Entre kilos anda el juego. Engordar o adelgazar para una película, esa es la cuestión

Chris Pratt as Peter Quill/Star-Lord in Marvel Studios’ Guardians of the Galaxy Vol. 3. Photo courtesy of Marvel Studios. © 2022 MARVEL.

«Lo exige el papel», suelen decir. Pero, ¿hasta el punto de adelgazar o engordar poniendo en riesgo tu salud? Muchos actores y actrices pasan del tema, pero otros no y, efectivamente, han cambiado su físico hasta límites increíbles para dar verosimilitud a un personaje.

La palma (de oro) se la lleva Christian Bale, récord absoluto en eso de perder kilos: para El Maquinista (2004), una extraña película de Brad Anderson, enfermiza y nada complaciente, que se rodó en España y con Aintana Sánchez-Gijón en el reparto, perdió 28,5 kilos. Semejante barbaridad puso en riesgo su salud, así que para The Fighter, la extraordinaria película que le valió el Oscar como actor secundario, Bale «sólo» perdió 13 kilos.

En la dirección contraria, Bale engordó 20 kilos para interpretar al político y vicepresidente Dick Cheney en El vicio del poder (Vice) (2018). El premio por afeitarse la cabeza y, como él mismo dijo, atiborrarse de pasteles, fue una nominación al Oscar, la cuarta y hasta ahora última de su carrera.

Christian Bale tiene el récord, pero no podemos olvidar a Matthew McConaughey, que perdió 21 kilos para interpretar al personaje real, controvertido y finalmente héroe para muchos Ron Woodroof en Dallas Buyers Club (2013), por la que ganó el Oscar.

Jake Gyllenhaal no recibió una nominación por su magistral trabajo en Nighcrawler (2014), y muchos se cabrearon por eso. El fotógrafo de sucesos que va como una hiena sedienta de sangre tras las desgracias y el morbo se merecía todos los premios del mundo. El actor perdió 12 kilos para darle credibilidad.

Para conseguir el papel del simpático héroe Owen Grady en Jurassic World (2015), y no se lo dieran al otro candidato, Garrett Hedlund, Chris Pratt se puso en forma, algo que llevaba haciendo un tiempo. Y es que con 31 años pesaba más de 100 kilos. “Estaba fatigado y emocionalmente deprimido. Tenía serios problemas de salud que me estaban afectando”.

Así que se puso manos a la obra y primero perdió 10 kilos para entrar en Moneyball (2011), unos pocos más para atrapar a Bin Laden en Zero Dark Thirty (2012) y algunos más para Guardianes de la Galaxia (2014) y Jurassic World (2015). En todo este proceso se quitó 30 kilos.

¿Y qué pasa en el camino contrario? Pues que el rey es Robert De Niro, 27 kilos más para dar credibilidad al final de la película al boxeador Jake La Motta en Toro Salvaje (Raging Bull) (1980). La Academia le dio el Oscar.

Muy cerca está Eric Bana, con 20 kilos más en Chopper (2000), la película que rodó en su Australia natal, sobre la violenta y brutal vida de un criminal real, justo antes de saltar a Hollywood con Black Hawk Dawn (2001), donde ya aparecía con su aspecto normal.

Tom Hardy se metió en el cuerpo 14 kilos por una buena causa: ser el intimidatorio y original villano de El Caballero oscuro: La leyenda renace (The Dark Knight Rises) (2012).

En cuanto a las actrices, tenemos el caso de Renée Zellweger, con 11 kilos más para ser la maravillosa Bridget Jones (2001).

Más engordó Toni Collette para la obra maestra La boda de Muriel (1994), la película que lanzó su carrera. Ganó más de 18 kilos en 7 semanas con la ayuda de un nutricionista.

Estos son solo algunos ejemplos de actores y actrices que, a lo mejor, fueron demasiado lejos. Seguro que ninguno de ellos siguió el consejo de uno de los más grandes talentos de la interpretación, Spencer Tracy: «Interpretar sólo consiste en saberse el papel y no tropezar con los muebles».

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