Los actores Diego Luna y Gael García Bernal son amigos desde que eran bebés en la Ciudad de México. Una amistad heredada de sus progenitores: el padre de García Bernal fue un aclamado director de teatro, su madre actriz. El padre de Luna fue un reconocido escenógrafo y su madre diseñadora de vestuario. Ambos han seguido la herencia familiar.
Siendo adolescentes en la década de 1990, actuaron en el escenario y en telenovelas como El Abuelo y Yo. Luego, en el 2000, García Bernal tuvo su gran oportunidad en la película Amores Perros de Alejandro González Iñárritu. Al año siguiente, él y Luna interpretaron a dos mejores amigos en un triángulo amoroso junto a Maribel Verdú en Y Tu Mamá También. Luna dice que durante muchos años estuvieron tratando de idear otro proyecto para volver a reunirse frente a las cámaras. Y entonces, una mañana de resaca en el Festival de Cine de Berlín se les ocurrió La Máquina.
“Hicimos Y Tu Mamá También (2001), luego pasó mucho tiempo. Hicimos Rudo y Cursi (2008) pasó el tiempo, hicimos Casa de Mi Padre (2012), y pasó el tiempo. Es como si la vida tuviera que pasarnos para poder volver a estar juntos y hacer algo diferente. Pero hay algo en trabajar juntos que me he estado perdiendo desde, ya sabes, desde el primer día. Yo diría que desde que empezamos a hacer teatro cuando éramos niños. Él siempre ha estado ahí, presente todo el tiempo” explica Diego Luna mientras, a su lado, Gael asiente con la cabeza. “Sí. Creo que cuando estábamos haciendo Casa de Mi Padre, teníamos muchas cosas en el radar. Luego, Diego hizo el documental sobre Julio César Chávez y yo había estado entrenando mucho en boxeo. Y amamos el deporte. México es uno de los mejores países en el boxeo. Entonces, ¿por qué no contar una historia que sea muy nuestra?” se pregunta Gael.
Bernal interpreta a un boxeador anciano, Esteban, cuyo apodo es ‘La Máquina’. Luna da vida a su manager, Andy, obsesionado con la cirugía plástica. En la historia, los criminales amenazan con matarlos a ambos a menos que Esteban arroje su toalla en la siguiente pelea. “Sabíamos desde el principio que iba a ser la historia de un boxeador y un manager. Sabíamos que trataría del éxito, la trampa del éxito; en cierto modo, de cómo decir adiós, de cómo terminar una carrera. En el boxeo, decir adiós es realmente cruel. Todos los deportes son crueles en ese sentido, en ese punto donde los atletas, por la experiencia, saben más o saben hacerlo mejor, pero su cuerpo ya no responde”. No ha terminado Gael, cuando Diego le toma la palabra. “Y México, México siempre fue importante”.
En La Máquina, serie que se estrena Disney+, el Esteban Osuna de Bernal tiene todavía muchos desafíos por delante, empezando por enfrentar su alcoholismo que le provoca alucinaciones, hecho que oculta a su la doctora inquisitiva y ex esposa Irasema (Eiza González), una periodista deportiva que preferiría que sus dos hijos pequeños no terminaran con un vegetal por padre. “Se nos ocurrió en Berlín, Gael venía de entrenar para un proyecto que no salió adelante y yo venía de hacer un documental sobre Julio César Chávez. Gael quería hacer algo con su cuerpo y sus músculos” bromea Luna, para luego ponerse algo más serio. Físicamente, Gael se vio obligado a recuperar la forma y los músculos de hace una década. “Ha sido muy duro. Lo bueno es que hace 10 años comencé a entrenar boxeo correctamente, técnica del boxeo que solo se aprende con el tiempo. Creo que hubiera sido mucho más complicado si no hubiera tenido esta experiencia. Sé lo que significa ser golpeado y estar en el ring. Cuando ya supe que íbamos a rodar, entrené tres meses a tiempo completo todos los días, además me puse a dieta. El entrenamiento fue muy duro y todo me dolía y pero ese dolor me ayudó a entender el personaje porque estaba pasando por lo mismo, como si estuviera sufriendo todo el tiempo, y eso es lo que sucede en la historia”.
En la ficción, el manager de Luna vive dependiendo de Esteban, es su mejor y más antiguo amigo, un hombre quien a su vez mantiene a Esteban en la oscuridad sobre un trato fáustico que hizo años antes y que, como es habitual en tales contratos, ha vuelto para morderles el trasero a ambos. En realidad, la serie es una tragedia griega con el boxeo como contexto. “Me queda claro que estamos aquí porque nuestras decisiones y nuestros proyectos están conectados a algo más grande. No es solo una idea aleatoria, el proyecto es parte de nuestra vida, de nuestra amistad y tenemos una compañía juntos para hacer que esas cosas sucedan. Esa era la idea de tener una empresa: asegurarnos que trabajamos en aquello que nos importa, contando lo que queremos decir y hacerlo con las personas con las que queremos estar. Se trata de mucho más. Se trata de familia, de amistad, de esas relaciones que se pierden en el proceso de lograr el éxito”.
La Máquina es la primera serie original en español de Hulu en Estados Unidos, aunque en México se emite en Disney+. Un thriller cómico melodramático de conspiración deportiva que desafía el género en un intento de llegar a la audiencia latina tan difícil de convencer. “El español es nuestro, nuestro, nuestro. Creo que eso es lo que canta Caetano Veloso pero lo dice sobre el portugués, pero nosotros lo aplicamos al español. Es nuestra patria en cierto modo. Es donde podemos volar más alto, podemos jugar con más acentos, podemos jugar con más detalles: la naturaleza, la dialéctica del español, que es muy diferente del inglés, y podemos nutrirlo. Cuando trabajo en ingles siento que estoy poniendo una máscara sobre el personaje. Esto es muy visceral y necesitábamos regresar a ese espacio de cuando éramos niños y teníamos toda la vida por delante. Además, queríamos rodar la serie en México” admite Gael. Es Diego quien remata la entrevista conectando con México, país del que se siente muy orgulloso. “El español es importante porque nos conecta con el lugar donde crecimos. El boxeo era un evento enorme en nuestra infancia. Era el deporte rey, el deporte donde el mexicano siempre ganaba. Fueron los mexicanos los que ganaron y eso fue muy importante para nosotros mientras crecíamos. Por esa conexión, el lenguaje resuena de manera diferente. Y hay otra cosa que he descubierto, cuando trabajo en inglés necesito estudiar mucho el texto, no me permite improvisar como el español. Las palabras resuenan en mí de manera diferente y desencadenan emociones de una manera diferente, así sucede”.
Texto María Estévez (Los Angeles)