Hoy no te puedo soportar

Es posible que el caso más famoso de enfrentamiento en un rodaje sea el de Bette Davis y Joan Crawford en ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), sobre todo porque la primera temporada de la serie Feud, donde se recoge en ocho capítulos lo que ocurrió en el set de la obra maestra de Robert Aldrich, extendió la leyenda. El más famoso y paradójicamente el menos veraz, porque el director confesó en varias entrevistas que las dos estrellas se comportaron como dos auténticas profesionales y no dieron ningún problema. “El rodaje en sí transcurrió sin incidencias, otra cosa es lo que, fuera del set, hubiera entre ellas”, escribe Jaime Iglesias Gamboa en su libro de Cátedra dedicado al director. 

Entre la realidad y la leyenda, muchos se quedaron con la segunda. Estos otros casos, sin embargo, sí se acercan más a la realidad. Son los momentos en que un actor, actriz o director gritó en voz alta a un compañero: ¡Hoy no te puedo soportar!  

Faye Dunaway y Bette Davis: Bette dijo en 1988 en el programa de Johnny Carson que Faye era la peor persona con la que había trabajado. Dijo de ella que era “una mujer totalmente imposible”, “poco cooperativa” y “muy poco profesional”. Faye contratacó en su autobiografía: “yo solo era el objetivo de su rabia ciega por el único pecado que Hollywood nunca perdona en sus protagonistas: envejecer”. Las dos actrices trabajaron juntas en The Disappearance of Aimee (La desaparición de Aimee) (1976), un telefilm donde Faye, que reemplazó a la inicialmente elegida Ann-Margret, interpretaba a la influyente evangelista Aimee Semple McPherson y Bette a su madre. La primera tenía 35 años, la segunda 68. Faye ocupaba la primera posición en la lista de odiadas de Bette, pero el segundo puesto era para Mirian Hopkins con la que siempre se llevó fatal.

Bette Davis y Faye Dunaway, envidias y rencor

La disputa entre las dos empezó incluso antes de que entraran en el cine, cuando ambas estaban en la misma compañía de teatro. Luego las dos fueron nominadas al Oscar a la Mejor Actriz en 1935, ganó Davis y se convirtió en una estrella. Cuando Bette ganó su segundo Oscar por Jezabel (1938), que encima había sido un fracaso en Broadway en 1933 con Hopkins de estrella, estaba teniendo una aventura con el director Anatole Litvak, ex marido de Miriam, aunque no está muy claro si la aventura tuvo lugar cuando él todavía estaba casado con ella. Coincidieron dos veces en el cine, La solterona (The Old Maid) (1939) y Vieja amistad (Old Acquaintance) (1943). Mucho después de la muerte de Hopkins, lo único que Davis dijo sobre ella fue que era una buena actriz, pero por lo demás, era una «verdadera perra».

Bette y Miriam, viejas rencillas

Sharon Stone y William Baldwin: En el rodaje de Silver (Acosada) (1993) los dos llegaron tan lejos en su desprecio mutuo que exigieron que sus escenas se filmaran por separado siempre que fuera posible. Dicen las malas lenguas que mientras filmaban una escena con beso, Sharon Stone mordió la lengua de William Baldwin con tanta fuerza que el pobre no pudo vocalizar bien durante días. La actriz llegó a afirmar que el productor Robert Evans le sugirió que se acostara con Baldwin para mejorar su química en la pantalla, una petición que horrorizó a la actriz. William Baldwin desmintió este hecho, pero sí confirmó que se pasó todo el rodaje evitando las descaradas insinuaciones de Stone. También dijo que la situación se volvió tan incómoda que la famosa escena de sexo en la columna del apartamento se planificó de tal manera que él y Sharon Stone no tuvieran que mirarse a la cara ni besarse.

