¿Qué pasa cuando ni el director ni el productor quieren a un determinado actor para su película, pero resulta que el intérprete en cuestión tampoco tiene muy claro que quiera hacerla?
¿Y qué pasa cuando hay una actriz aparentemente la mejor opción para la protagonista femenina, pero el productor se empeña en ignorar esa opción porque quiere a una desconocida para el papel?
Pues eso es lo que pasó con The Deep (Abismo) (1977). Peter Yates, el director contratado tras las negativas de John Boorman, Steven Spielberg y John Frankenheimer, no creía que Nick Nolte fuera la opción más adecuada. Pero el actor, que salía del fenomenal éxito de la serie Hombre rico, hombre pobre (1976) y esta propuesta era la primera importante que recibía para hacer cine, tampoco estaba particularmente interesado en hacer lo que percibía como un papel insulso. Pero, es más, en Columbia Pictures tampoco estaban interesados en Nolte, ya que creían que no era una estrella lo suficientemente importante y que no tenía peso en taquilla para encabezar una película de gran presupuesto. El único que parecía apostar por Nolte era el productor de la película, el gran Peter Guber.
No es difícil imaginar lo tensa que debió ser la reunión final, con todas las partes presentes con el fin de decidir quién iba a interpretar al protagonista, David Sanders. La cosa estaba entre Nolte, Jeff Bridges o Ryan O’Neal. Como recuerda Guber: «Entré en la sala y no podría haber pisado un terreno más inestable si la reunión la hubiéramos celebrado en la falla de San Andrés. Ahí había un actor que el estudio no quería, sentado para discutir un papel que más o menos ya había rechazado, con un director que ya había llegado a la conclusión de que ese actor no era el adecuado para el papel. Nick ya sabía que Yates no estaba muy emocionado con él, pero se quedó y, mientras hablábamos sobre la película, empezó a interesarse por el personaje y por el desafío que presentaba rodar bajo el agua. A su vez, Yates también comenzó a mostrar interés por Nick. Finalmente, después de dos horas, Yates se acercó a Nick y le dijo: «Eres el hombre que busco».
Otra cosa fue el proceso de selección de la protagonista femenina, Gail Berke. Como el estudio quería un gran descubrimiento, una nueva y joven actriz desconocida, algo parecido a lo que había hecho un año antes Dino De Laurentiis con Jessica Lange en King Kong y toda la publicidad que eso implicó, se organizó un ambicioso casting con un Nick Nolte “increíblemente servicial”, según Guber, dispuesto a hacer las pruebas con las distintas candidatas.
Sin embargo, la búsqueda de una nueva estrella resultó inútil, así que pusieron el foco en una actriz conocida. Candice Bergen, Katharine Ross y Charlotte Rampling fueron consideradas, pero la mejor posicionada era Jacqueline Bisset. Guber recuerda ese proceso: «Las chicas que vimos simplemente no tenían It (Eso), esa calidad de estrella, carisma, presencia, llámalo como quieras. El nombre de Jacqueline Bisset había estado sobre la mesa desde el principio, y entonces nos dimos cuenta de que la queríamos en la película más que nunca».
Una decisión que el productor nunca olvidará. En la escena que abre The Deep (Abismo), se ve a Gail buceando con una camiseta blanca que, cuando sale del agua y se sube al barco, se pega a su cuerpo en total transparencia dejando poco a la imaginación. No se necesitó más para que la actriz se convirtiera de la noche a la mañana en un símbolo sexual y, desde luego, en el mayor reclamo para la película. Según el libro Hit and Run: How Jon Peters and Peter Guber Took Sony for a Ride in Hollywood (1996), Peter Guber suele decir con sarcasmo: «¡Esa camiseta me hizo millonario!».
La película convirtió en estrellas a Nick Nolte y a Jacqueline Bisset. Alguien que estuvo en el rodaje señaló que al principio no se llevaron bien pero que terminaron teniendo un romance, algo que hizo las delicias de Guber. La película es lo primero y cuanta más química tengan los dos protagonistas, mejor funciona todo en pantalla. Aunque Jacqueline ya había aparecido en éxitos como Casino Royale (1967), Dos en la carretera (1967), Bullitt (1968), Aeropuerto (1970), La noche americana (1973) y Asesinato en el Orient Express (1974), lo cierto es que Abismo hizo más por su carrera que todas ellas juntas. La convirtió en un sex symbol, aunque ella le quitó importancia: “Después de Abismo de lo único de lo que se habló durante los siguientes cuatro años fue de mis tetas. Se montó un buen alboroto y resultó aburrido, de verdad. Me fastidia. Pero soy consciente – aunque espero que no se convierta en mi epitafio – de cómo contribuyó a mi fama, supongo. Lo cierto es que nada de eso tenía nada que ver conmigo. Dios, si hubiera querido hacer una película de ese tipo, lo habría hecho de otro modo para que resultara mucho más sexy. Al fin y al cabo, lo que se veía parecían dos huevos fritos en una bandeja”. La actriz inglesa, y madrina de Angelina Jolie pues era muy amiga de su madre, Marcheline Bertrand, con los años llegó a reconocer también el atractivo de su compañero de reparto: “Nick Nolte es un hombre muy sexy. Él mismo no es muy consciente de eso. Sin embargo, no actúa para parecer atractivo, simplemente es Nick. Es una forma de ser sexy extremadamente misteriosa”.
