James Watkins: «Con No hables con extraños tenía ganas de volver al terreno de Eden Lake (2008), mi primera película».

Después de contarnos la terrible experiencia de una pareja que pretende pasar un agradable fin de semana en Eden Lake (2008) y la pesadilla sobrenatural que vive un abogado en una mansión poseída por el fantasma furioso de La mujer de negro (2012), James Watkins (Reino Unido, 1978), maestro del cine de terror y suspense vuelve a la carga con No hables con extraños, otra historia para no dormir. En esta ocasión, acompañamos a una familia estadounidense invitada a pasar un fin de semana en la idílica granja de una encantadora familia británica que conocieron en unas vacaciones. Está claro que tratándose de Watkins, lo que comienza como una escapada de ensueño pronto se convierte en una retorcida pesadilla psicológica. La película lleva el sello Blumhouse, lo que es más que una garantía, y está basada en la cinta danesa Gæsterne (2022).

Todo empezó cuando Jason Blum, el jefe de la productora especializada en cine de terror, recibió una llamada de un ejecutivo de Universal que acababa de ver una película en Sundance que le había impactado mucho. El genio Blum tiene un lema: ¡Si algo horrible ha echado a perder tu día, llámame! Así que se organizó para ver esa película danesa que le habían recomendado y se quedó pasmado. No conseguía quitársela de la cabeza y pensó que, en las manos adecuadas, una reinterpretación en inglés podría ser una película muy inquietante y especial. Y ahí entra James Watkins.

James Watkins dando instrucciones a Mackenzie Davis en presencia de Scoot McNairy

El director vio la película danesa e inmediatamente conectó con el material y vio el inmenso potencial que tenía para una adaptación. «Me entusiasmó ese concepto tan malicioso y cercano: gente de vacaciones cuestionándose el rumbo de sus vidas y haciendo amistad con una pareja que parece tener las respuestas que buscan. La temática de la película me cautivó totalmente, esa forma de explorar cómo la sociedad moderna nos limita con sus reglas y lo que nos cuesta negociarlas».

Era exactamente del tipo de película que captura el intelecto y la imaginación de Watkins. «Comencé mi carrera profesional con un thriller de terror titulado Eden Lake«, nos cuenta. «Podría calificarse de “terror social”, porque exploraba el conflicto intergeneracional, los miedos de clase y los ciclos de violencia en la sociedad. Tenía ganas de volver a esa intersección de géneros e ideas, y esta historia brindaba la oportunidad de indagar en ese tipo concreto de diversión inteligente».

De izquierda a derecha: Jason Blum, Scoot McNairy, James McAvoy, Dan Hough, Alix West Lefler, Mackenzie Davis y James Watkins en la presentación de la película en Nueva York

El guion de Watkins se centra en Ben (Scoot McNairy) y Louise (Mackenzie Davis) Dalton, una pareja estadounidense que vive en Inglaterra, cada uno de ellos lidiando con su propia crisis de identidad y sintiéndose cada vez más alejados el uno del otro. Tienen una hija, Agnes (Alix West Lefler), preadolescente llena de inseguridades. Los Dalton conocen a Paddy (James McAvoy), un tipo carismático, terrenal y toda una fuerza de la naturaleza, a su devota esposa Ciara (Aisling Franciosi) y a su hijo Ant (Dan Hough) durante unas vacaciones en la Toscana.

