Los niños Tin y Tina tienen una inquietante apariencia que nos lleva directamente a Village of the Damned (el pueblo de los malditos) (1960), criaturas rubias y de paternidad incierta, así están las cosas, tanto en el pueblo inglés de Midwich, donde se desarrolla la acción de ese clásico, como en el cortijo en medio de la nada donde ocurren los acontecimientos de Tin & Tina (2023).
En una escena clave de esta película, basada en un corto anterior de su director Rubin Stein estrenado en 2013, la protagonista, Lola (Milena Smit), se ha cortado el pelo, va a tener un bebé, está en la cocina aterrorizada y coge un cuchillo. A Lola no le ha cortado el pelo Vidal Sassoon, se lo ha cortado ella misma, pero las semejanzas con Rosemary Woodhouse y su bebé son evidentes. Y no sólo por esa especie de canción de cuna que escuchamos en los títulos de crédito. Hay alguien en coma, que no es el bueno de Edward Hutchins “Hutch” (Maurice Evans en la película de Roman Polanski), sino un compañero de colegio de Tin & Tina, y el marido de Lola es piloto, se llama Adolfo y lo interpreta Jaime Lorente con la misma ambigüedad con la que John Cassavetes se enfrentó a Guy Woodhouse.
Lola y Adolfo han adoptado a esta pareja de hermanos rubios, aunque él ya avisa casi desde el principio “que son muy mayores y un poco raros”. Los niños viven en un convento reconvertido en orfanato que dirige con mano de hierro Sor Asunción, una monja que siempre va descalza y dice cosas tan terribles como que “el día de la furia llegará y entonces se hará justicia”. Para esta amenazante mujer “la noche oscura del alma está perdida entre tinieblas”, lo que nos lleva a pensar que quizás Lola y Adolfo deberían darle un par de vueltas a la idea de adoptar a los hermanos rubios con cara de ángeles. Una recuperada Teresa Rabal es Sor Asunción y es una delicia escucharla recitando estas frases con una dicción perfecta. La actriz no estrenaba en cines desde 1982 cuando Loca por el circo, donde Rafael Alonso era su padre y Rafaela Aparicio su abuela. 40 años fuera de los cines son muchos para una actriz que debutó siendo niña con Viridiana (1961).
Pero Lola (que es coja como Tristana) y Adolfo se quedan con los niños. Estamos en 1981, cuando el Golpe de Estado, y los cameos televisivos son muchos y muy pensados. El más evidente, Mis terrores favoritos, la serie donde Narciso Ibáñez Serrador presentaba sus películas de terror de cabecera. El programa arrancó el 12 de octubre de 1981 con La semilla de diablo (Rosemary’s Baby), pero la película que ven los protagonistas es el Nosferatu (1922) de Murnau, que no se programó en ninguna de las dos temporadas que duró la serie. Sí se vio The Other (El Otro), la película de 1972 dirigida por Robert Mulligan según la novela de Tom Tryon sobre dos gemelos idénticos y sus perversos juegos durante un verano de 1935.
En Tin & Tina, por ejemplo, una inocente guerra de almohadas termina en terror, el Un, dos, tres… responda otra vez de Chicho está presente constantemente como lo estuvo en todos los hogares españoles de la época, vemos también a Carmen Maura saludándonos desde su célebre Esta noche, a Mari Cruz Soriano presentando las campanadas de fin de año y no podían faltar ni Maria Jesús y su Acordeón ni el tema de Enrique y Ana Super disco chino filipino, que adquiere unas connotaciones sorprendentemente inquietantes y terroríficas (o no tan sorprendentes, según se mire).
A Tin & Tina les gusta jugar, están obsesionados con la religión y se preguntan por qué no son como los demás niños y por qué son tan raros. En el colegio les llaman “los hijos de Drácula” y parece que han encontrado por fin un hogar en ese apartado cortijo de Lola y Adolfo, donde pueden divertirse “a su manera” mientras la gran Paloma Hurtado grita desde la televisión: “removiéndose en sus tumbas tienen que estar Torquemada y sus muchachos”.
Tin & Tina se estrena el 31 de Marzo.
