Un hombre con un rifle en una azotea pretende matar al presidente

Un hombre camina solo por uno de los tejados que rodean el Memorial Coliseum Stadium de Los Angeles, donde se va a celebrar ante 100.000 personas la Super Bowl que enfrentará a los locales y al equipo de Baltimore. El tipo lleva un rifle, es un francotirador y quién sabe si quiere matar al presidente de los Estados Unidos, que está a punto de llegar al estadio.

Decimos que quién sabe porque cuando el tirador es abatido alguien le pregunta al jefe del comando especial que ha liderado la compleja operación: «¿Quién era?». La respuesta del Sargento Button, interpretado por John Cassavetes, es estremecedora: “Se enterarán de quién era por la televisión la próxima semana. Dónde estudiaba, el nombre de su madre y el de su perro, el de su profesor de gimnasia y de por qué la policía lo mató sin necesidad”.

A Button le falta decir que tampoco esperen más información. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué objetivos perseguía? ¿Quería matar al presidente o al mayor número de personas sin importar su relevancia?

Todo esto ocurre en Pánico en el estadio (Two-Minute Warning) (1976). Han pasado 48 años de esa excelente película de catástrofes y ahora nos encontramos con otro hombre, este con nombre, Thomas Metthew Crooks, subido a una azotea y disparando contra el candidato republicano Donald Trump. Y en esta ocasión, el FBI tampoco puede responder a las preguntas claves. La frase de Button muy bien se la podríamos oír decir ahora a los que investigan este atentado fallido. 

Los tres protagonistas: John Cassavetes, Charlton Heston y Martin Balsan

Charlton Heston interpreta al Capitán de la policía de L.A. Peter Holly y recuerda en sus memorias que “Pánico en el estadio era una buena película”, pero los de Universal estaban convencidos de que estaban ante algo mucho mejor y mucho más grande, la mayor de todas las películas de catástrofes, más incluso que el reciente taquillazo Terremoto (1974). Esta última, también con Charlton Heston, recaudó en el mundo unos impresionantes para la época 80 millones de dólares. Pánico en el estadio no llegó ni de lejos a esa cifra y para Universal fue un fracaso. Según su protagonista, el problema fue que tocaron un tema delicado. “El público no quería saber nada de pánico en la Super Bowl con la historia de un loco que empieza a disparar y siembra el terror entre los espectadores”. 

Si buceamos en la ola gigante catastrofista que arrasó Hollywood en la década de 1970, las tres reinas son La aventura del Poseidón (1972), El coloso en llamas (1974) y Terremoto (1974). Un tsunami en el mediterráneo, un rascacielos en llamas y Los Angeles destruida por un seísmo. El rey del género era Charlton Heston porque también estuvo en El último hombre… vivo (1971), ¡Alarma! Vuelo 502 secuestrado (1972), Cuando el destino nos alcance (1973), Aeropuerto 1975 (1974) y Alerta roja: Neptuno hundido (1978). “Durante varios años pareció que los cineastas tenían un apetito insaciable por las películas en las que un puñado de estrellas se encontraban en grandes apuros”, dice Heston. 

David Janssen y Gena Rowlands, una pareja en el estadio

Una forma como otra cualquiera de definir esta moda que nos ha regalado tan buenos momentos. En Pánico en el estadio las estrellas estaban muy bien colocadas en sus asientos. Además de Heston y Cassavetes, como aliados en plan Steve McQueen y Paul Newman en El coloso en llamas, tenemos a la magnífica Gena Rowlands, la mujer de Cassavetes, aunque en esta película no tienen ni una escena juntos. Rowlands es una gran dama y así lo demuestra, aunque esté completamente desaprovechada. No importa. Cuando su amante (David Janssen) la desprecia en una escena, ella reacciona como sólo las muy grandes actrices lo saben hacer. Y no pronuncia ni una palabra. 

La actriz acaba de cumplir 94 años, estuvo casada con John Cassavetes desde 1954 hasta la muerte de él en 1989 y juntos se convirtieron en la pareja por excelencia del cine independiente americano con una serie de películas que marcaron a toda una generación de cineastas, entre ellos Pedro Almodóvar. Todo sobre mi madre (1999) está dedicada a Bette Davis, a Romy Schneider y a ella.

Además, es la madre de Nick Cassavetes, el director de El diario de Noa (2004) y de la reciente y extremadamente violenta La bala de Dios (2023).

Walter Pidgeon en plena acción

También está Beau Bridges, el hermano feo de Jeff, que va al partido con su mujer (Pamela Bellwood, antes de entrar en la familia Carrington de Dinastía) y sus dos pesadísimos hijos. Walter Pidgeon, la estrella del cine clásico candidato al Oscar por La señora Miniver (1943) y Madame Curie (1944), interpreta a un carterista de imponente aspecto y Martin Balsan, actor premiado con el Oscar como secundario por A Thounsand Clowns (1965), está perfecto como el gerente del estadio, de aquí para allá intentando que no cunda el pánico. 

Se ha sabido que la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) se negó a colaborar en la película prestando, por ejemplo, uniformes tras recibir una breve sinopsis. Curiosamente, unos años más tarde, la NFL no se opuso a que Domingo negro (1977) utilizara equipos e imágenes reales, y eso que la amenaza que planteaba Thomas Harris en su novela y John Frankenheimer en su película era mucho peor; nada menos que volar el estadio donde se celebra la Super Bowl (Nueva Orleans en el libro, Miami en la película).

Después de poner en peligro un transatlántico en La aventura del Poseidón (1972), un rascacielos en El coloso en llamas (1974) y una ciudad entera en Terremoto (1974), llegaron un dirigible en Hindenburg (1975), aviones en la saga Aeropuerto (1975, 77 y 80), los parques de atracciones en Montaña rusa (1977), un tren en El puente de Cassandra (1977), volcanes en El día del fin del mundo (1980) y todo tipo de animales (osos Grizzly, orcas, pulpos gigantes, abejas asesinas, pirañas, cocodrilos…).

Definitivamente eran otros tiempos. ¿O no?

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