Uno de los personajes más inquietantes de la toda ella ya de por sí inquietante película Häxan (1922), del cineasta danés Benjamin Christensen, es el de María “La tejedora”, una de las brujas perseguidas por la Inquisición. Este papel lo interpretaba Maren Pedersen, a quien el director descubrió mientras vendía flores en una esquina de la calle. Pedersen decía a todo aquel que quisiera oírla que había sido la primera enfermera de la Cruz Roja en Dinamarca, pero contaba más cosas. Un día de rodaje, se volvió hacia Christensen y le dijo: «El diablo es real. Lo he visto sentado junto a mi cama». El director quedó tan impresionado por esta confesión sobre una actividad demoníaca en el mundo moderno (o al menos la creencia en ello) que incorporó esta anécdota a la propia película.
Así que el diablo existe en nuestros días, en la década de 1920 de Christensen, en la de 1950 de La noche del demonio (Night of the Demon), sobre un profesor norteamericano que en 1957 viaja a Londres y se las ve con una secta de adoradores del diablo, en la de 1960 de Rosemary’s Baby (La semilla del Diablo), pues la novela de Ira Levin está ambientada en 1965, en la de los 70 de El exorcista original de William Friedkin y ahora, con la secuela de David Gordon Green donde Ellen Burstyn vuelve como Chris MacNeil, la madre de Regan, la niña poseída, lo que la convierte en la intérprete de carne y hueso más longeva en volver a interpretar un papel en la historia del cine.
Las dos películas, la de 1973 y la de ahora, frente a frente, con sus endemoniados giros y sus satánicas coincidencias.
La primera escena de la película se desarrolla en Haití y vemos una pelea de perros. En la película original, también una pelea de perros abre la historia, aunque en esa ocasión estamos en Irak.
Decía el maestro Cecil B. De Mille que “Las películas deben comenzar con un terremoto e ir creciendo en acción”. Pues bien, El Exorcista: Creyente empieza con un terremoto, el que arrasó Haití en enero de 2010, uno de los más devastadores en la historia de la humanidad de la cual se tenga registro. Murieron 316.000 personas, una de ellas, según la película, la esposa embarazada de Victor Fielding (Leslie Odom Jr.).
Y la historia va creciendo en intensidad hasta el plano final, que es como un terremoto, una sacudida para los amantes del film original que todavía tenemos pesadillas recordando todo lo que le pasó a la pobre Regan MacNeil.
Angela, de 13 años, se hace pis en la cama, para asombro de su preocupado padre, Victor Fielding (Leslie Odom Jr.). Lo mismo le pasa a Regan (Linda Blair) en la película de 1973, pero lo suyo es más llamativo: hace pis en la alfombra de la casa ante la atónita mirada de los invitados a la fiesta que celebra su madre, Chris MacNeil (Ellen Burstyn).
El tema Tubular Bells suena en la película original a los 14 minutos de empezar la historia. En esta secuela, a la hora más o menos del metraje alguien pronuncia por primera vez la palabra “Diablo” y justo después suenan los famosos compases de Mike Oldfield mientras la voz en off de Ellen Burstyn como Chris MacNeil nos avisa: “es real el sufrimiento de personas que he visto”.
En la primera, había un exorcista, el padre Lankester Merrin, personaje basado en el paleontólogo, geólogo y filósofo jesuita de la vida real Padre Pierre Teilhard de Chardin. En esta secuela, no hay un exorcista propiamente dicho. Aunque a falta del gran Max von Sydow, tenemos a la actriz Ann Dowd, que interpreta a una exmonja que vive en la casa de al lado de los Fielding y se hace con la situación enseguida. La gran actriz tiene sus propios recuerdos de la película original: “La vi de adolescente. Pasé un miedo atroz, pero lo que más me sorprendió es que mi padre también la vio. Era católico, muy creyente, y pasó miedo. Recuerdo el miedo, y también que no se habló del tema ni se mencionó durante la cena”.
Pero definitivamente los tiempos han cambiado, y el papel principal en la sesión contra el diablo ya no lo desempeñan dos sacerdotes como eran los inolvidables padres Merrin y Karras, ahora dirige el cotarro una extraña sacerdotisa que emplea rituales antiguos basados en los utilizados por los esclavos llegados de África. Este personaje lo interpreta la artista multidisciplinar Okwui Okpokwasili.
En esta secuela Regan no se habla con su madre y esta no sabe nada de su hija desde hace años. El motivo del desencuentro está en el libro que escribió Chris MacNeil cuando dejó su carrera de actriz y repasó la pesadilla vivida: A Mother’s Explanations (Las explicaciones de una madre). Para Regan está claro que ni fueron suficientes ni le gustaron esas explicaciones.