Brooke Shields (Nueva York, 1965) fue más que una estrella de cine. Era un icono, la mujer más fotografiada del mundo, el símbolo de la década de 1980. Ahora pocos la recuerdan, pero esos pocos sí son conscientes de lo que significó Brooke desde su aparición en la controvertida Pretty Baby (La Pequeña) (1978), una película que ahora ni Louis Malle ni nadie la podría hacer. Luego llegó El lago azul (1980), la pastelada que descubrió el sexo a toda una generación.
Después de esas dos películas, y quizá de Amor sin Fin (Endless Love) (1981), de Franco Zeffirelli, con la que debutó en el cine Tom Cruise, las cosas para la joven actriz se fueron poniendo complicadas, sobre todo por culpa del desastre que supuso Aventuras en el Sáhara (1983). Pero bueno, ella estaba por encima de las malas películas, ya fueran para cine o televisión. Brooke siguió reinando como celebrity de la moda, las fiestas, las revistas y los programas de televisión. Lo suyo tiene mérito porque sobrevivió con una carrera en el cine, por decirlo suavemente, terrible.
Modelo casi desde que nació (champús, suavizantes, tiritas, jabones, pasta dentífrica), actriz con 11 años de la controvertida Pretty Baby (La pequeña) como hija prostituta de Susan Sarandon, a los 15 años fenómeno mundial por su campaña para Calvin Klein Jeans (en 90 días aumentó las ventas un 300%), con una madre controladora y alcohólica que la consideraba su “producto” y foco de atención constante por su amistad con Michael Jackson y por su matrimonio con el incontrolable Andre Agassi.
Brooke tenía 11 años cuando interpretó a la niña prostituta en el Nueva Orleans de 1917 en Pretty Baby (La Pequeña). Jodie Foster no había cumplido los 13 cuando hizo de prostituta en Taxi Driver (1976). Louis Malle y Martin Scorsese estaban a la misma altura en cuanto a reconocimiento. Los críticos se volvían locos con sus películas y en este caso las dos eran muy buenas, presentadas en el Festival de Cannes con honores (Taxi Driver ganó la Palma de Oro). Entonces, ¿cuál era la diferencia?
A Jodie la nominaron al Oscar. A Brooke (y a su madre) le cayó encima un escándalo considerable. La gran ironía es que Louis Malle quería a Jodie para el papel de Violet, pero lo rechazó porque ya había interpretado un rol similar en la película de Scorsese.
Brooke Shields tiene ahora 59 años y acaba de estrenar en Netflix la comedia La madre de la novia (2024), que no tiene nada que ver con Pretty Baby (La Pequeña) pero es tan tonta como entretenida. La cosa va de una señora muy lista y controladora que dirige un laboratorio de investigación médica y tiene una hija encantadora (Miranda Cosgrove). La joven visita a su madre con una noticia bomba: se va a casar y lo va a hacer en un resort de lujo en Phuket, Tailandia. Una vez allí, Lana, que es como se llama el personaje de Brooke, descubre horrorizada que el padre del novio, su futuro consuegro, es el hombre con el que vivió un apasionado romance cuando estudiaba en la universidad… y al que no ha olvidado porque la abandonó sin explicaciones.
¿Lo más divertido? Ver a Brooke Shields haciendo comedia física y metiéndose en líos mientras su hija prepara una boda idílica patrocinada por numerosas marcas comerciales.
En una escena, a Lana se le insinúa un joven rubio y cachas que trabaja en el hotel (Chad Michael) y ella dice con sarcasmo y algo de tristeza: “Tengo bragas con más años que él”.
