La forma más cómoda de viajar que hay en el mundo

Misterio en el tren: Shanghai Express, Orient Express y Transiberiano

En la novela The Land of Mist (El país de las brumas), Arthur Conan Doyle nos cuenta el viaje en tren de los protagonistas hacia la casa encantada Villa Maggiore. En un momento, el escritor señala: “Cenaron juntos en el tren y cuando hubieron terminado se reunieron en su vagón de primera clase, que es la forma más cómoda de viajar que el mundo pueda ofrecer. Efectivamente, el tren es la forma más cómoda de viajar que hay en el mundo y por eso el cine y la literatura han utilizado ese medio de transporte como escenario de muchas aventuras, historias de amor, de terror, comedias o dramas (las despedidas en la estación siempre dan mucho juego).

Películas en trenes hay muchas. Películas de misterio en trenes también. Lo que no hay tanto son películas que transmitan ese misterio, que te metan en él, que sientas que has subido a ese tren, aunque estés plácidamente sentado en el patio de butacas. Uno de esos milagros es Shanghai Express (1932), y es una de las más destacadas porque su director, Josef von Sternberg, rodó la película de tal forma que toda ella replicaba el ritmo de un viaje en tren.

En el Shanghai Express con Marlene Dietrich

Shanghai Express cuenta la historia de un variopinto grupo de personajes que viajan en el tren que da título a la película. El trayecto es Pekín – Shanghai, tres días de viaje en un ambiente de peligro, una inquietante atmósfera “donde el tiempo y la vida carecen de valor”, como dice uno de los personajes. La trama se desarrolla entre el 15 y el 19 de agosto de 1931, con China golpeada por una guerra civil (1927-1937). 

La película empieza con los distintos pasajeros llegando a la estación, el mismo arranque que veremos 40 años después en Asesinato en el Orient Express (1974). 

Mrs. Haggerty (Louise Closser Hale) compra su billete en primera clase, que le cuesta 35 dólares y 25 centavos, lo que equivale a casi 740 dólares en la actualidad. La señora es la dueña de una casa de huéspedes en Shanghai y ya desde el principio mira con desprecio a una mujer que también va a subir al tren. “Menuda descarada, es la mujer más terrible que he conocido en mi vida”, dice Mrs. Haggerty, que no se separa de su perrito. La desprecia porque es sabido que la sofisticada Shanghai Lily es una prostituta de lujo que “vuelve locos a los hombres y les arruina la vida”. Ella se limita a susurrar una frase que ya ha pasado a la historia del cine: “hizo falta más de un hombre para cambiar mi nombre a Shanghai Lily”.

La primera aparición de Marlene Dietrich como Shanghai Lily es antológica, con unos guantes de cuero blanco y negro que fueron confeccionados a medida por Hermes.

En el minuto 30 del metraje, el tren es asaltado en plena noche por los rebeldes. Entre los pasajeros hay traficantes de opio, mujeres fatales, aventureros… Los bandidos buscan un rehén que valga lo suficiente como para poder intercambiarlo por un oficial de los suyos que ha sido detenido por el ejército. Cuando le preguntan a Lily por qué viaja a Shanghai, se limita a decir despectiva “para comprarme un sombrero”. La imagen de Dietrich recostada en su compartimento, con un vestido adornado con plumas, fumando y acompañada de su incondicional Hui Fei (Anna May Wong), su sirvienta, -o lo que sea exactamente, porque la relación entre las dos mujeres está, como toda la película, rodeada de misterio-, nos lleva directamente a la imagen de la Princesa Dragomiroff (Wendy Hiller) imponente en su acogedor compartimento en Asesinato en el Orient Express (1974). 

Finalmente, el Shanghai Express llega a su destino con cuatro horas de retraso, pero no importa porque de las siete colaboraciones entre Sternberg y Marlene Dietrich, ésta fue su mayor éxito, convirtiéndose en la película más taquillera de 1932 en Estados Unidos, con tres millones de dólares de recaudación, y tres nominaciones al Oscar: Película, Director y Fotografía, ganando esta última.