William Baldwin y Sharon Stone, rodaje infernal en el edificio de Madison Avenue, en la parte alta del East Side

John Ford y Henry Fonda: En principio, la adaptación al cine de la obra teatral Mr. Roberts era una tarea fácil. Henry Fonda la había representado en Broadway durante casi tres años y sabía que tenía todo controlado. Pero llegó John Ford, el director contratado para dirigir la película, y empezó a hacer cambios en el texto. Fonda montó en cólera viendo cómo su querido texto, que noche tras noche había hecho las delicias del público, era modificado. El productor de la película, Leland Hayward, se ofreció a actuar de intermediario en la trifulca. Lo que ocurrió después lo cuenta Peter Bogdanovich. Sus fuentes fueron Hayward y Fonda, que en entrevistas por separado le contaron básicamente la misma historia: “Ford y Fonda se sentaron a ambos lados de una mesa. Fonda empezó a explicar su postura. Antes de que pudiera decir más de dos frases, Ford se levantó y golpeó al actor en la mandíbula, tirándole al suelo”. A los pocos días, Ford abandonó el rodaje y fue reemplazado por Mervyn LeRoy. Actor y director estuvieron sin hablarse durante más de 12 años.

Henry Fonda, saluda y sonríe en el cartel, pero no todo fue tan divertido

Ava Gardner y Humphrey Bogart: No se conocían. Es más, Bogart era una de las pocas leyendas de Hollywood con las que Ava no había coincidido. Por eso La condesa descalza (The Barefoot Contessa) (1954) era un proyecto muy apetecible para la actriz…. Hasta que empezó el rodaje y quedó claro que ambos eran incompatibles. Como cuenta Lee Server, el biógrafo de Ava, “Bogart era un tipo a quien le gustaba pinchar, disfrutaba sacando de quicio a la gente”. En su autobiografía, la actriz confesó que efectivamente “el señor Bogart no me hizo la vida más fácil. Siempre se estaba metiendo conmigo, llamándome La Gitana de Grabtown (la localidad natal de la actriz en Carolina del Norte) y quejándose de tener que correr como un galgo para llegar al plató antes que le arrollara mi séquito”. Además, a Bogart no le gustaba Italia ni estaba cómodo en los lugares donde se rodó parte de la película (Portofino, San Remo, Tivoli, Roma). La situación terminó tan tensa, que Ava no acudió a la tradicional fiesta de fin de rodaje. Como tampoco se entendió demasiado bien con Edmond O’Brien, que ganó un Oscar por su interpretación en la película, ni con el director Joseph L. Mankiewicz se puede decir que “no la echaron mucho de menos”, en palabras de David Hanna, jefe de prensa de la actriz.

Bogart y Gardner, dos leyendas incompatibles

James Dean y Raymond Massey: En Al Este del Edén (1955) eran un padre y un hijo que se llevaban mal. En la vida real eran dos actores que no se soportaban. Se odiaban. Massey era republicano, rico y defendía las actividades del senador McCarthy. James Dean era lo contrario en todos los sentidos. Además, el joven actor tenía tendencia a improvisar los diálogos, lo que descolocaba totalmente a su veterano compañero. Una situación que para cualquier director sería una auténtica pesadilla, pero para Elia Kazan fue una bendición. “¿Creen que iba a hacer algo para detener aquel antagonismo? No, lo fomenté. Dejé que ocurriera porque era el elemento central de todo, el motor que hacía avanzar la película. El odio absoluto que Ray Massey sentía por Jimmy Dean y el odio que Jimmy sentía por Ray. Eso no tiene precio, hombre. No se consigue así como así, puedes fingir que lo tienes, pero es mentira”.

