Los pequeños amores

8 de marzo de 2024 en cines

Dirigida por Celia Rico

Guión Celia Rico

Reparto María Vázquez, Adriana Ozores, Aimar Vega

Por qué hay que verla

El nuevo largometraje de Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre), explora el contradictorio vínculo de admiración y reproche entre dos mujeres de generaciones muy distintas;  un vínculo que define y atraviesa la manera en la que viven sus experiencias más íntimas.

María Vázquez interpreta a Teresa, una mujer que cambia sus planes de vacaciones para ayudar a su madre (Adriana Ozores), que ha sufrido un pequeño accidente. Madre e hija pasarán juntas un verano de lo más sofocante, en el que no conseguirán ponerse de acuerdo ni en las cosas más triviales. Sin embargo, la obligada convivencia removerá más de lo esperado y en las noches estivales Teresa vivirá momentos reveladores junto a su madre.

Los pequeños amores es una película sobre dos mujeres que han elegido caminos aparentemente opuestos y que ahora se reencuentran en el mismo lugar, compartiendo sus experiencias sobre el amor y la soledad.

En palabras de la directora y guionista: “Los pequeños amores no es una película sobre la maternidad, tal vez lo sea sobre su reverso, la «hijidad», si existiera esa palabra. Siempre me ha resultado curioso que no haya en nuestro vocabulario forma alguna de nombrar la condición de ser hijo, esa que, probablemente, sea la única que compartimos todos por imperativo y para siempre. Ser «siempre hija» es el telón de fondo de esta historia, en la que he intentado navegar por la biografía emocional de una mujer en sus cuarenta y preguntarme sobre los modos posibles de sostener la vida y el amor a determinadas edades, cuando los padres se hacen mayores o ya no están, cuando los proyectos amorosos se desvanecen o no tienen como fin formar una familia. A algunas hijas sin hijos nos asusta la idea de envejecer solas, sin nadie que nos asista si nos lesionamos una pierna o la casa arde en llamas. Tener hijos tampoco es garantía de nada; no se les trae al mundo para conseguir el salvoconducto del amor y cuidados incondicionales. Sin embargo, ahí están. Y el retintín de una antigua cantinela sigue sonando como un eco procedente del viejo mundo: si no tienes descendencia, ¿quién va a cuidar de ti cuando seas mayor? No sé si hacer una película es la mejor forma de curar el espanto a esta pregunta, pero al menos es un respiro poderlo compartir y, tal vez, una forma de afrontar con más ternura la incertidumbre de lo que está por venir». 

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