En el Orient Express con Hercule Poirot y Agatha Christie

El Orient Express comenzó su aventura un 4 de octubre de 1883 en el Gard L’Est en París para llegar a Giurgiu, en Rumanía. Años después, la línea mejoró y el tren alcanzó Estambul. Era un tren de lujo en el que viajaban reyes y reinas, celebridades y todo tipo de misteriosas personalidades.

Agatha Christie se subió por primera vez en el Orient Express en otoño de 1928 y en 1931, saliendo de Estambul, la escritora vivió la misma experiencia que sus personajes: en mitad de una enorme tormenta, el tren se detuvo y estuvo varias horas parado. El viaje fue una auténtica calamidad, con todo tipo de percances, aunque Christie sacó la idea de convertir eso en una historia de misterio. 

Asesinato en el Orient Express se publicó en 1934 y es actualmente una de las novelas más famosas de la escritora. Su primera adaptación al cine, en 1974, es una auténtica maravilla. La película comienza con la noticia del secuestro y posterior asesinato de una niña, Daisy Armstrong. Este hecho queda reflejado en pantalla con extractos de noticias del periódico y breves imágenes de los protagonistas del caso. Agatha Christie se basó en el suceso real del secuestro y asesinato del hijo del famoso aviador Charles A. Lindbergh en 1932. 

En el Orient Express viaja un variopinto grupo de personajes, incluyendo a Hércule Poirot (Albert Finney), que le vemos al principio cruzando el Bósforo (estrecho de Estambul que separa la parte europea de la parte asiática) para coger el Orient Express (cuyo trayecto será Estambul, Sofia, Belgrado, Venecia, Milan, París y Calais). En el sentido inverso, salida desde Londres, los pasajeros viajaban en tren con la British Southern Railway desde la estación Victoria hasta Dover, donde tomaban un ferry hacia Calais. El Orient Express fue creado por el empresario belga Georges Nagelmackers para conectar París con Costantinopla en un viaje de apenas tres días. Marlene Dietrich, Greta Garbo, Mata Hari, Lawrence de Arabia, María Callas…. Y Agatha Christie. Los ilustres pasajeros del Orient Express. 

Es ahí, en el Bósforo, donde Poirot oye una conversación que luego sería clave entre el Col. Arbuthnot (Sean Connery) y Mary Debenham (Vanessa Redgrave). 

La película de 1974 fue un proyecto ambicioso que reunió una colección de estrellas como pocas veces se ha visto en el cine. En los títulos de crédito el reparto aparece por orden alfabético, sin duda para evitar líos de egos. Ahí vemos, subiendo al tren, al misterioso Ratchett (Richard Widmark), millonario con oscuro pasado, acompañado de su secretario McQueen (Anthony Perkins, que siempre tiene problemas con su madre) y de su mayordomo (John Gielgud). También a la locuaz Mrs. Hubbard (Lauren Bacall), a Greta Ohlsson (Ingrid Bergman), misionera que ha estado en África, y a la imponente Princesa Dragomiroff (Wendy Hiller), a la que su médico desaconseja sonreír. Vemos a Pierre (Jean-Pierre Cassel), a la Condesa y al conde Andrenyi (Jacqueline Bisset y Michael York), a Hildegarde Schmidt (Rachel Roberts), dama de compañía de la princesa, al coronel Arbuthnot (Sean Connery), a Mary Debenham (Vanessa Redgrave), al estrafalario Dr. Constantine (George Coulouris), Foscarelli (Denis Quilley), Cyrus Hardman (Colin Blakely) y Bianchi (Martin Balsam), este último viejo amigo de Poirot y director de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits.

El gran misterio es que todos ellos tienen conexiones con la familia Armstrong.

Comienza el viaje, el tren realiza una primera parada en Belgrado y, a continuación, se comete un asesinato. El misterio tiene que resolverse antes de llegar a la estación de la ciudad croata de Brod.

