Alejandro Amenábar habla del clásico moderno del cine de prisiones Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) (1994) como gran referente para El Cautivo. También, y esto lo añadimos nosotros, podríamos nombrar Papillon, tanto la buena de 1973 con Steve McQueen y Dustin Hoffman, como la innecesaria versión de 2017 con Charlie Hunnam y Rami Malek. Y por qué no, Shakespeare in Love (1998), película que juega con la vida de Shakespeare como personaje. Ahora está denostada pero no olvidemos que ganó el Oscar.

Si hay justicia en este mundo del cine español, Miguel Rellán debería ganar el Goya como actor de reparto este año. Lo que hace este veterano actor en El Cautivo metido en la piel del sabio compañero de prisión de Cervantes es una maravilla. Su personaje se llama Antonio de Sosa, un escritor portugués, clérigo y teólogo que existió de verdad y efectivamente compartió encierro con el autor de El Quijote. Los dos se hicieron amigos y para pasar los largos días de cautiverio Sosa escribió una crónica sobre la ciudad desde la perspectiva de un extranjero que además estaba encerrado.

Pocos recuerdan que Rellán fue el primer actor en ganar el Goya en el apartado de reparto. Fue en la primera edición de los premios y se lo dieron por Tata Mía (1986). Nunca volvió a ser candidato, pero sin duda se merece ganar otro por El Cautivo.
También se lo merece Fernando Tejero, espléndido como el traicionero Juan Blanco de Paz, otro personaje real. Este fue un fraile dominico apresado en Argel que tenía en su punto de mira a Cervantes, al que no soportaba. Era tanta su inquina que llegó a traicionar al escritor cuando este planeaba su cuarto intento de fuga. Las crónicas le definen como “odioso”, “farsante”, “estafador” y “mentiroso” y así es como Amenábar lo presenta en la película. Tejero lo borda y uno entiende que, una vez que ambos fueron liberados (Cervantes en 1580 y Blanco de Paz en 1592, este tras 15 años de cautiverio), el escritor le buscara para ajustarle las cuentas, pero no pudo dar con él. Es normal que en la película alguien avise: “Cuídate del padre Blanco, que es envidioso y celoso”. Y también que en otro momento el tipejo grite desesperado que no quiere más enemigos en su vida.

Sería injusto para el resto del reparto decir que Rellán y Tejero “roban” la película, pero casi. Ellos están alrededor, porque el verdadero centro de la historia lo ocupan Julio Peña y Alessandro Borghi, Cervantes y Hasán. Su historia de obsesión y pasión domina El cautivo. Estoy “Embrujado por un cautivo”, dice el despiadado gobernador de Argel, aficionado a cortar las orejas y narices a sus prisioneros. Según la película, Cervantes se salvó porque el deseo sexual y la atracción pesaron más que el castigo. Hasán tenía una sala de torturas y lo normal era que si intentabas escapar acabaras ahí en una agonía insufrible. Cervantes planeó hasta cuatro fugas y conservó sus dos orejas y su nariz.
Amenábar nos propone un viaje a una ciudad hipnótica, como antes lo hizo cuando nos llevó a Alejandría con Ágora. En su tercera superproducción histórica aterrizamos en el año 1575, un mundo de cristianos, moros, turcos y judíos. Un mercado de esclavos abre la película. Es, como nos dicen, el infierno en la Tierra: «Una ciudad peor que Babilonia». Cervantes se presenta en la película prisionero y “estropeado del brazo” por culpa de la batalla de Lepanto, un combate naval contra los turcos cuatro años antes.

Cervantes es un prisionero más, aunque lo suyo sea contar historias e imaginar los molinos de La Mancha calados en blanco como si fueran gigantes.
Así que todo comienza con la historia de una ventana que ve desde la plaza fortificada donde está encerrado con los otros prisioneros. No quiere aburrirse, mira la ventana y entonces…. Ha dicho el director que su objetivo a la hora de hacer cine siempre ha sido “ser comprendido por la persona que tengo enfrente. Quiero que interese lo que estoy contando”.
En septiembre de 1580 el escritor fue liberado. Lo que ocurrió en esos cinco años es lo que cuenta la película.

Julio Peña recuerda en algunos momentos a Eduardo Noriega en Tesis. Si sigue el mismo camino, al joven actor le espera un futuro en el cine de lo más envidiable. Futuro y pasado tiene Alessandro Borghi. Premio David di Donatello en 2018 por el drama de denuncia Sulla mia Pelle y con seis nominaciones más, es toda una estrella en su Italia natal gracias a éxitos como Suburra (2015), Las ocho montañas (2022) y la serie Devils (2020-2022), thriller internacional ambientado en el mundo de las finanzas donde coincidió con Patrick Dempsey y Laia Costa. Incluso fue Rocco Siffredi en la serie Supersex (2024).