Ghostface puede ser mucha gente, o toda la gente, o ninguna, o sólo una Leyenda urbana del pueblo de Woodsboro, o algo tan real como Ted Bundy. Con su túnica negra con capucha, oculto tras una nauseabunda máscara blanca, con una espeluznante voz procesada por una caja de voz sintética, y blandiendo un descomunal cuchillo de caza, el asesino conocido como Ghostface llegó para quedarse y quien sabe si para ocupar el sitio dejado por Freddy Krueger, que nació para el cine en 1984, Michael Myers, al que conocimos en 1978, Jason Voorhees, que llegó siendo un niño en 1980, y Leatherface, nacido en 1974.
Pero, a diferencia de estos carniceros, cada nueva encarnación de Ghostface es diferente, aunque no cambia en sus métodos: se burla de su víctima antes de asesinarla y le encanta hablar por teléfono. En 1996, Freddy, Michael, Jason y Leatherface recibían a un nuevo amiguito que, como ellos, pronto se convirtió en un icono, con juguetes, videojuegos y disfraces, porque el suyo está entre los más famosos la noche de Halloween. Cuando Ghostface aterrizó en los cines, Freddy, con el que comparte “padre”, Wes Craven, ya llevaba siete películas, Michael tenía a sus espaldas cinco films, Jason había salido en nueve y Leatherface en cuatro.
Pero ¿quién es Ghostface? Pues depende de la película. En la original de 1996, los desquiciados adolescentes de instituto Billy Loomis (Skeet Ulrich) y Stu Macher (Matthew Lillard). En Scream 2 (1997), la señora Loomis (Laurie Metcalf) en busca de venganza y el desequilibrado estudiante universitario Mickey Altieri (Timothy Olyphant). En Scream 3 (2000), el homicida director de cine Roman Bridger (Scott Foley) fue quien se ocultó tras la máscara de Ghostface. Y en Scream 4 (2011), la joven prima de Sidney, Jill (Emma Roberts), y su compañero de conspiración Charlie (Rory Culkin), fueron los encargados de sembrar de terror en Woodsboro. Así que cualquier personaje del universo Scream puede ser Ghostface en cualquier momento.
Pero preguntemos a una experta, Courteney Cox, que ha estado en toda la saga: “Lo que hace que Ghostface sea tan terrorífico es que no sabes quién es hasta que es demasiado tarde. Lo que quiero decir es que Ghostface lleva un disfraz que se podría comprar en cualquier tienda de Halloween, pero es ominoso y terrorífico porque no sabes quién se esconde bajo la túnica. Lo único que hay que hacer para matarme del susto es combinar la perversa máscara con la clásica musiquilla de Scream”.
Con este panorama, está claro que uno de los secretos que los cineastas nunca divulgarán es la identidad de Ghostface. Como resulta ser un personaje diferente en cada película, su identidad siempre es una gran sorpresa. Para Scream VI las medidas que se tomaron para no desvelar el misterio rozaron la locura. Se utilizaron varios guiones con diferentes finales, para que nadie que trabajase en la película supiese realmente cuál era el auténtico. Las últimas 30 páginas eran diferentes para cada uno.
Guy Busick, guionista junto a James Vanderbilt, nunca había escrito un final falso para una película con anterioridad, pero estuvo a la altura de las circunstancias. “Eliminamos algunos fallecimientos y los sustituimos con otros elementos. Y modificamos unos cuantos personajes para desorientar a la gente. Incluso teníamos nombres en código para las diferentes redacciones; de esta manera, a nadie se le entregaba el guion auténtico por accidente. Fue todo un poco conspiranoico, pero al final casi era divertido”.