Rust Creek (2018) tiene tantas cosas dentro que por momentos deja de ser una película para convertirse en una gozada cinéfila. La protagonista, interpretada por Hermione Corfield, una actriz que terminará siendo una estrella, comienza con el típico Wrong Turn, ese giro al infierno que nos lleva a la excelente Km 666 (Wrong Turn) (2003), o lo que es lo mismo, ese momento en el que en pleno bosque en vez de un camino se toma otro.
Es entonces cuando entramos en los inquietantes terrenos de Deliverance (1972), Southern Comfort (La presa) (1981) y Eden Lake (2008), tres ejemplos como otros cualquiera de urbanitas pijos adentrándose peligrosamente en terreno de «paletos» poco civilizados y nada hospitalarios. Estos suelen ser aficionados a la caza, lo que nos lleva al último referente, The Most Dangerous Game (El malvado Zaroff) (1932), la madre de tantas y tantas películas que nacieron después.
Estamos en el condado de Fording el día de Acción de Gracias y todo es muy americano. La protagonista es lista y rápida, dice frases como “eres como una de esas bandas de pop europeas que cantan en inglés y no saben lo que dicen”, y en el bosque hay demasiados fantasmas. Solo nos queda disfrutar.
Aftermath (Mudanza mortal) (2021) también pretende ser muchas cosas. Empieza fuerte con un homenaje a La ventana indiscreta (1954) y con una casa donde se cometió un terrible asesinato. Claro está, allí se mudan los protagonistas. No es Sinister (2012), pero juega a serlo, con grifos que se abren, ruidos en el ático y pasos en el piso de arriba, todo ello, pensamos, provocado por los terribles sucesos que ocurrieron en el pasado en la casa.
En algún momento parece que Paranormal Activity (2007) está cerca y cuando la protagonista dice “odio esta puta casa”, han pasado demasiadas atrocidades como para que la comprendamos. Lo más inquietante: ese hombre muy delgado y pálido que merece una franquicia como es debido, como la tienen Jason Vorhees, Michael Myers y compañía.
Hay un perro y una pelota de tenis que juntos harán que te revuelvas en el sillón. También están Ashley Greene y Shawn Ashmore, dos estrellas de dos franquicias, ella de la saga Crepúsculo y él de los X-Men, que hacen lo que pueden ante tanta adversidad (todavía no se han enterado de que, en Hollywood, la pareja que compra una casa nueva que parece de ensueño siempre, repito, siempre, va a tener problemas). Ah, y todo esto, nos dicen, está basado en hechos reales.