The Deep fue la primera película de Guber y un año después estrenaba El expreso de medianoche, a la que seguirían Un hombre lobo americano en Londres (1981) y Flashdance (1983). Luego fue nombrado vicepresidente de producción de Columbia Pictures junto con su socio Jon Peters, complicada etapa documentada en el libro Hit and Run, y sobrevivió al tsunami de La hoguera de las vanidades (1990). Como productor de la película, contrató a tres personas que muchos consideraban equivocadas para el proyecto: el escritor Michael Cristofer, el director Brian De Palma y la estrella Tom Hanks. Pero Guber se salvó del desastre porque dimitió antes de que comenzara el rodaje para irse a otra compañía y, aunque aparece acreditado como Productor Ejecutivo, los críticos no lo mencionaron en sus reseñas y toda la culpa del histórico fracaso se la llevaron Cristofer, De Palma y Hanks.
Ya con The Deep (Abismo) apuntaba maneras. Era un proyecto ambicioso porque se trataba de la segunda adaptación al cine de una novela de Peter Benchley después de Tiburón (1975). El libro se publicó a principios de 1976 y permaneció en las listas de los más vendidos durante seis meses. Guber nadaba por ahí como un escualo. Había dimitido de Columbia Pictures para dedicarse a hacer sus propias películas, y treinta y seis horas después de fundar la productora Casablanca Filmworks ya tenía los derechos cinematográficos de la novela de Benchley y había conseguido financiación de Columbia.
Guber compró los derechos cinematográficos por 500.000 dólares cuando todavía no se había publicado la novela; la leyó en una noche y cerró el acuerdo el 5 de noviembre de 1975, el mismo año en que se estrenó Tiburón. The Deep (Abismo) se estrenó dieciocho meses después de que se pusiera a la venta la novela. Con un presupuesto de 9 millones de dólares, recaudó 47. Fue la novena más taquillera de 1977 y se estrenó el mismo fin de semana que la muy publicitada El exorcista II: El hereje (1977) (17 de junio de 1977). Pero el boca a boca de esa secuela fue tan negativo, y el de The Deep (Abismo) (por Jacqueline Bisset y su camiseta mojada) tan positivo que para sorpresa de muchos el primer puesto se lo llevó la menos esperada.
También ayudó que cartel de la película imitaba al de Tiburón (1975). En lugar de un escualo saliendo de las profundidades y una chica nadando arriba, el de The Deep (Abismo) mostraba a una joven luchando, como el tiburón, por llegar a la superficie. Y a nadie se le escapó que en esta película también había tiburones que atacan, aunque el verdadero peligro parece ser una Morena que tiene su refugio en el barco hundido y que se traga vivo a uno de los personajes. La Morena mecánica se llamaba «Percy», como se llamaba “Bruce” el Tiburón mecánico en la película de Spielberg. Aunque esta especie de serpiente de las profundidades es carnívora, los expertos dicen que es muy raro que ataque con sus afilados dientes a seres humanos. Dicen que sólo lo hacen cuando son molestadas o si sienten que están invadiendo su espacio. Que es justo lo que hacen los tres protagonistas. Aunque en ese aspecto, el que peor parado sale es Henri Cloche, un siniestro personaje que practica el vudú y que va tras los protagonistas porque quiere información sobre lo que han descubierto en el fondo del mar. Está interpretado por Louis Gossett Jr. cinco años antes de ganar el Oscar como actor secundario por su sargento instructor de Oficial y Caballero (1982).
En el libro Inside The Deep (1977), una especie de “cómo se hizo”, Peter Guber dice que, aunque a la novela de Benchley “le faltaba, como diría más tarde un crítico, el crujido maxilar de un tiburón, era una buena y convincente historia por derecho propio, y las posibilidades cinematográficas prácticamente saltaban desde las páginas». Por eso en un principio Peter Benchley fue contratado para escribir el guion. Pero el escritor no daba con el tono y después de dos borradores, se unió en la adaptación Tracy Keenan Wynn, cuyos créditos incluían Rompehuesos (The longest Yard) (1974) y The Drowning Pool (Con el agua al cuello) (1975).