Es una pena que no hayamos visto a Brooke Shields en películas buenas. La culpa puede que la tenga ella, porque pocas actrices han dejado pasar tantas oportunidades de oro (o, en algunos casos, esas oportunidades pasaron de ella). Por ejemplo, pudo ser la princesa Leia, La chica de rosa (1986) y Pretty Woman (1990), porque para las tres hizo pruebas. Y rechazó los personajes de Cherry en Rebeldes (1983), Deborah en Érase una vez en América (1984), Allison en El club de los cinco (1985), la abogada Kathryn Murphy en Acusados (1988), Tess McGill en Armas de mujer (1988), Ann en Sexo, mentiras y cintas de video (1989) y Roxy, la amante de Catherine Tramell, en Instinto básico (1992). Salvo este último (tercer personaje femenino en importancia por detrás de los de Sharon Stone y Jeanne Tripplehorn que no hubiera aportado a su carrera nada más que unas pequeñas dosis de escándalo), no se entiende la negativa a los demás.
El resultado es que nunca fue una estrella de cine y ahora rueda TV movies como esta de La madre de la novia o Un castillo por Navidad (2021), donde Cary Elwes es un duque escocés propietario de un castillo y Brooke una escritora de bestsellers (esta también se puede ver en Netflix y para muchos será una total pérdida de tiempo sin sentido, pero ahí está Brooke resplandeciente, aunque si cuentas el argumento hay que hacer un esfuerzo para mantener la seriedad).
Pero nada como Aventuras en el Sáhara (1983), la película que se cargó la carrera cinematográfica de Brooke Shields. Al principio del rodaje, el indescriptible productor Menahem Golan dijo que la actriz ganaría un Oscar por la película. Lo que ganó fue algo tan inédito como una doble nominación a los Razzie como peor actriz y peor actor de reparto. El primer premio lo perdió ante un peso pesado como Bo Derek en Bolero (1984) (otra película de Cannon), pero la segunda candidatura la ganó. Como en la película se disfraza de hombre y sale con un bigote, es la única actriz que se ha llevado el galardón en ese apartado.
Menahem Golan quería hacer algo parecido a Lawrence de Arabia (1962) mezclado con El lago azul (1980) y La carrera del siglo (1965). No vamos a contar más. Solo vean en Filmin el tronchante y maravilloso documental Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films, la disparatada y surrealista historia de la productora fundada por los primos Menahem Golam y Yoran Globus. Ahí se habla y mucho de Aventuras en el Sáhara.
Brooke cobró unos honorarios de entre 1 y 1,5 millones de dólares, como 20 años atrás Elizabeth Taylor por hacer Cleopatra.
La actriz defendió el proyecto y con los años declaró sobre trabajar en esta película tan negativamente decisiva: «Estaba tan emocionada de que estuviera sucediendo. Creo que, en retrospectiva, el problema fue que nunca fue respaldada por un estudio. Era una producción de Golan [Menahem Golan] y Globus [Yoram Globus] y, la verdad, todo fue un poco sospechoso ya desde el principio. Uno de los problemas es que la película tardó seis años en estrenarse. Siempre he pensado que fue una pena, porque tanto la idea como el reparto eran muy buenos. ¡Timothy Dalton! Pero la dirección no fue la adecuada y se vio afectada por cuestiones legales. Creo que esa película podría haber sido… Fue muy divertida, pensé que era única y me encantó interpretar a ese personaje. Sigue siendo una de mis favoritas».
No es de extrañar que tras el terrible recibimiento que tuvieron esas aventuras en el Sáhara, Brooke Shields dejara el cine y se matriculase en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey. La prensa no entendía nada. ¿Un sex symbol en la universidad? Ese tipo de mujeres no van ahí, pensaron muchos y muchas. Brooke es una belleza sin cerebro, dijeron otros.
Brenda Starr no mejoró las cosas. Timothy Dalton se libró de milagro del desastre de esta película sobre un dibujante de cómics cuya creación cobra vida, porque comenzó a rodar 007: Alta tensión (1987) tres días después de terminar el rodaje, y cuando se estrenó varios años después, él ya era James Bond y estaba en una posición donde ya poco podía afectarle. La película se rodó en 1986, se estrenó en Europa en 1989 y en cines estadounidenses en 1992.