Dean y Massey, padre e hijo y odio fomentado

Bo Derek y John Phillip Law: John Derek tenía alma de Pigmalión. Se casó con Ursula Andress (1957-1966), con Linda Evans (1968-1975) y con Bo Derek (1976-1998) y a las tres las moldeó a su gusto. Con la que más lejos llegó fue con Bo, a la que dirigió en varias películas, una de ellas la inenarrable Tarzán, el hombre mono (1981). John Phillip Law, que interpretaba en el papel de Harry Holt, dijo de la película que era “pésima, evidentemente” y luego añadía: “Ni John Derek es un buen director ni Bo Derek es una buena actriz. Encima, trabajar con ella era difícil. Recuerdo que nada más empezar el rodaje le pregunté: “Ensayamos antes de cada toma, ¿no?”. Y ella me contestó: “¿Eso tiene algo que ver con interpretar una película?”. Pero lo más delirante fue una escena donde ella tenía que hacer el amor con Miles O’Keeffe. Un orangután estaba mirando y se calentó, entró en la escena, apartó a O’Keeffe y saltó encima de Bo. Ella no paraba de gritar, pero John no cortó. Miraba ensimismado y gritó: “esta escena doblará la recaudación”.

Bo Derek y sus problemas con un orangután

Sean Young y James Woods: La película que hicieron juntos fue The Boost (1988), en España titulada muy acertadamente Impulso sexual, que es exactamente lo que le pasó a la actriz. “No tengo ni idea de si fui yo o mi personaje quien se enamoró de Jimmy (Woods), pero no cabe duda de que creía estar enamorada de él”.  Las cosas se complicaron y el 26 de agosto de 1988, meses después de terminar el rodaje, Woods y su mujer, Sarah Owen, presentaron una querella con Sean Young en el Tribunal Supremo de Los Angeles por amenazas telefónicas y enviarles una muñeca ensangrentada y desfigurada a su casa. La actriz lo negó todo, pero los medios estaban entusiasmados con la historia, en plan Atracción Fatal, de una actriz obsesiva enamorada de su compañero de reparto. 

James Woods y Sean Young, atracción fatal

Tom Hardy y Charlize Theron: La primera vez que sus personajes se ven en Mad Max: Furia en la carretera (2015) ella le lanza una mirada de desprecio, intenso momento donde no cruzan palabra. En la segunda vez, la cosa se complica y se lían a golpes. Parece ser que, en el rodaje de esa escena, Tom Hardy sufrió una fractura en la nariz cuando Charlize Theron le dio un codazo por accidente. Ahí empezó un mal rollo que han confirmado tanto ella como él. Hardy ha ido más lejos y, como también tuvo problemas con el director George Miller, se disculpó con él durante el estreno de la película en el Festival de Cannes. El cineasta declaró tiempo después: «Tom es muy intenso, pero de ahí sale su genialidad, y sea lo que sea que estaba pasando con él en ese momento, había que convencerlo de que saliera de su tráiler cada vez que le tocaba rodar. Mientras que Charlize es increíblemente disciplinada (es bailarina de formación, lo que se nota en la precisión de su actuación) y siempre era la primera que estaba en el set. Se puede decir que su comportamiento era un reflejo de sus personajes, que en la película tienen que aprender a cooperar para sobrevivir en ese mundo».

Pero la actriz no fue tan diplomática y declaró que trabajar con Tom Hardy fue todo menos agradable: «Éramos como un matrimonio peleando todo el rato. ¡Fue horrible! No deberíamos haber hecho eso; nos deberíamos haber portado mejor».

Según el operador de cámara Mark Goellnicht, el momento más tenso del complicado rodaje ocurrió un día en que Hardy tuvo esperando a todo el equipo durante horas (como si fuera Marilyn Monroe). Charlize permaneció en su posición para rodar la escena durante todo ese tiempo. «Ella no fue ni al baño, no hizo nada. Simplemente se sentó con el maquillaje puesto y su vestuario completo durante tres horas. Cuando Tom apareció por fin, Charlize empezó a gritar llamándole irrespetuoso. Entonces él se abalanzó sobre ella y le dijo: ¿Qué me has dicho? Tom era bastante agresivo y ella realmente se sintió amenazada. Ese fue el punto de inflexión, porque a partir de ese momento Charlize pidió protección en el set».

