Año 1953, se celebran las 100 representaciones de la obra teatral The Mousetrap (La Ratonera). Quién lo diría. Cuando se estrenó en el Theatre Royal de Nottingham el 6 de octubre de 1952 nadie apostó a que iba a durar. Al fin y al cabo, era una obra de misterio con sorpresa final, y ese truco aguanta poco una vez que el público se va de la lengua.
Pero el mayor problema lo tenía el hombre que compró los derechos para adaptar al cine la obra. Agatha Christie puso como condición cuando firmó el contrato que la película sólo se podría hacer cuando pasasen seis meses de la última representación. Ningún problema, salvo que la obra se eternizase en los escenarios, que es justo lo que pasó. Hasta aquí la historia real.
Porque este conflicto es el motor de See How They Run (Mira cómo corren), una comedia de misterio en la que alguien quiere que la obra deje de representarse para poder adaptarla al cine. La película empieza con una fiesta para celebrar las 100 representaciones. En ella están todos los personajes que luego se convertirán en sospechosos de un crimen. Harris Dickinson (El triángulo de la tristeza) interpreta a Richard Attenborough, en ese momento un joven que en La ratonera tiene el decisivo papel del detective. Con los años, este actor aparecería en películas como La gran evasión (1963), ganaría un Oscar como director por el biopic Gandhi (1983) y se haría mundialmente famoso como el profesor Hammond de Parque Jurásico (1993). Attenborough medía 1,69, Dickinson es más apuesto y mide 1,88, pero no importa porque esto es una farsa sólo inspirada en hechos reales.
También está el productor John Woolf, el pobre hombre que compró los derechos cinematográficos de La ratonera y nunca pudo llevar la obra a la pantalla. Lo interpreta el actor Reece Shearsmith, que sí se parece al verdadero Woolf, un gran hombre de cine que estuvo detrás de La reina de África (1951), Moulin Rouge (1952), Un lugar en la cumbre (1958) y Chacal (1973) y ganó el Oscar por Oliver (1969).
En Mira cómo corren se nombra La reina de África y Saoirse Ronan, en su papel de la peculiar detective Constable Stalker, aprovecha para hacer una aguda imitación de Katharine Hepburn.
En la fiesta vemos, como siempre llamando la atención, al director de Hollywood Leo Kopernick, al que Adrien Brody interpreta como si estuviera siempre al borde del colapso. Kopernick, tal y como aparece en la película, sirve para explicar exactamente por qué Agatha Christie siempre se resistió a vender los derechos de sus obras. La escritora llegó a confesar que se había ahorrado bastantes disgustos manteniéndose alejada de la gran pantalla y de las versiones cinematográficas de sus novelas.
John Woolf, según se cuenta en Mira cómo corren, quiere a Grace Kelly para la protagonista femenina de La ratonera y, como también comentan en la película, si alguien quiere localizar a la estrella que vaya al plató donde Alfred Hitchcock está rodando en ese momento una película con ella. Por fechas, se trata de Crimen perfecto (Dial M for Murder) (1954), otra famosa obra teatral de misterio (estrenada en 1952) que, al contrario que La ratonera, llegó al cine con enorme éxito.
Mira cómo corren es un homenaje a las muchas veces ignoradas o menospreciadas obras de teatro de misterio. En un momento dado, el comisario jefe de Scotland Yard Harrold Scott (interpretado por Tim Key) nombra a Rex Harrison, que no por casualidad protagonizó en el cine divertidas adaptaciones de obras teatrales de misterio como Un espíritu burlón (Blithe Spirit) (1945) o Mujeres en Venecia (The Honey Pot) (1967). En esta última, dirigida por Joseph Leo Mankiewicz, Harrison, como Cecil Fox, le comenta a una de sus ex amantes, Merle McGill, que un objeto de su palazo veneciano «En alguna ocasión perteneció a Lucrecia Borgia». «¿Te lo regaló ella?», le pregunta la chica. «¿La conoces?», comenta cínico él. «Sólo de vista», contesta indiferente ella.
