El Gabinete de las curiosidades del Dr. Lao

El Dr. Lao sabe mucho de cine y desde su Gabinete de curiosidades os cuenta anécdotas veraniegas que a lo mejor no conocéis. 

El rodaje de Eyes Wide Shut (1999) está considerado como el más largo de la historia del cine. Entre el 4 de noviembre de 1996 y el 3 de junio de 1998. Está en el Libro Guinness de los Récords. Hay que aclarar que hablamos de rodaje continuado, sin interrupciones. Con interrupciones tenemos el de Boyhood, rodada entre mayo de 2002 y agosto de 2013, algo más de 11 años, en total 4.000 días pero con parones que se quedaron sólo en 45 de rodaje propiamente dicho repartidos en esos 11 años. El niño protagonista empezó con 7 años y terminó con los 19 ya cumplidos.

Glenn Close tiene el triste récord de la actriz más nominada al Oscar (ocho candidaturas) sin premio. “A veces me confunden con Meryl Streep, pero nunca en la noche de los Oscar”.

David Niven y Anthony Hopkins, Oscar por pocos minutos

David Niven por Mesas separadas (Separate Tables) (1958) y Anthony Hopkins por El silencio de los corderos (Silence of the Lambs) (1991), con 15 y 16 minutos en pantalla respectivamente, son las interpretaciones más cortas en ganar el Oscar como Actor protagonista.

Y con una hora, seis minutos y diecisiete segundos, la actuación de Christoph Waltz en Django desencadenado (Django Unchained) (2012) es la más larga en ganar un Premio de la Academia al Mejor Actor en un papel secundario.

La Princesa Dragomiroff acabó en manos de Wendy Hiller

Sidney Lumet quería a Marlene Dietrich para ser la Princesa Dragomiroff en Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express) (1974), pero los productores no estaban de acuerdo. El director escribió entonces a Katharine Hepburn a principios de 1974 preguntándole si consideraría hacer el papel de la princesa o el de Mrs Hubbard. El director le dijo que según lo planeado las interpretaciones de todo el elenco debían ser muy teatrales, al tiempo que le aseguró que habría otras estrellas de su calibre. Hepburn no aceptó. Wendy Hiller fue finalmente la princesa, esa mujer a la que el médico ha prohibido sonreír, y Lauren Bacall la locuaz Mrs. Hubbard.

Doris Day nunca ganó el Oscar y solo estuvo nominada una vez, por Confidencias de medianoche (Pillow Talk) (1959). Ella, que fue una de las actrices más taquilleras de las décadas de 1950 y 60 ninguneada por la Academia de Hollywood. Claro que la buena de Doris tampoco puso mucho de su parte. Rechazó por obsceno el papel de Mrs. Robinson en El graduado (1967). No lo tenía que haber dejado pasar, aunque Anne Bancroft le estuvo eternamente agradecida por ese gesto. La película recibió siete nominaciones al Oscar, una de ellas para Bancroft. Doris también dijo no a Sonrisas y lágrimas (1965) porque, según dijo, “soy demasiado americana para interpretar a una monja de Austria». Además, La calumnia (1961) estaba pensada para Katharine Hepburn y ella, ambas actrices se echaron atrás y entraron en el proyecto Shirley MacLaine y Audrey Hepburn. Pero lo peor, o no, es que rechazó el papel de Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen (1984) porque cuando se lo ofrecieron llevaba más de una década retirada.

Según contó Jonathan Demme, el único actor en el que pensó además de Anthony Hopkins para interpretar al psicópata, elegante, refinado y manipulador Hannibal Lecter en El silencio de los corderos (1991) fue Sean Connery. Pero el eterno 007 rechazó la oferta al considerar el guion “repugnante”. Tras esa contundente respuesta, Demme consideró la segunda opción, un actor inglés mucho menos conocido que Connery. Cuando le llegó el guion, Hopkins pensó por su título que se trataba de una película infantil. En cuanto a Clarice Starling, la joven agente del FBI, el director lo tenía claro: quería a Michelle Pfeiffer, con la que ya había trabajado en la comedia negra Casada con todos (Married to the Mob) (1988). Pero la actriz, como Connery, consideró la historia demasiado extrema y rechazó la propuesta. Jodie Foster quería hacer la película, pero no estaba entre las candidatas de Demme, así que se presentó ante el director y le pidió una oportunidad. El resto es historia del cine. Michelle Pfeiffer ha estado nominada al Oscar en tres ocasiones (Las amistades peligrosas, Los fabulosos Baker Boys y Por encima de todo) pero nunca lo ha ganado. Jodie Foster se llevó el Oscar por interpretar a Clarice, tres años después de ganar el primero por Acusados (1988).

Finales sorprendentes e impactantes hay muchos en la historia del cine, pero pocos como el de Testigo de cargo (Witness for the Prosecutuion) (1957), la maravillosa intriga judicial creada por Agatha Christie y llevada al cine por Billy Wilder. Era tan importante mantener el secreto entre los espectadores que hasta los miembros de Casa Real Británica que vieron la película en un pase privado antes del estreno tuvieron que firmar un documento donde se comprometían a mantener la boca cerrada y no desvelar el desenlace.

Uno de los más famosos detectives de la historia de la televisión es Colombo, interpretado por Peter Falk en una serie que estuvo en antena durante 10 temporadas de 1971 a 2003. Lo que mucha gente no sabe es que este detective tan particular tiene un origen también muy particular: el personaje que interpretó el actor francés Charles Vanel en Las diabólicas (1955), un comisario de andar por casa, humano y cercano llamado Alfred Fichet que husmea todo el rato, observa y parece algo despistado.  

Quentin Tarantino no contactó con Roman Polanski cuando terminó el guion de Érase una vez en… Hollywood (2019), pero lo que sí hizo fue enseñarle el texto a un amigo común para que hablara con el director y le contara de qué iba la película. Para Polanski no debió ser fácil: la historia del asesinato de su mujer que, encima, aporta un giro que él hubiese deseado con todo su corazón haber vivido. Tarantino y Margot Robbie contaron eso sí con la colaboración de Debra Tate, la hermana de Sharon, para perfilar la historia y el personaje. Mucho dolor que Tarantino sabe gestionar con momentos inolvidables, como ese en el que Sharon Tate (Robbie) compra un ejemplar de la novela Tess, la de los D’Urberville, de Thomas Hardy, para que su marido la lea y se convierta en un futuro proyecto cinematográfico con ella de protagonista. Polanski llevó al cine Tess, pero diez años después, con Nastassja Kinski y con una dedicatoria: To Sharon.

Al escritor James M. Cain le gustó tanto la interpretación de Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces (1946), película basada en su célebre novela negra, que le envió un ejemplar con la siguiente dedicatoria: “A mi querida Lana, agradeciéndole su interpretación de Cora, que supera a cuanto había imaginado”. La versión de 1981 adaptada por David Mamet también resultó clave en la carrera de Jessica Lange. En pleno proceso de casting, el director Bob Rafelson escribió el nombre de la actriz que pensaba que debería interpretar a Cora Papadakis y lo puso dentro de un sobre cerrado. Varios meses después, Rafelson le entregó la carta a Jessica Lange con su nombre dentro. Y eso que, a mediados de la década de 1970, cuando el proyecto se puso en marcha, los ejecutivos del estudio querían a Raquel Welch para ser Cora.

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