HollywoodLand: La crónica negra de Supermán

En una escena de la película, el detective privado Louis Simo (Adrien Brody) acude al depósito de cadáveres para examinar el cuerpo de George Reeves (Ben Affleck) con un balazo en la cabeza. El encargado cree, sin embargo, que lo que quiere Simo es echar un ojo al cadáver de Johnny Stompanato. Como dice el empleado, “todo el mundo quiere verlo”.

Stompanato era “el muerto del momento” y murió el 4 de abril de 1958, el día en que la hija de Lana Turner, Cheryl, le clavó un cuchillo en el estómago. Los amantes estaban teniendo una brutal pelea y la adolescente de 16 años intervino para defender a su madre. George Reeves murió en su casa de Benedict Canyon el 16 de junio de 1959 a los 45 años de una herida de bala en la cabeza. Allí llegó la policía de Los Angeles y se encontró a Reeves tendido sobre su cama, boca arriba y desnudo. A partir de ese momento se puso en marcha una versión del juego del Cluedo para mitómanos con morbo. Todos eran sospechosos, los primeros, los que estaban en el escenario del crimen esa noche… aunque estuvieran borrachos tras una fiesta improvisada y volvieran locos a los policías con sus declaraciones incoherentes.

Si la escena del depósito con Stompanato está basada en hechos reales, y eso sólo lo sabe el guionista Paul Bernbaum, entonces habría que deducir que el cuerpo del amante de Lana estuvo más de un año sin que nadie lo reclamase. El guardaespaldas de la mafia y amigo de Mickey Cohen era el muerto más famoso, pero George Reeves llegó para quitarle ese macabro puesto. Y es que Reeves era Superman, ídolo de los niños de la década de 1950 gracias a la serie de televisión Las aventuras de Superman (1952-1958). El primer actor que se puso el traje de este superhéroe y el hombre que llevó al personaje fuera de las páginas de un cómic. 104 episodios (cada uno de media hora de duración, y rodaje de dos capítulos cada seis días) que le convirtieron en estrella, aunque él siempre soñó con triunfar en el cine. Como dice John Austin en el libro Hollywood’s Unsolved Mysteries: “La muerte de George Reeves conmovió al mundo, o por lo menos a la parte del universo que en ese entonces tenía televisión”. Y esa parte era muy extensa, porque a Reeves le veían 34 millones de espectadores, entre ellos, como cuenta Austin, Hirohito, emperador de Japón, que incluso le enviaba cartas de admiración.

Por eso su muerte fue un duro golpe para muchos espectadores. Sus amigos más fieles, como Gig Young (1913-1978) y Alan Ladd (1913-1964), nunca creyeron la teoría del accidente o suicidio (ambos se terminarían suicidando, pero esas son otras historias, igual de tristes que esta). Y menos que nadie, su mejor amigo y representante, Arthur Weissman, que defendió ante todo y ante todos la teoría del asesinato. Según algunos, a Reeves, que había sido boxeador antes que actor, le gustaba jugar a la Ruleta Rusa, y lo del accidente viene por ahí. Como si se adelantase varios años a una de las más recordadas escenas de la historia del cine: la de Christophrer Walken en El Cazador (The Deer Hunter) (1978). 

Ben Affleck y Diane Lane, amantes trágicos

Milo Speriglio (en la película Louis Simo) llegó a la conclusión de que “casi todos en Hollywood se han tragado la idea de que George Reeves se suicidó”. Milo/Simo, que parece sacado de una novela de Raymond Chandler, fue contratado por Helen Bessolo, la madre de Reeves, que pagó los servicios de la agencia de detectives Nick Harris LA, donde trabajaba el tipo. En Hollywoodland, Bessolo, una mujer “extraña y posesiva”, está interpretada por la legendaria Lois Smith (1930), toda una institución en el Actors’ Studio de Lee Strasberg.

