El director de La Piscina, Bryce McGuire, y el miedo al agua

Director Bryce McGuire on the set of Night Swim.

Cuando Bryce McGuire era un niño ya rodaba películas de terror. La primera que hizo tenía como protagonista a su propio padre… convirtiéndose lentamente en un monstruo vegetal.

El futuro cineasta nació en Fort Lauderdale en enero de 1987, ha dirigido siete cortometrajes y un largometraje, Unfollowed (2018), terror paranormal mezclado con redes sociales, una influencer, un Hospital abandonado llamado Newton Hills y una leyenda urbana que habla de un tal Jacob Lang.  Pero lo que nos interesa de verdad es uno de esos siete cortos, Night Swim (2014), cinco minutos sobre una mujer que nada en su piscina por la noche. Ahí empezó todo.

La película como homenaje al cine de la década de 1980.

La escena de introducción que abre la película está ambientada en los ochenta en parte porque quería evocar la sensación de nostalgia de películas como Poltergeist (1982), Christine (1983), Pesadilla diabólica (1976) Tiburón (1975). La mayor parte de la película se desarrolla en un presente inespecífico, pero en muchos sentidos la historia trata sobre pasar página, así́ que tenía sentido dejarnos llevar por la nostalgia al principio. 

Tiburón y el miedo al agua.

El agua es una noción que siempre me ronda la cabeza. Como crecí́ en Florida, rodeado por el océano por tres frentes, en un clima al que solo se puede sobrevivir participando en el ritual del agua, tengo amigos que se han ahogado y he visto huracanes inundar casas, accidentes de barco, ataques de tiburones, etc. Al final, es normal acabar sintiendo un cierto miedo y respeto por el agua. 

Películas de terror en el agua.

Creo que la primera película de terror que vi fue La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon) (1954), y, desde entonces, no he dejado de pensar en ella; tengo al monstruo en cuestión tatuado en mi bíceps derecho. También recuerdo La noche del cazador (1955) Abyss (1989) y, por supuesto, Tiburón. Vi esa peli cuando tenía 10 años. Por aquel entonces teníamos piscina, y recuerdo meterme en el agua de noche cuando mi hermano pequeño apagaba la luz. Y, aunque sabía perfectamente que la piscina solo tenía dos metros y medio de profundidad y cinco y medio de ancho, no tenía la menor duda de que el agua era un abismo y de que algo horrible iba a surgir de las profundidades para arrastrarme. 

Gavin Warren es Elliot Waller en La Piscina (Night Swim)

Películas de terror en general.

Siempre me han inspirado El resplandor (1980), El sexto sentido (1999) El exorcista (1973). Todas relatan historias aterradoras y sofisticadas, pero con una columna vertebral muy humana. Las novelas de Stephen King también me han dejado huella, en concreto las que convertían aspectos rutinarios del día a día, como el perro de la familia, un coche o un juguete, en talismanes y receptáculos de un mal sobrenatural. La idea de que un objeto inanimado sea una fuente de misterio o terror, una especie de prueba para los deseos más íntimos de alguien, se me grabó a fuego en la imaginación. Las cosas más bonitas estéticamente son siempre las que más daño pueden hacernos. 

Un corto de 5 minutos en un largo de una hora 38 minutos.

En cuanto todo arranca con la piscina del jardín de la casa como enclave y antagonista central, ya te rodean determinadas ideas e imágenes. ¿Qué representa la piscina? ¿Qué significaba en la cultura? ¿Qué significa para mí? ¿Cómo se ha usado en otras películas? Es posible que la piscina sea el símbolo más icónico del sueño americano. Así́, empezamos a pensar quién era esta familia y cuál era su sueño. Lo que la familia Waller quiere al mudarse a esta casa es lo que querría cualquiera. Salud, estabilidad, comunidad, la búsqueda de la felicidad… Y la piscina promete eso a cada uno de los miembros de la familia de un modo particular. Como el propio sueño americano, la película plantea la misma pregunta: ¿qué necesitas par ser feliz y qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo? También hay elementos de otro cortometraje mío, Every House is Haunted (2023), sobre una joven pareja que compra una casa con una historia turbulenta. 

El fichaje de Kerry Condon.

El día que la conocí́ la habían nominado al Globo de Oro por Almas en pena en Inisherin y había nadado una milla en el océano esa misma mañana. No fue un mal día. Tuvo que hacer un trabajo muy exigente bajo el agua, especialmente hacia el final de la película, que la mayoría de la gente no habría sido capaz de llevar a cabo. Es una actriz tremendamente dura y física. Con Kerry, algo especial pasa cuando la cámara empieza a grabar. Ella me ha llevado a mí y a la película a las mejores cotas, y está fantástica. 

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