«Los Dalton, en especial Ben, sienten como si la vida les hubiera cortado las alas o, al menos, que sus vidas no se asemejan a ese cuento de hadas perfecto que nos venden cuando vivimos pendientes de las redes sociales y de los dispositivos. Para definir lo que sufren, podríamos acuñar el término “abunditis”: personas que tienen muchas cosas materiales, pero aún más carencias emocionales. Ben vive particularmente atormentado. Siente que ha dejado escapar sus mejores años y que no ha llegado a nada. No tiene muy claro cómo negociar con el mundo moderno y sus nuevos códigos. Paddy le abre a Ben la puerta a otra realidad y le hace preguntarse si tal vez haya otra forma de vivir. Pero, cuando visitan la casa de campo para que Ben pueda vivir sus fantasías de autenticidad rural, las cosas no son precisamente como se las habían imaginado», apunta Watkins que en el personaje de Paddy vio la oportunidad de abordar el aumento de la masculinidad tóxica y las demagogias de culto a la personalidad. «Quería explorar la crisis de identidad que sufrimos hoy en día, esa sensación de desempoderamiento que hace que mucha gente, sobre todo hombres, sea receptiva a mentores como Paddy, que rechazan las normas, que prometen “recuperar el control”, que rechazan lo contenido y lo cortés en favor de una particular noción de autenticidad. Quería que el público sucumbiese en cierta medida al embrujo de Paddy del mismo modo que lo hacen Ben y Louise y mostrar lo fácil que es para alguien “normal” como Ben —que tiene sus fragilidades, pero que no es en absoluto un extremista ni un marginado— dejarse engatusar por ese sueño y convertirse así en cómplice de la vorágine de pesadilla que genera. Como dice Paddy cuando Ben y Louise le preguntan por qué hace lo que hace con ellos: “Porque nos dejáis”.

Watkins con Alix West Lefler, Mackenzie Davis, Scoot McNairy y Aisling Franciosi

Aunque la película conserva muchas de las temáticas de Gæsterne, se desvía de forma significativa de su inspiración, comenzando por las identidades culturales de sus personajes principales. En lugar de ser daneses, sus protagonistas son estadounidenses y, en lugar de neerlandesa, la familia visitada es inglesa. «Mi intención no era crear la consabida versión de terror estadounidense. Me refiero a la típica historia de neoyorquinos fuera de su ambiente que visitan a sus nuevos amigos “paletos” de Virginia Occidental… Me pareció que podía aportar un ángulo muy británico a la caracterización y al humor para hacer que la película resultara más específica y honesta, para trabajar con algo más cercano y conferirle un sabor más satírico».

Crear una confrontación entre esta pareja estadounidense procedente de la gran ciudad con valores modernos y una pareja británica de un entorno más rural con valores más tradicionales permitió a Watkins aumentar la tensión y conseguir que los Dalton (y, por extensión, el público) se cuestionen su percepción del comportamiento de Paddy y Ciara. «El choque cultural es un factor que incrementa el grado de confusión en el análisis que la película hace de los modales, de normas antagonistas o cambiantes, y de cómo leemos las señales sociales. Para Ben y Louise, ¿Paddy y Ciara son raros o solo un par de excéntricos ingleses? ¿Su casa es está un poco deteriorada o es de estilo chic campestre? Hay mucha ironía en el modo en que la película invierte los estereotipos de británicos y americanos».

James Watkins habla para el público durante la premiere de la película celebrada en el DGA Theatre de Nueva York el pasado 9 de septiembre

A medida que Watkins fue afinando su visión y adentrándose en la producción, halló cada vez más dosis de inspiración en las películas de los cineastas Michael Haneke y Ruben Östlund; en El graduado, de Mike Nichols; Perros de paja, de Sam Peckinpah; Defensa, de John Boorman; y la serie de The White Lotus. «En mi cabeza, la película siempre fue un thriller psicológico con un núcleo terrorífico. Esta distinción sutil es importante en lo que respecta a mi enfoque. Queremos que la tensión surja de la exploración psicológica de cada personaje y de cómo interactúan en un entorno social moderno. Todas las películas que fueron conformando este enfoque van desgajando las diferentes capas de la vida “civilizada” para deleitarse en las luchas de poder de las interacciones sociales y exploran la ira apenas reprimida que la gente sonriente y amable siente hacia los demás. The White Lotus nos mostró justo eso recientemente de una manera brillante y, personalmente, me apasiona la “dramedia” de la obra de Mike White, cómo las escenas pasan de la comedia al drama y viceversa exprimiendo los horrores de cada interacción social entre los personajes».

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