La trama sigue a una pareja de vacaciones en Bermudas que en una sesión de buceo encuentran unas extrañas ampollas en un buque hundido de la II Guerra Mundial. Son unas 98.000 botellitas de morfina y lo que sigue mezcla ese hallazgo con otro que tiene que ver con una fragata del siglo XVIII y con las joyas que Felipe V le quiso regalar a la aristócrata italiana Isabel de Farnesio, Duquesa de Parma, futura segunda esposa del monarca español y madre de Carlos III. Algunos quieren la morfina y otros las joyas. Los dos “tesoros” están en el mismo sitio y todos quieren sacar partido del hallazgo porque, como nos avisa Romer Treece: “El océano no es una joyería, no te da facturas”.
Para seguir la estela de Tiburón, Guber quería a Robert Shaw para Romer Treece, el otro protagonista masculino. Como Shaw ya había estado en la película de Spielberg, los ejecutivos de Columbia Pictures se mostraron reacios a poner al actor en otra adaptación de un libro de Benchley. Pero Peter Guber lo tenía claro: «por mi parte no hubo ninguna duda, ni tampoco por parte de Robert. Ni él ni yo estábamos preocupados por asociaciones anteriores. Es un actor demasiado bueno para repetirse y, además, los papeles son completamente diferentes. Es The Deep, no Tiburón II”. Los otros candidatos para el papel, Sean Connery, Robert Mitchum, Burt Lancaster y Charlton Heston, no tenían nada que hacer, Shaw era Treece y le pagaron 650.000 dólares. Como recuerda el gran actor: «Ésa fue la primera vez en mi carrera que me comprometí con una película antes de leer el guion. ¿Por qué esa vez? Se llama instinto. Esa producción tenía un potencial tremendo. Olía a ganadora desde el principio». Su personaje estaba basado en el experto en buceo y buscador de tesoros Teddy Tucker, el hombre que asesoró a Peter Benchley en la novela.
Shaw tuvo que aprender a bucear y lo hizo en la piscina de su casa de Irlanda. En un momento dado, su personaje asegura que nunca bebe antes de bucear. Eso no pasaba en la realidad, y si no que se lo digan al instructor que le puso el estudio, que llegó a advertir de lo peligroso que podría resultar que el actor se sumergiera en el agua con tanto alcohol en el cuerpo (como Richard Burton y Peter O’Toole, actores a su nivel de genio, Shaw era un bebedor empedernido).
Sólo una vez nominado al Oscar, como secundario por su interpretación de Enrique VIII en Un hombre para la eternidad (1968), Robert Shaw tenía un éxito de Hollywood como presentación, nada menos que El Golpe (1973), y varios personajes que habían pasado ya a la historia del cine, como el letal asesino Grant que va a por James Bond en Desde Rusia con amor (1963), el Quint de Tiburón (1975) y el sheriff de Nottingham en Robin y Marian (1976). Además, fue el agente del Mossad Kabakov en Domingo negro (1977). Después de Abismo sólo rodaría dos películas más, Fuerza 10 de Navarone (1978) y El tren de los espías (Avalanche Exprress) (1979). Murió en 1978 unos días después de cumplir 51 años. En The Deep (Abismo) se le consideró protagonista, aunque no lo era, y es el primer nombre que aparece en los títulos de crédito que abren la película.
Benchley está hoy olvidado. El escritor estuvo en la cima de Hollywood durante un breve período de tiempo, entre mediados y finales de la década de 1970, cuando llegaron a los cines las adaptaciones de sus novelas Tiburón (1975), The Deep (Abismo) (1977) y La Isla (1980), esta última sobre piratas modernos y un periodista de Nueva York que quiere demostrar que no hay nada de sobrenatural en una serie de misteriosas desapariciones en el mar Caribe, cerca del Triángulo de las Bermudas, donde más de 600 barcos han desaparecido en tres años.
En esa época la leyenda del Triángulo de las Bermudas estaba muy de moda. De alguna manera, Aeropuerto ’77 (1977) entraba en ese tema. Y de forma más clara llegaron El triángulo diabólico de las Bermudas (1978), de René Cardona Jr. con John Huston, Andrés García, Hugo Stiglitz, Claudine Auger y Marina Vlady, y Detrás del Triángulo de las Bermudas (1975), de William A. Graham con Donna Mills y Fred MacMurray.
Precisamente, Cardona Jr. estrenó el mismo año de The Deep (Abismo) la película ¡Tintorera!, una hija pequeña de Tiburón (1975) como también lo fueron Tentáculos y Orca, todas de 1977. Al fin y al cabo, The Deep (Abismo) tenía una Morena y jugaba un poco en esa liga.
The Deep (Abismo) se rodó en cuatro océanos, Pacífico, Atlántico, Ártico e Índico, y, aunque para la principal localización se consideró Florida, Jamaica, Catalina y las Bahamas, al final la elegida fue Bermudas, que es donde transcurre la novela.
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