“Los únicos héroes de verdad en las películas son los actores. Nosotros (los directores) nos sentamos en un lugar seguro detrás de la cámara e inventamos mentiras, pero ellos son los que tienen que levantarse y convencer a todo el mundo de que esas mentiras son verdaderas. Y cuando encuentran un fallo en nuestra lógica, somos idiotas si no les prestamos atención”. Esto es lo que pensaba Robert Altman (1925-2006) de los intérpretes y así lo demostró a lo largo de su carrera, con proyectos que requerían repartos extensos plagados de grandes figuras. Ahí están Gosford Park (2001), Pret-a-porter (1994), Short Cuts (Vidas cruzadas) (1993) y El juego de Hollywood (1992), por citar algunas de las últimas de su carrera. En esa etapa se enmarca The Gingerbread Man (Conflicto de intereses) (1998), un thriller judicial con mucho suspense y sin duda uno de los proyectos más extraños de su brillante filmografía. Según contó el director, aceptó dirigir este guion original de John Grisham (un manuscrito inédito que nunca se publicó) porque nunca antes había dirigido un thriller y quería probar. Pero las cosas no salieron bien. Parece ser que la película no fue bien recibida en los pases de prueba por lo que PolyGram se la quitó de las manos y realizó un nuevo montaje. El director exigió que eliminaran su nombre de los créditos, y entonces ocurrió algo muy del cine de Altman, algo que hubiera servido como anécdota para incluir en la sátira El juego de Hollywood. La nueva versión recibió aún peores comentarios, por lo que los de PolyGram volvieron a la original de Altman.
The Gingerbread Man (Conflicto de intereses) cuenta con un extraño reparto. El muy británico Kenneth Branagh interpreta a un abogado que vive en Savannah, la ciudad del Sur de los Estados Unidos que también fue el escenario de Medianoche en el jardín del bien y del mal, tanto de la novela como de la película de Clint Eastwood estrenada un año antes que esta. Rick Magruder, como se llama, no cae bien porque es engreído y chulo pero Branagh suena con un acento sureño impecable. Daryl Hannah es su socia en el despacho y Robert Downey Jr. es el detective privado que trabaja para ellos.
Estos tres nombres ya son difíciles de combinar, pero es que también sale Famke Janssen haciendo de la exesposa de Magruder. A este personaje le cogemos cariño y entendemos su cabreo permanente. Magruder es un imbécil, eso lo sabemos desde el principio. La actriz de los Países Bajos había saltado a la fama tres años antes como memorable villana sádica en Goldeneye y en ese momento intentaba construirse una carrera en Hollywood (algo que no consiguió del todo). En cualquier caso, la protagonista femenina es Embeth Davidtz. La actriz descubierta por Steven Spielberg en 1993 con La lista de Schindler interpreta a una camarera con demasiados problemas. Tiene un exmarido malencarado con los duros rasgos de Tom Berenger y un padre con los de Robert Duvall, inmenso haciendo muecas como un viejo pirado vagabundo.
Lo que ocurre es que Magruder conoce a la camarera en un cocktail de empresa y antes de que se pueda dar cuenta ya está enredado en los conflictos de la chica (con el padre, con el exmarido, con ella misma). Altman quiere hacer algo como Body Heat (Fuego en el cuerpo) (1981) o Análisis Final (1992) y le salió una película extraña, una rareza muy entretenida.
Si volvemos a la frase del principio, podemos hacer caso al legendario cineasta o a Carl Gottlieb, un cómico y guionista que trabajó con el director. “Me encanta lo que hace, pero puede ser bastante mezquino y manipulador. Y, al revés de lo que todo el mundo cree, odia a los actores”. Esto lo dice en el libro de Peter Biskind Moteros tranquilos, toros salvajes.
Cuando se estrenó Conflicto de intereses (el título original, The Gingerbread Man, hace referencia a ese Hombre del Mazapán de un cuento de la infancia de la protagonista) Altman declaró que Branagh era el mejor actor con el que había trabajado. Puede que el director exagerara un poco (por nombrar a unos pocos, en su filmografía están Donald Sutherland, Paul Newman o Jack Lemmon). El aludido escuchó el cumplido y se limitó a decir: «Bueno, eso es muy amable por su parte, pero le encantan los actores, ¿sabes? Está enamorado de ellos».
Conflicto de intereses se puede ver en Filmin