La película que podía haber cambiado la carrera de Jason Patric

Hubo un tiempo en que Jason Patric (1966) tenía el mundo (del cine) a sus pies. Todo empezó con la película de culto, y de vampiros, Jóvenes ocultos (The Lost Boys) (1987), a la que siguieron la excelente After Dark, my Sweet (1990), según una novela de Jim Thompson, Hasta el límite (Rush) (1991), una dura historia policiaca sobre un detective enganchado a las drogas, y Sleepers (1996), o el encuentro en pantalla de algunos de los actores más potentes del momento (Brad Pitt, Kevin Bacon, Billy Crudup) apadrinados por veteranos como Dustin Hoffman, Robert De Niro y Vittorio Gassman, casi nada. Además, triunfó en Broadway con un montaje de La gata sobre el tejado de zinc, con Ashley Judd en el papel de Maggie, y acaparaba la prensa del corazón porque resulta que, cuando su mejor amigo Kiefer Sutherland rompió su compromiso con Julia Roberts, Jason se largó con ella a Europa e iniciaron un romance. 

La época dorada del hijo del actor y dramaturgo Jason Miller -el Padre Karras de El Exorcista (1973), y nieto del gran Jackie Gleason-, duró unos diez años. Todo empezó a torcerse cuando aceptó sustituir a Keanu Reeves en Speed 2 (1997), aunque todavía nos ofreció un momentazo con su demoledor monólogo en una sauna en Amigos y vecinos (Your Friends and Neighbors) (1998).

Luego llegó la caída. Pero las cosas podían haber sido distintas si Jason Patric hubiera aceptado una película que rechazó. El actor se explica y no para de darle vueltas al tema. “Es cierto que rechacé La tapadera (The Firm) (1993), pero decirlo así parece como si hubiese perdido la oportunidad de hacer una película de gran éxito. Y no, la película funcionó porque Tom Cruise estaba en ella. El guion de mierda que me ofrecieron no podía ser un éxito. Créeme”.

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