Cerca de dos décadas después de enamorarse, la pareja sentimental integrada por el reconocido periodista chileno Augusto Góngora y la renombrada actriz y ex Ministra de Cultura de Chile Paulina Urrutia recibieron la terrible noticia de que él padecía Alzheimer.
Una enfermedad irreversible que afecta principalmente a la capacidad de recordar hasta terminar con las habilidades motoras, intelectuales y físicas. Para no olvidar al gran Góngora, documentalista que se inició como reportero de arriesgados informes distribuidos de manera clandestina durante la dictadura militar chilena, la directora Maite Alberdi le dedica su último trabajo, La Memoria Infinita (ya en cines), un retrato íntimo y real de los últimos años de su relación. Este documental fascinante sobre el dolor, la pérdida de la memoria y, como trasfondo, la memoria histórica de Chile, ganó en enero el Gran Premio del Jurado en la categoría de Documental Internacional del Festival de Sundance y va camino de su nominación al Oscar. No esperen un filme melodramático, porque en lugar de refugiarse en el dolor, Alberdi, nominada al Oscar por El Agente Topo (2020), reclama el amor para dar vida a la memoria que irremediablemente se está perdiendo.
Durante la entrevista en exclusiva con Alberdi y Urrutia hablamos de las intenciones de la película, del modo en que se realizó, de la importancia de tratar la soledad y a los enfermos y cómo la memoria histórica y la política son el telón de fondo de una eterna historia de amor.
¿Cómo ha sido el trabajo entre las dos?
Maite Alberdi: Lo importante para nosotras fue tener la suerte de estar haciendo una película independiente porque teníamos la libertad de ir registrando, ir viviendo. Yo quería capturar lo que estaban viviendo, lo que me llamaba la atención de ellos, que era la relación que tenían. Cuando llegó la pandemia, en Chile el encierro fue muy largo, casi de dos años, mandar la cámara fue una manera intuitiva de continuar este registro sin esperar que ese material se transformara necesariamente en material para la película. Pero ese material era tan potente, tan inesperado para mí por su nivel de intimidad que se transformó en un regalo.
Paulina Urrutia: En mi caso, durante esos dos años se constata algo que empieza a pasar con estas enfermedades, pese a que hay familia, hay amigos, tarde o temprano las personas que nos hacemos cargo de los cuidados de manera permanente de aquellas personas que están afectadas, vamos siendo parte también del olvido del resto. Poco a poco, nosotros nos fuimos quedando muy solos y la cámara y el contacto permanente con Maite fue muy importante, especialmente para mí. Maite se convirtió en un testigo de lo que nosotros vivíamos todos los días y ese testigo hoy día son los espectadores.
Maite, elevas la película hasta convertirla en arte porque elevas el relato hasta el punto de ser un testimonio de la sociedad con el trasfondo de un mensaje político.
Maite Alberdi: Uno va descubriendo lo que busca durante el proceso. Unos proyectos se parecen bastante a lo que imaginé y otros van mutando. La gracia de hacer documentales es entregarse a la experiencia e ir viendo cómo evoluciona, estando dispuesta a cambiar. El viaje de uno, es el viaje emocional que se lleva al guion. En este caso fue un descubrimiento paulatino. Yo no partí entendiendo todas las capas que tenía la película. Yo partí de una situación bastante intuitiva, y desde el estómago, porque me llamó la atención el tipo de amor que ellos tenían y cómo Paulina integraba a Augusto a su vida social y laboral. Fueron una pareja que no se aisló frente al Alzhéimer. Esa fue mi primera aproximación. Luego, cuando uno empieza a conocer, fui entendiendo otros niveles. En este caso fui entendiendo la memoria histórica para Augusto. Qué significaba el registro audiovisual, la comunicación de la cultura y el cine.
¿Ha evolucionado tu relación con Paulina?
Maite Alberdi: Claro. Al principio, no hablábamos mucho. Paulina no quería hacer la película. No me contestaba. Yo filmaba y ella quería que sus amigos vieran el material para estar segura. Se fue acostumbrado. Fue un proceso muy lento que empezó hace seis años. Lentamente se fue construyendo la relación.
Paulina, ¿qué sentiste al ver la película en Sundance?
Paulina Urrutia: La primera vez que vi el documental fue muy emocionante. Constatar los relatos de dos creadores sobre el soporte del cine. Por un lado está el relato de Augusto y por otro el de Maite. Fue impresionante ver a dos generaciones de documentalistas conjugando esta película. Luego, lo he vuelto a ver cuando Augusto ya falleció y ha sido un regalo. Lo que hace el arte es mantener vivo el recuerdo de una persona y lo importante que es esta película en un momento tan especial para nuestro país, ahora que se cumplen 50 años del golpe de estado
La película habla del trabajo de Augusto. Maite, ¿Cómo te ha influido a ti su trabajo?
Maite Alberdi: Creo que es importante contar que Augusto mantiene una gran influencia sobre la industria cultural chilena, para cualquier persona que haya trabajado en las artes. Fue un artista que se interesó por la cultura de una forma masiva. Él me ha marcado y, además, su registro de imágenes son la base de este documental porque fue capaz de grabar momentos muy necesarios de la historia de Chile.
¿Por qué te interesa tanto el paso del tiempo?
Maite Alberdi: Me interesa el paso del tiempo porque solo la dimensión del tiempo te da perspectiva. Te permite entender la historia, las relaciones, te da profundidad, te permite querer. Creo que uno se encariña con las personas cuando pasa el tiempo. Las historias solo se cuentan en la medida que pasa el tiempo. Nadie cambia en una semana, en un mes, uno narra su historia a través de los años. Si estás filmando un documental en presente, solo se puede hacer a través de la dimensión del tiempo.
Paulina, das una lección de vida. ¡Qué manera de querer!
Paulina Urrutia: Y qué manera de ser querida también. Eso es lo maravilloso que tiene la película. Así como habla de una historia de dos personas, habla también de la historia de nuestro país y habla de la humanidad. Habla de una enfermedad a la que la gente tiene miedo. Yo estoy segura que mucha gente no quiere ir a ver la película porque piensan que es un drama. La verdad, es una película muy luminosa, que da esperanza, que te hace comprender que esa enfermedad es una muerte en cámara lenta, que todos necesitamos contar con alguien, que da lo mismo que no se acuerden de ti. Lo importante es que tú no olvides a quienes están olvidando, eso es lo que mantiene viva a una persona; no olvidarla.
Hay una reflexión que Maite hace mucho en su cine sobre quedar aislados socialmente. La soledad dentro de la sociedad. ¿Crees que esta película puede ayudar a recapacitar?
Paulina Urrutia: Estoy absolutamente convencida que esta película va a ser de gran ayuda para enfrentar esta enfermedad con menos miedo, con más confianza y la seguridad de saber que si uno no nace solo tampoco debe morir solo.
Ganaste en Sundance y has estado recibiendo premios durante los últimos años. ¿Qué esperas que suceda con esta película?
Nada. Si uno estrena películas pensando en los premios, no resultan porque uno siempre llega tarde a las modas. Hay productores que funcionan así, viendo lo que necesita el público. Yo hago las películas en función de las cosas que me interesan vivir. Cada película que hago es distinta a la anterior y no tengo las mismas expectativas. Lo que he ido aprendiendo es que, por suerte, cada película te ayuda a avanzar un poquito más dentro de la industria y eso me ayuda a seguir filmando. Lo mejor de mi nominación al Oscar por El Agente Topo fue la oportunidad financiera que se aseguró para otros proyectos. Ahora los productores confían más en mí, aunque me demore años en un proyecto.
Texto: María Estévez