Pero todo esto es muy injusto. Brooke Shields es una buena actriz. No hay más que verla en el episodio 12 de la segunda temporada de Friends, todo un acontecimiento que ha pasado a la historia de la televisión. Se titula The One After the Superbowl: Part 1 (en la parte 2 la estrella era Julia Roberts), se emitió el 28 de enero de 1996 y Estados Unidos se paralizó para ver a Brooke Shields como una fan fatal obsesionada con Joey (Matt LeBlanc), la versión en guapa de la Annie Wilkes de Misery, una chiflada que se llama Erika y echa la cabeza hacia atrás para reírse con una inquietante carcajada mientras lame las manos del objeto de su deseo (una escena que provocó la ira de Agassi, entonces novio de la actriz). Todos ganaron con ese delicioso episodio. Brooke Shields consiguió gracias a esta interpretación una serie para su absoluto lucimiento, De repente Susan (cuatro temporadas, de septiembre de 1996 a diciembre del año 2000), y el director Michael Lembeck se llevó un Emmy.
Cuando se libró de Andre Agassi (pasó de estar controlada por su madre a estarlo por el campeón de tenis) en abril de 1999 tras exactamente dos años casados, Brooke ya se estaba reinventando nuevamente.
Entre telefilms varios debutó en Broadway con el musical Grease (1994-1998), donde estuvo genial en su caracterización de la tremenda Rizzo. Luego llegaron Chicago (2005), como Roxie Hart (el personaje de Renée Zellweger en el cine), Cabaret (2001), tomando el testigo como Sally Bowles de Natasha Richardson, Jennifer Jason Leigh y Molly Ringwald, y The Addams Family (2011) haciendo de Morticia Addams.
En el excelente documental Pretty Baby: Brooke Shields que ha estrenado Disney + nos enteramos que hasta se fabricaron muñecas al estilo Barbie con sus rasgos, que Franco Zeffirelli estaba fascinado con ella incluso antes de conocerla, que su romance con Michael Jackson fue un montaje del propio cantante y, en un testimonio desgarrador con la actriz mirando a cámara, que fue violada por un productor de Hollywood.
También aparece el famoso episodio donde Tom Cruise hizo el ridículo más espantoso. La estrella masculina más poderosa del momento (estamos en 2004-2005) la atacó despiadadamente en los medios por irresponsable al confesar públicamente que había ido al psiquiatra y había tomado medicación para superar su depresión posparto. Brooke respondió en el New York Times. “Debería limitarse a combatir extraterrestres”. Se acababa de estrenar La guerra de los mundos (2005) y el actor terminó pidiendo disculpas. El testimonio de la actriz visibilizaba un tema hasta ese momento más o menos tabú y ayudó a muchas mujeres.
Brooke Shields se casó con Chris Henchy en abril de 2001, era su segundo matrimonio y parece que el definitivo. Tiene dos niñas, Rowan (2003) y Grier (2006).
Las dos horas de Pretty Baby: Brooke Shields están muy bien, pero se olvidan de un dato que de alguna manera nos interesa. El abuelo paterno de Brooke fue el apuesto campeón de tenis estadounidense Frank Shields. Todo un galán y playboy que se casó tres veces. Su segunda esposa, la abuela de la actriz, fue la princesa italiana Marina Torlonia, hermana de Alessandro Torlonia, a su vez marido de una de las hijas del rey Alfonso XIII, la infanta Beatriz de Borbón. Alessandro y Beatriz eran los padres de Alessandra Torlonia, la madre de Alessandro Lecquio. Por lo tanto, ignoramos si se han conocido personalmente alguna vez en una reunión familiar o en una fiesta, pero Brooke Shields y el conde Lecquio son primos segundos, ya que la madre de él y el padre de ella eran primos hermanos y el abuelo de él y la abuela de ella hermanos.
La madre de la novia se puede ver en Netflix
Un castillo por Navidad se puede ver en Netflix
El episodio 12 de la segunda temporada de Friends se puede ver en Movistar + y en Max (HBO)
Aventuras en el Sáhara se puede ver en Filmin
Pretty Baby: Brooke Shields se puede ver en Disney +
Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films se puede ver en Filmin