En la gran pantalla George Reeves empezó con buen pie en una breve aparición como Brent Tarlton, uno de los “gemelos” pelirrojos enamorados de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind) (1939). Fue el Capitán Pierre Lauren en Blood and Sand (Sangre y arena) (1941) y el Teniente John Summers en Sangre en Filipinas (So Proudly We Hail!) (1943), un papel destacado pues era el interés amoroso de la protagonista, la enfermera interpretada por Claudette Colbert, aunque esta era una película de mujeres.

En Hollywoodland asistimos a un momento realmente curioso: Ben Affleck interactuando con Burt Lancaster (1913-1994) en una escena de De aquí a la eternidad (From here to Eternity) (1953). 

En ese clásico que ganó ocho Oscar, Reeves interpretó un pequeño papel, el Sargento Maylon Stark, eliminado en el montaje final. Pero para él fue un momento de gloria cinematográfica que ha permitido, gracias a los efectos visuales, ver compartiendo pantalla a Lancaster y Affleck. 

Ben Affleck Premio en el Festival de Venecia

En Hollywoodland también sale Rita Hayworth (1918-1987), interpretada por Veronica Watt, estupenda paseando su irresistible glamour en un lujoso restaurante donde coincide con Reeves, pero ella parece que no le conoce de nada (ambos trabajarían juntos en Sangre y Arena, así que esa escena se supone que es anterior). Y suenan nombres: Billy Wilder (1906-2002), Spencer Tracy (1900-1967), Frank Sinatra (1915-1998), Clark Gable (1901-1960) y Fred Zinnemann (1907-1997), el director de De aquí a la eternidad. También el de Harry Cohn (el jefe de Columbia).

Affleck ganó la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia (en esa misma edición se presentó también a concurso The Black Dahlia, otro repaso a un suceso famoso de la crónica negra de Hollywood) por interpretar a un actor que fue Superman en la televisión y cantar con un castellano muy decente la copla Ojos verdes. Affleck fue luego Superman, pero en el cine, y ahí voló más lejos que Reeves, que despreciaba la pequeña pantalla.

Y luego está la pareja formada por Eddie Mannix (1861-1963) y su esposa Toni, interpretados por Bob Hoskins (1942-2014) y Diane Lane (1965).

Eddie fue todo un personaje, poderoso ejecutivo de la MGM para unos, mafioso para otros y, para todos, el hombre al que había que acudir cuando una estrella se metía en líos. Él “limpiaba” las pruebas y su leyenda es tan alargada que hasta los hermanos Coen le convirtieron en el protagonista de Hail, Caesar! (2016), la hisoria de un mediador del Hollywood de los años 50 que trata de mantener a raya a las estrellas del estudio. Lo interpretaba Josh Brolin (1968), y efectivamente, el verdadero Eddie Mannix era una mezcla entre el físico de Hoskins y el de Brolin. 

Mannix, el «perro de presa»

Mannix estaba permanentemente en el centro de la tormenta y una de esas tormentas fue la muerte de George Reeves, porque el actor tenía un lío con su mujer, Toni, aunque en el momento de su muerte Reeves estaba prometido con la dama de la sociedad Leonore Lemmon (1923-1989).

Eddie Mannix era el hombre de confianza del poderoso Louis B. Mayer y formaba parte del núcleo duro de la MGM. En el libro de Scott Eyman El león de Hollywood: La vida y la leyenda de Louis B. Mayer Mannix sale mucho y por todas partes, donde había un problema ahí estaba, con su “voz grave, rostro de un perro de presa y un porte sin igual”. Mannix tenía, como no podía ser de otra manera, “los modales de un jefe de policía; era en apariencia jovial, pero te dabas la vuelta y podía meterte una bala en el culo”. Como hombre para todo de Mayer, tenía mucho poder. 

Mary Loos, sobrina de Anita, habló sobre ese núcleo de hierro dentro de la MGM: “aquéllos eran tipos duros y trabajadores que venían de la periferia de Nueva York. Podrían haber regentado un casino. Eran implacables, pero no se pasaban de la raya”.