Tom Hardy y Charlize Theron, furia en el rodaje

Sophie Marceau y Gerard Depardieu: Rodaron juntos el thriller Police (1985). Ella tenía 19 años y era su sexto largometraje y él 37 y en ese momento la máxima estrella del cine francés. Nada se supo de lo que ocurrió en ese rodaje hasta hace poco que la actriz ha hablado: “En mi caso tuve que pararle los pies, porque comenzó a tocarme los senos con guasa. Las maquilladoras huían cuando le veían. Cuando denuncié esos comportamientos a Maurice Pialat, el director, me trató de gilipollas y cabrona”. Y este no es el único caso de abusos en el que ha estado implicado el amigo de Fidel Castro y Putin.

Gerard Depardieu: comportamiento perturbado

Ellen Barkin y Harold Becker: En el excelente thriller de misterio Melodía de seducción (Sea of Love) (1989) la actriz está perfecta como la sospechosa de unos horribles asesinatos, pero Ellen Barkin, en una entrevista de 2011, dijo que este no fue su mejor trabajo y que creía que le caía mal al director Harold Becker. En el artículo la actriz asegura que la obligaron a rodar la sensual escena de la tienda de comestibles, donde acaricia pimientos amarillos, y que tuvo una gran pelea con el director porque no quería hacerla. En otra entrevista, esta de 2023, Ellen Barkin confesó que Becker le arrancó el merkin (una especie de postizo que protege para evitar la exposición inadvertida de los genitales) durante el rodaje de una escena de desnudo. «¿Qué podía hacer si literalmente se acercó, me lo arrancó y me dijo: ¿Para qué necesitas esto? Nadie te está mirando”. Barkin confesó que la hizo sentir completamente impotente y que lo único que pensó es: «no hagas nada».

Ellen Barkin y su particular melodía

Marlon Brando y Sophia Loren: A él nunca le gustó La condesa de Hong Kong (1967). Pensaba que no debería haberla hecho, aunque se convirtió en todo un acontecimiento porque con ella regresaba como director Charles Chaplin tras varios años alejado de las cámaras. Y no le gustaba su compañera de reparto. En su autobiografía, Brando calificó la película como «un desastre» y describió a Chaplin como «un hombre terriblemente cruel… Era un tirano egoísta y un tacaño». En otra ocasión también dijo que “en La Condesa de Hong Kong yo era un muñeco, una marioneta. No podía ser otra cosa, porque Chaplin es un hombre de gran talento y yo no iba a discutir con él. Pero ese papel no era para mí y Chaplin era un hombre malvado. Sádico. Le ví torturar a su hijo». Con su compañera de reparto las cosas no fueron mejores, especialmente después del día en que estaban haciendo una escena de amor y él comentó: «¿Sabías que tienes pelos negros en la nariz?». Por si fuera poco, el rodaje se interrumpió con frecuencia por los retrasos de Brando, porque Chaplin y él pasaron la gripe y porque Sophia Loren se volvió a casar con Carlo Ponti.

Chaplin, Loren y Brando, un trío imposible

Roman Polanski y John Cassavetes: En un principio el personaje de Guy Woodhouse, el marido actor de Rosemary estaba pensado para Robert Redford. Pero el papel se lo terminó quedando el actor y cineasta John Cassavetes, que dirigía películas de culto que entusiasmaban a la crítica y entre medias aceptaba ofertas como intérprete. Jason Zinoman cuenta en el libro Shock Value que “en La Furia (1978), por ejemplo, Brian de Palma destrozó todo el cuerpo de John Cassavetes, su cabeza se desprendía y salía disparada hacia el cielo”, y luego añadía con retranca: “Polanski lo aprobaría, sin duda”. Y es que Cassavetes se portó muy mal durante el rodaje del clásico Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) (1968) y consiguió sacar de quicio al director, por otro lado, conocido por su fuerte temperamento. Actor y director no congeniaron desde el principio. En las entrevistas de promoción de la película, Polanski se quedó a gusto diciendo cosas como esta en la revista Positif: “Él (Cassavetes) no es un cineasta. Ha hecho algunas películas, nada más. Cualquiera podría coger una cámara y hacer lo que hizo él con Shadows (Sombras) (1958) (la primera película como director de Cassavetes). Tuvo ocasión de trabajar dentro del sistema de estudios y demostró que era completamente incapaz de hacerlo, por mucho que luego dijera que la culpa fue de Hollywood. Yo estuve en Hollywood y me fue bien”.

