Con perdón de Toni Collette y Anna Faris, el plato fuerte de la comedia negra, que llega ahora a nuestras pantallas, Una herencia de muerte (The Estate), es Kathleen Turner, mito erótico y una de las mujeres fatales más seductoras de la historia del cine gracias a Fuego en el cuerpo (1981), que además fue su debut en el cine. imposible olvidar a Matty Walker, esa dama que lleva a la perdición al pobre Ned Racine (William Hurt), en un verano de mucho calor en Florida, entre baños con hielo y cigarros mortales. Matty ocupa un lugar destacado en la galería de mujeres fatales del cine, entre Phyllis Dietrichson y Ellen Berent Harland.
Ahora Kathleen Turner es una señora de 68 años que sigue con su voz ronca y profunda y en las entrevistas dice cosas como esta: “Me siento como una vaca. Soy enorme. Soy torpona. Manejo mal mi cuerpo. Supongo que si le caigo a alguien encima le puedo hacer bastante daño”.
En Una herencia de muerte interpreta a la tía Hilda, y está tronchante haciendo la vida imposible a sus sobrinas. La película es entretenida y sin pretensiones, que es de lo que se trata, como lo son títulos parecidos de humor muy negro, mucha comedia física y actores y actrices superlativos, como la muy divertida Duplex (2003) o la ya clásica Tira a mamá del tren(1987). En esta última, Billy Crystal interpreta a un profesor de literatura. Uno de sus alumnos tiene una lista de las 100 mujeres con las que tendría un encuentro y el primer puesto lo ocupa precisamente Kathleen Turner. Este detalle nos da una idea de lo que fue y representó en la década de 1980 esta actriz.