La película fue un rotundo éxito, ganó un Oscar (para Ingrid Bergman como actriz secundaria) y fueron nominados al premio Albert Finney por su magistral interpretación de Poirot, el guion adaptado de Paul Dehn, la fotografía, el vestuario y la banda sonora.

Kenneth Branagh rodaría una nueva adaptación de la novela, más libre que la anterior, pero también repleta de estrellas.

En el Transiberiano con Christopher Lee y Peter Cushing

El escritor irlandés John Connolly (1968), conocido sobre todo por su serie sobre el detective Charlie Parker, vio de niño en television la película Pánico en el Transiberiano (Horror Express en el mercado inglés) (1972). Nunca ha olvidado ese momento. Era muy de noche, estaba haciendo algo prohibido y sentía “el delicioso temor de que luego iba a tener pesadillas”. 

El impacto que causó en este niño esta “coproducción británico-española un poco destartalada, de un productor británico, un director español; una estrella de luto; y un guion escrito en torno a decorados sobrantes de una película anterior” fue tan enorme que 30 años después decidió volver al Transiberiano “para descubrir por qué le causó tanta impresión y si todavía funcionaba esa efectiva, entretenida y memorable pequeña película que podría haber sido basura olvidable, pero no lo fue”. Lo cuenta en el libro Horror Express, dedicado a esta película y a sus consecuencias, sobre todo en el niño que fue. Otro que es un fan de la película es el director norteamericano Joe Dante, el genio del terror detrás de Piraña (1978), Aullidos (1981) y Gremlins (1984).

Pánico en el Transiberiano es una de las mejores películas de terror del cine español. La dirige Eugenio Martín, que era un maestro del cine y murió en enero de 2023 bastante olvidado (el Goya de Honor suele acertar, pero esta vez no). El productor británico era Bernard Gordon, que también era guionista y colaboró con Samuel Bronston en 55 días en Pekín (1963) y El fabuloso mundo del circo (1964). La estrella de luto era Peter Cushing porque su esposa, Violet Helene Beckm, acababa de fallecer (el 14 de enero de 1971), así que cuando llegó a España a mediados de 1971 para empezar el rodaje le dijo a Bernard Gordon que seguramente no iba a poder hacer la película. Alguien ha escrito que el actor lloraría a su esposa perdida por el resto de su vida. La otra estrella era Christopher Lee, que fue el que convenció a su amigo Cushing para que se quedara, recordando con él las películas anteriores en las que habían trabajado juntos (como el Conde Dracula y el profesor Van Helsing o como Sir Henry Baskerville y Sherlock Holmes). Y los decorados que sobraban de un rodaje anterior y se utilizaron para la película eran los de El desafío de Pancho Villa (1972), también de Gordon y Eugenio Martín. Los decorados del interior del tren y el modelo usado para las tomas exteriores fueron los mismos que se utilizaron en esa película. En realidad, tanto Pánico en el Transiberiano como la de Pancho Villa fueron proyectos que se hicieron para amortizar los modelos y las miniaturas de trenes construidos para la gran producción rodada en España Nicolás y Alexandra (1971).

La película está ambientada en 1906 y es una historia de misterio y terror, con un grupo de pasajeros acosados y asesinados por un ser de otro mundo. Además de Cushing, Lee y Savalas, también vemos a bordo del Transiberiano a la recientemente desaparecida Silvia Tortosa, Jorge Rigaud, Ángel del Pozo, Julio Peña y la fascinante Helga Liné. 

Un gran reparto para subir al Transiberiano, red ferroviaria inaugurada en 1904 para conectar Moscú con las provincias del Lejano Oriente ruso hasta el océano Pacífico, además de Mongolia, China y Corea del Norte. En total 9.288 km, una semana de viaje y ocho zonas horarias.

Y en cualquier caso, vayas donde vayas, si puedes hazlo en tren. Renfe tu tren.

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