriz de reparto. Nunca ha dejado de trabajar en Hollywood, aunque su carrera principal se ha desarrollado en Europa. El 18 de marzo de 2009 recibió el peor golpe de su vida cuando su hija Natasha Richardson, también actriz y casada con Liam Neeson, murió en un accidente de esquí en Mont-Tremblant, a 130 kilómetros de Montreal. Las imágenes de Vanessa y Liam Neeson paseando abrazados mientras se dirigían al funeral dieron la vuelta al mundo.

En el momento de su fallecimiento, Natasha estaba preparando una reposición en Broadway de A Little Night Music para protagonizar junto a su madre.

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