Las Tortugas Ninja fueron creadas casi por accidente, en noviembre de 1983, mientras los amigos y autores de cómics Kevin Eastman y Peter Laird pasaban el rato en su “estudio” (al que, en otras circunstancias, también denominaban salón del apartamento que compartían). En aquel momento, lo único que pretendían era hacerse reír el uno al otro.
“Las Tortugas surgieron del amor, la pasión y un brote nocturno de tontería aguda”, dice Eastman. “Soy un gran admirador de Bruce Lee. Pensé: ‘Suponiendo que Bruce Lee fuese un animal, ¿cuál sería el animal más tonto de todos los que podría ser? Y entonces hice este dibujo de una tortuga en posición bípeda, con una máscara y unos nunchakus enrollados en los brazos”. Laird reaccionó de la manera esperada, así que siguieron con la broma. “Hice un boceto a lápiz con las cuatro Tortugas, cada una con armas diferentes”, continúa Eastman. “Pete entintó el dibujo y añadió ‘Mutantes Adolescentes’ al título ‘Tortugas Ninja’. Eso fue todo. Nos enamoramos de la idea”.
La pareja empezó a desarrollar la trama y los personajes, dotando a todas las Tortugas de personalidades distintas inspiradas en sus amigos de la infancia. “Fueron evolucionando a medida que las comparábamos con el grupo de amigos del instituto con los que salía”, dice Eastman. “Uno era el gracioso, siempre contando chistes. Otro era más técnico, desmontaba relojes y construía cosas. Uno era el autoproclamado líder del grupo, y luego estaba el que se ponía de tu parte en las peleas. Me encantaba la mezcla de personalidades. Eran como hermanos, discutían, estaban enfrentados”. Pero siempre estaban dispuestos a echarse una mano.
Tras descartar varios conceptos para los nombres, a Eastman, entusiasta de la historia del arte, se le ocurrió usar nombres de pintores del Renacimiento. Leonardo, Miguel Ángel y Rafael resultaron bastante fáciles, pero no se ponían de acuerdo sobre el cuarto. “Estuvimos discutiendo durante unas dos semanas sobre Donatello porque a mí me gustaba más el escultor llamado Bernini”, dice Eastman. “Donatello estuvo a punto de llamarse Bernini”.
Eastman y Laird sospechaban que las Tortugas Ninja tenían potencial para dar lugar a una publicación de cómic, pero pensaban que probablemente sería una única publicación. Así que, en 1984, financiaron la producción del primer número de Tortugas Ninja, sin pensar mucho más allá de lo inmediato.
“Al hacer el primer número de las Tortugas, independientemente de que vendiéramos un ejemplar o cien, ya teníamos un cómic publicado”, recuerda Eastman sobre su forma de pensar. “Y entonces pasó lo inexplicable, el primer número se agotó y a continuación la gente quiso un segundo número”.
Fue mucho más que un simple segundo número. Los comics tuvieron un éxito enorme -todavía se publican hoy en día-, y en 1987 llegó la serie de animación, que abrió las puertas de las Tortugas a un público totalmente nuevo. Aquella pequeña tontería hecha en broma en el salón de su apartamento se había convertido en un fenómeno cultural.