Efecticvamente, John Cassavetes llegó incluso a estar nominado al Oscar como actor de reparto por Doce del patíbulo (The Dirty Dozen) (1967) y participó en películas de claro espíritu comercial como Pánico en el estadio (Two Minute Warning) (1976), pero nunca se integró en Hollywood. Fue un cineasta independiente y ahí, mal que le pese a Polanski, sí encontró su sitio hasta convertirse en todo un referente (para Almodóvar, por ejemplo), llegando a ser candidato al Oscar por el guion de Faces (Rostros) (1969) y la dirección de A Woman Under the Influence (Una mujer bajo la influencia) (1974).

Cassavetes y Mia Farrow, los problemas los tenía él con el director

Marlene Dietrich y Mae West: Nunca trabajaron juntas, pero eran contemporáneas -Marlene nació en 1901 y Mae en 1893-, y debieron de coincidir en muchas fiestas de aquel Hollywood que tan bien retrató la reivindicable Babylon (2022). En una ocasión, Mae sacó la lengua viperina a pasear y tumbada en la cheslong susurró: “Cuando Marlene Dietrich se ofreció a lavarme el pelo en mi camerino, tuve que rechazarla; me temo que no se refería al pelo de mi cabeza”.

Ya lo dice ella: Mae no era ningún ángel

Noël Coward y Claudette Colbert: El dramaturgo, actor y director montó para un especial de televisión su inmortal obra Un espíritu burlón. Además de reservarse el personaje protagonista, el escritor Charles Condomine que prepara una novela sobre una médium homicida y decida invitar a una de verdad para desenmascararla y recopilar material para su historia, Coward era el director y contrató a Claudette Colbert y Lauren Bacall para los papeles de la segunda esposa y el espíritu de la primera, respectivamente. Tiempo después, Coward le dedicó estas tiernas palabras a Claudette Colbert: “si tuviera cuello se lo retorcería”.

La versión para tv firmada por Coward de su propia obra

Roman Polanski y Faye Dunaway: Todos querían a Jane Fonda para interpretar a la fascinante mujer fatal Evelyn Murray de Chinatown (1974), pero la actriz rechazó la oferta porque, según dijo, no entendía el guion. Entonces, salió el nombre de Faye Dunaway, perfecta candidata para una historia clásica de cine negro porque tenía un rostro que pertenecía al pasado de Hollywood, “había nacido (demasiado tarde) para Sternberg”, como apunta Christopher Sandford en la biografía de Polanski.

Faye era perfecta para ser la misteriosa y atormentada Evelyn Murray, pero no para ponerse a las órdenes de Roman. Es cierto que la actriz no era fácil de tratar, con sus exigencias imposibles sobre todo tipo de aspectos, desde el maquillaje hasta cambios en las frases del guion, pero cuidado con Polanski, que no se anda con tonterías. Y así fue. Un día de rodaje especialmente tenso, el director detuvo la toma para que la peluquera le alisara la melena a la actriz porque un pelo despuntaba del resto. Cuando se reinició el rodaje, el pelo rebelde volvió a sobresalir y Polanski alargó la mano y lo arrancó. Dunaway se puso furiosa: ¡No me lo puedo creer! ¡Es que no me lo puedo creer! ¡Este hijo de puta me ha tirado del pelo!

Las cosas se pusieron tan feas entre los dos que el proyecto entero llegó a correr peligro. Menos mal que ahí estaba Jack Nicholson, que se llevaba de maravilla con los dos y ayudó a calmar la situación.

Chinatown, un lugar nada tranquilo para Roman y Faye
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