Pero Mannix también tenía mucho que ocultar, más secretos que las estrellas que decía proteger. “Eddie el simio”, como le llamaban, fue siempre sospechoso de haber asesinado a su primera esposa, Bernice, que murió en un accidente de coche en las afueras de Palm Springs, California, el 18 de noviembre de 1937. Tras la muerte de Bernice, Mannix comenzó una relación con la actriz y bailarina de Ziegfeld Follies Toni Lanier, con la que se casó en mayo de 1951, un matrimonio que duró hasta la muerte de Mannix en 1963.

También estuvo involucrado en uno de los mayores escándalos que se recuerdan en Hollywood: la muerte en 1932 de Paul Bern, el marido de Jean Harlow. Y es que Mannix dio mucho juego en ese Hollywood Babylon que nos vendió Kennenth Anger. En la película, Bob Hoskins/Mannix comenta con su ayudante y jefe de publicidad el caso de una actriz que se ha puesto “en plan Jennifer Jones: contrato con la Fox, adicta a la heroína, accidente en Topanga”. 

Mannix consuela a su nueva mujer porque a la anterior dicen que la mató

Y el detective Simo se hace con unos documentos comprometedores en los que aparecen recortes de periódicos sobre la sospechosa muerte en accidente de coche de Bernice, la primera esposa de Mannix, sobre el extraño suicidio el 5 de septiembre de 1932 del ejecutivo de la MGM Paul Bern, marido durante dos meses de la estrella del estudio Jean Harlow, y sobre una fiesta salvaje que ha terminado mal, que puede ser la de Roscoe “Fatty” Arbuckle. Y en una de las fotos que tiene Simo en su poder se puede ver el cuerpo de una mujer tumbado en el suelo de una habitación, una tal Riva Watson, en cuyo fallecimiento parece que ha tenido algo que ver Mannix. La foto que ve Simo y vemos nosotros está en realidad sacada en la escena de la muerte de la actriz Carole Landis (1919-1948), que se suicidó con pastillas al ver su carrera acabada, arrastrar una muy mala salud, cuatro matrimonios fallidos, problemas financieros y un romance con el casado Rex Harrison que terminó de forma brusca. Esa misma foto sale en el famoso libro de Anger, que en un capítulo se ocupa del caso de la desgraciada Landis.

La policía barajó tres posibles teorías para la solución del enigma de la muerte de Reeves: Eddie ordenó el asesinato; se suicidó; y murió accidentalmente mientras manipulaba la pistola. Falta una más, la que defiende la novela Hollywood Kryptonite, donde aparece Toni furiosa por haber sido abandonada por Reeves cuando este decidió casarse con Leonore.

“A nadie le gustaba Toni, era llamativa y exigente y se comportaba como una fulana de Broadway, pero la gente la soportaba por su marido”, leemos en el libro de Scott Eyman. El guionista Millard Kaufman, que entre otros escribió Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock) (1955) y El demonio de las armas (Gun Crazy) (1950) recordaba que tenía “las mejores piernas que he visto en mi vida, aunque era insoportable”. Diane Lane no la interpreta así. En la película es una mujer que puede resultar hasta encantadora, está muy enamorada de Reeves y quiere a su marido, el hombre con mal carácter que sabe siempre la protegerá. Mannix era un maltratador, pero eso no se ve en Hollywoodland, que empezó gestionando el estudio del pionero Joe Schenck en Nueva York y terminó moviendo los hilos de la poderosa MGM. Fue a Mannix a quien Louis B. Mayer le dijo la famosa frase “este Billy Wilder muerde la mano que le da de comer”, al salir de un pase privado de El crepúsculo de los dioses (Sunset Blvd.) (1950). En 1958, Mannix fue despedido sin contemplaciones de la MGM tras un cambio de directivos y después de haber servido al estudio durante 44 años.

HollywoodLand se puede ver en alquiler y compra en Apple TV+, Rakuten TV y Prime video.

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