Pero ¿existió de verdad Joe Ball? Pues parece ser que sí, aunque muchos creen que su macabra historia es simplemente una leyenda rural para contar a los adolescentes una noche de Halloween alrededor de una hoguera en medio del bosque. Joseph Douglas Ball nació en enero de 1896 en Texas, participó en la Primera Guerra Mundial y cuando regresó montó un bar en Elmendorf, Texas. Pero no un restaurante cualquiera, porque el local estaba rodeado de un lago donde se criaban caimanes… a los que nuestro protagonista alimentaba con las camareras del negocio y con chicas de la zona. Ball era un asesino en serie y confesó haber matado al menos 20 mujeres hasta que en 1938 se suicidó cuando estaba a punto de ser arrestado por la policía. Una leyenda negra o un cuento de terror, lo cierto es que es una figura habitual del gótico americano, del gótico de Texas. ¿Y quién mejor que el director de La matanza de Texas para llevar sus “hazañas” al cine? Tobe Hooper (1943-2017) llegó a Trampa Mortal (Eaten Alive) (1976) justo después del bombazo de su mítica película con Leatherface, personaje basado en otro mito del true crime, Ed Gein.
Tiburón (1975) es una de las películas más influyente e imitadas de la historia, pero no más que Psicosis (1960), la “madre” de todo el cine de terror moderno. Una de sus hijas más raras es esta Trampa mortal (Eaten Alive) (1976) donde una prostituta arrepentida de su mala vida acaba en un solitario motel de carretera regentado por un siniestro tipo que se parece a Stephen King (interpretado con dosis de repugnancia realmente asombrosas por Neville Brand) y las maneras de Norman Bates. La chica, por su puesto, es asesinada. Judd, el impresentable y sucio tipejo dirige, por decir algo, el mugriento establecimiento, construido sobre una pequeña laguna. Los pocos huéspedes quedan advertidos: lo que se mueve en el agua “no es un caimán normal, es un cocodrilo que corre más que un caballo, come de todo y no hace distinciones”. Entonces llega una familia. El padre es un tarado, la mujer es rubia pero lleva peluca morena y no parece estar mejor y la pobre niña las pasa canutas recorriendo el subsuelo de la siniestra casa. También aparece un tipo con su hija, que resultan ser el padre y la hermana de la prostituta. Y, sorpresa, el mismísimo Fred Krueger, es decir, Robert Englund, también pasa por ahí, aunque lamentará hacerlo.
Trampa mortal es excesiva, sangrienta, ridícula, irresistible y perturbadora. Parece ser que de pequeño Tobe Hooper se pasaba las horas solo, leyendo tebeos y soñando con monstruos. Seguramente vería Los crímenes del museo de cera (House of Wax) (1953) y La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers) (1956), ambas con Carolyn Jones (1930-1983) en el reparto. En Trampa mortal la actriz interpreta a Miss Hattie, la madame del burdel de la zona. Sólo tenía 46 años, pero sale caracterizada como si tuviera 102. En cualquier caso, la película forma parte de ese fenómeno que revolucionó el cine de terror a principios de la década de 1970, le dio una buena sacudida y consiguió que empezara a ser tomado en serio (porque daba dinero). Ya fuera desde dentro del sistema de estudios, William Friedkin con El exorcista (1973), Roman Polanski con Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) (1968) o Brian de Palma con Hermanas (1972) o Carrie (1976), como desde más allá de sus despachos, de forma independiente, con George A. Romero y La noche de los muertos vivientes (1968), David Cronenberg y Vinieron de dentro de… (Shivers) (1975), John Carpenter y Halloween (1978), Wes Craven y La última casa a la izquierda (1972) y Las colinas tienen ojos (1977) o el propio Hooper con La matanza de Texas (1974) “nunca en la historia del cine se había dedicado tanto talento a asustar al público”, en palabras de Jason Zinoman en Shock Value, el imprescindible estudio sobre esa época decisiva para el género.
Trampa Mortal se puede ver en Prime Video y en Filmin