Fue en la ceremonia número 23 de los premios de la Academia, celebrada el 23 de marzo de 1951 en el RKO Pantages Theatre de Los Angeles.
La gran favorita de la noche era Eva al desnudo (All About Eve), que acumulaba 14 nominaciones, récord absoluto en la historia que luego igualarían Titanic (1997) y La La Land (2016).
Eva al desnudo está considerada una de las mejores películas jamás realizadas. José Sacristán suele decir que “Las películas de Mankiewicz hay que verlas de rodillas. Eva al desnudo no se puede ver sentado, es una falta de respeto”. Y lo que hace Bette Davis como la actriz Margo Channing se estudia en todas las escuelas de interpretación del mundo. Davis estaba nominada, claro, y era la gran favorita. Pero surgieron dos contratiempos. El primero, que su compañera de reparto, Anne Baxter, se negó a promocionar su candidatura en el apartado de actriz secundaria, considerando que era tan protagonista como Bette. No lo era. Pese a interpretar a la Eva del título, su manipuladora actriz era claramente un personaje por detrás de la gran Margo, la estrella de la película. Pero los académicos hicieron caso a Anne Baxter y la votaron para que entrara en el apartado de actriz protagonista. Y Bette se cabreó, porque eso significaba que los votos hacia Eva al desnudo se podían dividir y dar la victoria a una tercera actriz.
Y esa podía ser Gloria Swanson, el otro problema que tenía Bette Davis. Gloria era una estrella del cine mudo que había vuelto a la gran pantalla con un papel que muchas rechazaron y que se convertiría en leyenda, casi más que Margo Channing. Era otra actriz, vivía retirada en una tétrica y enorme mansión en Sunset Boulevard, tenía un mayordomo y un mono de mascota y se llamaba Norma Desmond.
Así que tenemos dos de las mejores interpretaciones femeninas de la historia del cine compitiendo por el Oscar. Bette y Gloria eran las favoritas y ambas estaban en Londres, donde la Academia alquiló un salón en un hotel para celebrar una gala paralela, con las dos candidatas y varios invitados más. También estaba allí Judy Holliday, otra nominada por su interpretación en la comedia Nacida ayer (Born Yesterday) (1950). Pero ella venía del teatro, era prácticamente nueva en el cine y poco tenía que hacer frente a las dos divas con sus potentes trabajos. La quinta en discordia era Eleanor Parker por el drama carcelario Caged (Sin remisión), pero si Judy tenía poco que hacer, Eleanor menos.
Y entonces Fred Astaire, el maestro de ceremonias de la gala presentó a Broderick Crawford que, como ganador del Oscar al mejor actor el año anterior, era el encargado de dar el premio más tenso de la noche. Leyó los nombres de las cinco actrices y… “The winner is, Judy Holliday”. Los gritos de asombro resonaron en toda la sala.
Como Judy no estaba en el teatro subió a recoger el Oscar la legendaria actriz Ethel Barrymore. Sam Staggs ha contado ese momento en el libro About All About Eve de forma magistral: «Aunque con 71 años, subió majestuosamente al escenario, saludó como la primera dama del teatro americano que era (¿quién demonios concedió semejante título a Helen Hayes?), y pronunció su breve discurso dando la impresión de que la esencia del teatro se hallaba en aquellas breves palabras de agradecimiento. Barrymore estuvo magnífica, debería haberse quedado con el premio (…). Aunque seguramente la mayor ironía de 1950, quizás en la historia de los premios de la Academia, es que dos de las más grandes interpretaciones de la historia del cine quedaron sin ser galardonadas”.