Una danesa en el Coliseo

Nació un 3 de julio de 1965 en Elling, Frederikshavn, una localidad muy al norte de Dinamarca, habla perfectamente danés, sueco, noruego, inglés, francés, alemán, italiano y español y durante el rodaje de Gladiator (2000) no se conformó con interpretar a Lucilla, si no que se empapó de la Antigua Roma hasta el punto de que llegó a participar como consultora no oficial para ayudar a que los detalles históricos de la película fueran correctos. Ridley Scott así se lo pidió, sabiendo que era una experta en ese periodo histórico.

Así es Connie Nielsen, una de las pocas de la primera película que repite en el casting de Gladiator II. Dice la actriz, y tiene razón, que no hay mucha gente que tiene la oportunidad de disfrutar de una de las mejores experiencias de su vida por segunda vez. Y es que Gladiator significó mucho para ella, una danesa que a los 18 años viajó a París para probar suerte como actriz y no hizo cine en su país natal hasta Brødre (2004), el drama dirigido por Susanne Bier que le ha dado muchas satisfacciones y el reconocimiento como actriz en forma de nominaciones y premios. En el remake americano de la película, dirigido por Jim Sheridan, su personaje lo interpretó Natalie Portman. Como curiosidad, decir que como Connie nunca había hecho cine en Dinamarca, Susanne Bier consideró que su acento sonaba más a sueco así que hizo que tomara clases de danés.

En Hollywood debutó en una aparición que todavía se recuerda en El abogado del diablo (The Devil’s Advocate) (1997), donde Al Pacino le decía a Keanu Reeves que no confiara en el diablo. En cualquier caso, toda la atención se la llevó otra actriz que empezaba: Charlize Theron, que dudó mucho en aceptar por los desnudos que exigía el guion.

En cuanto a Connie, solo llevaba un mes en los EE. UU. cuando consiguió el papel de Christabella Andreoli en esta película de terror sobrenatural que enlazaba de alguna manera con la excelente El corazón del Ángel (1987).

Lo importante es que la carrera de la actriz despegó en la meca del cine y encadenó varias películas, como Misión a Marte (2000), de Brian de Palma, y la inquietante y a reivindicar Retratos de una obsesión (One Hour Photo) (2002), thriller psicológico con un siniestro Robin Williams emulando al Dragón Rojo de Thomas Harris.

El que todavía no recuerde dónde ha visto a la actriz, solo decir que fue la reina Hipólita, la madre de Wonder Woman, en todas las películas del Universo de DC Comics.

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