El “commissioner” está desbordado porque además de lo que está pasando en el New Ambassadors Theatre, donde en ese momento se representa La ratonera, tiene a todo el departamento revolucionado por los asesinatos de Rillington Place. John Reginald Christie fue un asesino en serie que mató por lo menos a seis mujeres, incluyendo a su esposa, en su apartamento del 10 de Rillington Place, en Notting Hill. Fue ejecutado en julio de 1953. ¿Y quién interpretó a Christie en una estupenda película sobre el caso dirigida por Richard Fleischer en 1971? Pues Richard Attenborough.
Él y su esposa Sheila Sim (interpretada en Mira cómo corren por la actriz Pearl Chanda) fueron los primeros actores en interpretar en La ratonera al sargento Trotter y a Mollie Ralston, respectivamente.
Aunque ellos no son los verdaderos protagonistas de Mira cómo corren. El peso de la “función” lo llevan Saoirse Ronan y Sam Rockwell, la peculiar pareja encargada de resolver el misterio. El actor que ganó el Oscar por Tres anuncios en las afueras (2018) interpreta al Inspector Stoppard, un homenaje al dramaturgo y guionista Tom Sttopard, autor de The Real Inspector Hound, pieza teatral que parodia las historias de misterio a través de una obra dentro de la obra que se titula Country House Murder Mystery. Rockwell ha dicho en varias entrevistas que no tenía muy claro cómo interpretar a este extraño inspector. Entonces vio la comedia El nuevo caso del inspector Clouseau (A Shot in the Dark) (1964), película de Blake Edwards basada en una divertida obra teatral de misterio. Rockwell encontró la clave en la interpretación de Peter Sellers como el inspector Clouseau.
La escena final de Mira cómo corren se desarrolla en Winterbrook House, la casa de campo que Agatha Christie compró en 1934 y donde murió en 1976. En ese momento descubrimos que Max Mallowan, segundo marido de la escritora, es en la película negro (interpretado por Lucian Msamati).
La historia de La ratonera (The Mousetrap) que está detrás de Mira cómo corren
Su título inicial fue Tres ratones ciegos, obra escrita para la radio por Agatha Christie en 1947. “Cuanto más pensaba en esa historia, más me parecía que debía alargarse: de obra radiofónica de veinte minutos a suspense en tres actos”, confesó la escritora sobre el paso de la historia de un medio a otro. Y es que lo tenía todo para ser un éxito al más puro estilo Agatha Christie: como escenario una mansión estilo victoriano reconvertida en hotel. Un variopinto grupo de personajes incomunicados, una fría noche de invierno, un peligro que acecha, un crimen cometido hace años, la línea telefónica cortada y la casa convertida en una ratonera.
Escrita por Agatha Christie en 1952, la obra llegó a su presentación número 29.500 el 11 de febrero de 2024 y a los 10 millones de espectadores sólo en Londres. Además, tiene el récord del espectáculo con mayor permanencia en un teatro en todo el mundo y se ha convertido en una atracción turística más de Londres, algo “que hay que ver” cuando se visita la ciudad. Los derechos se los regaló Christie a su nieto Mathew, hijo de Rosalind, su única hija, “que, por supuesto, (Mathew) ha sido el miembro más afortunado de la familia, es un regalo que le hice por su duodécimo cumpleaños y le convertirá en el más rico de mis beneficiarios”. Actualmente, es el hijo de este, James Prichard, quien gestiona los derechos de las obras y personajes de su bisabuela a través de la sociedad Agatha Christie Limited.
En 2022 La ratonera hubiera cumplido 70 años de representaciones ininterrumpidas si no hubiese sido por el COVID-19. La obra se suspendió el 16 de marzo de 2020 en el teatro Saint Martin para volver a abrir el 17 de mayo de 2021. Con estos datos, se entiende la desesperación que muestra en Mira cómo corren el productor John Woolf y eso que en ese momento la obra “sólo” lleva 100 representaciones.
En la película lo más observadores y expertos en la obra de Christie podrán disfrutar de detalles como que la voz del locutor que se escucha en la radio cuando se representa parte de la obra en algunas escenas es la misma grabación utilizada en la obra de teatro real. Esa grabación fue realizada por el fallecido actor Deryck Guyler en 1952 y todavía se utiliza hoy en día. También se puede ver brevemente en el escenario un reloj encima de la chimenea. Este es el único accesorio que permanece en las representaciones actuales desde la noche del estreno de la obra el 6 de octubre de 1952.