Nos desplazamos con Renfe, tu tren hasta el País Vasco donde arrancó la 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián y lo hizo con varios “pesos pesados”. Por ejemplo, Javier Bardem (Las Palmas de Gran Canaria, 1969), Premio Donostia que no pudo recoger el año pasado (en realidad no quiso porque se solidarizó con la huelga de actores y guionistas estadounidenses que estaba en activo en esos momentos).
Bardem le dedicó el premio a su madre, a su mujer Penélope Cruz y a sus dos hijos, Leonardo y Luna, a los que definió como “sus dos ángeles”. En el escenario, para otorgarle el galardón, sus hermanos Mónica y Carlos, y su maestro y amigo Juan Carlos Corazza, inseparable profesor de interpretación en sus inicios en la profesión al que sigue acudiendo para preparar (casi) todos sus personajes.
Carlos Bardem contó una anécdota muy bien traída: En 1994, cuando su hermano preparaba su personaje en El detective y la muerte solía reptar por la casa como un gusano para sentirse atrapado y aislado, ahora, dijo emocionado, su hermano monta en otro tipo de gusanos (los de la saga Dune).
Con su premio Donostia en la mano, el que fuera Concha de Plata al mejor actor por Días contados (1994) y El detective y la muerte (1994), atacó al gobierno de Israel, no dijo nada de Venezuela y confesó sentirse agradecido, aunque tal y como está el mundo, sin ganas de celebrar nada. También expresó sentirse “bendecido por la vida”, apuntó que sigue en la lucha por los derechos civiles y sociales, que hay que “elegir bando” y que ese compromiso es heredado de su madre y de las lecciones de vida que recibió de ella.
El actor, que empezará en breve el rodaje de la nueva película de Rodrigo Sorogoyen, El ser querido, uno de los grandes estrenos de 2025, también tuvo en la rueda de prensa un recuerdo para Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch, los dos jóvenes actores que interpretan a sus hijos en la sórdida y dura serie recién estrenada sobre el crimen de los hermanos Menendez. “Cuando llegué al rodaje vi a los dos actores que iban a encarnar a mis hijos con toda la carga de los abusos emocionales y hasta sexuales de sus personajes, y les recordé que íbamos a pasar tres meses juntos, que tenían familias reales y que los querían y que si acarreaban ese peso constantemente no iban a sobrevivir porque yo era así. Ahora elijo cómo entrar emocionalmente en las secuencias y sobre todo cómo salir”. Y eso enlaza con la anécdota del gusano que luego contó el actor en el escenario.
Otro de los protagonistas de estos primeros días del Festival fue C. Tangana (Madrid, 1990). El músico presentó en la sección Nuevos Directores su debut tras la cámara, el documental La guitarra Flamenca de Yerai Cortés, sobre la vida y obra de su amigo, el guitarrista alicantino nacido en 1995 y reconocido por su innovación y contribución al flamenco contemporáneo.
Se vio en la Sección Perlas una de las películas que más ruido harán en la inminente temporada de premios: el musical, drama, intriga y thriller, todo a la vez, Emilia Perez, del francés Jacques Audiard.
El nombre de Emmanuelle también ha sonado mucho en el arranque del Festival. La película fue la encargada de abrir la Sección Oficial y se proyectó en la gala de inauguración. Lo primero que hizo su directora, la francesa Audrey Diwan, fue dejar claro que no estamos ante un remake de la mítica cinta de 1974 protagonizada por Sylvia Kristel, y que provocó tanta polvareda en esos lejanos tiempos. La expectación era máxima, tanto que, hasta los geniales presentadores de la gala, Berto Romero (Barcelona, 1974) y Andreu Buenafuente (Reus, 1965), hicieron un chiste sobre lo que significó la película original: 35 secuelas, incluida Emmanuelle contra Drácula, y todo un universo cinematográfico superior al de Marvel.
Emmanuelle 2024 está protagonizada por Noémie Merlant, una de las compañeras de Cate Blanchett en Tár (2022), y Naomi Watts. Esta segunda interpreta a la mujer que regenta un hotel de lujo. Y es que la nueva Emmanuelle ya no es azafata, es inspectora de calidad de hoteles con muchas estrellas. Diwan y Merlant pasaron por San Sebastián para decir varias cosas: la primera, que aceptó dirigir el proyecto con la condición de que no hubiera ataduras con la película de 1974, que los productores se olvidaran de ella. También, y esto sí que es raro, que no había visto la cinta original y que, por su puesto, su película habla del placer femenino tal y como se debe hacer en estos tiempos actuales. Lástima que la crítica parece que no estuvo de acuerdo y la comparara en cuanto al sexo a la saga 50 sombras de Grey. Es cierto, dicen la mayoría de las crónicas, que Merlant es mejor actriz que Sylvia Kristel, pero aun así no está a su altura en erotismo y magnetismo. Si la pobre Kristel levantara la cabeza (falleció en 2012 cuando estaba a punto de cumplir los 60 años) se quedaría de piedra. A buenas horas se reivindica su talento, el que sea, ella que siempre fue vapuleada, maltratada e ignorada. Hasta cuando volvía a hacer de azafata, y de paso se revolcaba con Alain Delon, en la muy graciosa Aeropuerto 80 (The Concorde… Airport ’80).